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IDENTIDAD EN COMUNICACION

El factor Francisco: ¿Cuánto afectará a Joe Biden s…

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Quienes mejor lo conocen en su intimidad aseguran que Joe Biden, nacido en una familia de origen irlandés, es un católico practicante que no falta a la misa semanal y porta habitualmente un rosario como parte de su propia liturgia religiosa. A quien quiera oírlo dice que la religión ha sido su sostén para sobrellevar tragedias personales como la muerte de su primera esposa y de su hija, fallecidas en un accidente de tránsito, y el deceso provocado por el cáncer de otro de sus hijos. «Mi fe católica me ayudó a atravesar la oscuridad» afirmó Biden durante una cena de recaudación de fondos para organizaciones católicas de beneficencia en la que también estaba presente Donald Trump.

El pasado 7 de noviembre, cuando Biden habló desde Delaware ya en pose de presidente electo, su discurso estuvo cargado de metáforas religiosas e imágenes bíblicas. Cerró su discurso con una alusión a un himno católico “On Eagle’s Wings” (En alas del águila).

Pero las mismas fuentes mencionadas arriba subrayan que más allá de sus convicciones religiosas en la política Biden obra con libertad, sosteniendo el derecho de las mujeres al aborto y al uso de anticonceptivos, algo que la Iglesia Católica rechaza. El pasado jueves, cuando Donald Trump seguía argumentado el supuesto “fraude” y amenazando con discutir en la Justicia el triunfo del demócrata, Biden y el papa Francisco mantuvieron una conversación telefónica según lo confirmó el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni. Puede leerse como un gesto de respaldo al mandatario electo por parte de Jorge Bergoglio, quien en octubre pasado se había negado a recibir en el Vaticano  al Secretario de Estado de Donald Trump, Mike Pompeo, para evitar la utilización política del encuentro por parte del republicano en su carrera hacia la reelección.

Los católicos en Estados Unidos

En sintonía y a pesar de que mantienen posiciones divididas en cuanto a su alineamiento político, a través del Presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo de Los Ángeles José H. Gómez, los obispos católicos norteamericanos saludaron al mandatario electo “agradeciendo a Dios la bendición de la libertad que el pueblo americano ha expresado en estas elecciones” y pidiendo trabajar juntos por “una nación bajo Dios, donde se defienda la santidad de toda la vida humana y se garantice la libertad de conciencia y de religión».

La conversación telefónica entre Biden y Bergoglio no fue el primer intercambio entre el ahora presidente electo y un Papa. En el pasado Biden se encontró en cuatro ocasiones con Karol Wojtila, hoy san Juan Pablo II, y una vez, en junio de 2011, con Benedicto XVI cuando Joseph Ratzinger estaba en funciones y el ahora presidente electo ejercía la vicepresidencia de su país durante el mandato de Barack Obama. Biden también estuvo con Bergoglio en el Vaticano el 19 de marzo de 2013 , en Estados Unidos en 2015 en ocasión de la visita de Francisco a ese país y en 2016 nuevamente en Vaticano, cuando el ahora presidente electo participó de un seminario en la Santa Sede.

Tuvieron que pasar sesenta años desde la elección de John F. Kennedy para que un católico se convirtiera en el segundo presidente de los Estados Unidos que adhiere el catolicismo. En un artículo titulado “El fin del cautiverio trumpiano de la Iglesia estadounidense” , publicado en La Croix el 12 noviembre último, el profesor de la universidad de Villano, Massimo Faggioli, sostiene que “la presidencia de Estados Unidos no es solo una oficina política. También es un puesto con aspectos morales y religiosos. Y Joe Biden se hará cargo de la cartera en un momento en que las identidades políticas en el país han asumido una intensidad teológica y dogmática”. De allí que no se puede perder de vista que durante la campaña electoral norteamericana tanto Trump, quien se ha definido como presbiteriano y que ha marcado públicamente sus diferencias con Francisco, como Biden disputaron el voto religioso, y en particular el sufragio católico, enviando mensajes directos y generando campañas publicitarias para este segmento de electores, especialmente en los estados donde la pelea aparecía más reñida. Trump intentó, por todos los medios, cosechar el voto religioso más conservador y los republicanos en general se mostraron a favor de las campañas antiabortistas. El derecho al aborto es una cuestión que divide en general al electorado norteamericano y también genera diferencias entre los católicos.

Un dato para tener en cuenta es que en plena campaña electoral y usando todos los recursos a sus disposición Trump decidió cubrir la vacante que había quedado en la Corte Suprema de Justicia a raíz del deceso de la jueza Ruth Bader Ginsburg convocando a ese puesto a la jueza Amy Coney Barrett, una católica conservadora.

Algunas estimaciones afirman que en 2016 la mayoría del voto católico, una cuarta parte de los sufragantes, se inclinó por Donald Trump. Según un estudio del Centro Pew de Investigación a diferencia de otros grupos religiosos, como los evangélicos blancos que votan en bloque a los republicanos o los protestantes negros que lo hacen por los demócratas, los católicos estadounidenses se dividen políticamente en mitades.

¿Influirá Francisco?

En relación a los años sesenta, cuando Kennedy era presidente, puede decirse que hoy la Iglesia Católica estadounidense está más dividida, atravesada por conflictos internos y su imagen seriamente deteriorada por las denuncias de abusos sexuales cometidos por los clérigos. A pesar de ello la institución religiosa sigue siendo un factor de poder importante en el escenario del país norteño.

Durante su campaña Biden insistió en su propósito de “unificar al pueblo norteamericano y superar las divisiones”, una intención que también enarbola Francisco y que los obispos norteamericanos resaltaron en su saludo al nuevo presidente. También es notable la recurrencia que el mandatario electo hace de la referencia bíblica al libro del Eclesiastés para afirmar que “todo tiene un tiempo: un tiempo para construir, un tiempo para cosechar, un tiempo para sembrar. Y un tiempo para sanar. Este es el tiempo para sanar en Estados Unidos”.

La pregunta que subyace sin embargo, es si esta actitud religiosa de Joe Biden se traducirá en posicionamientos políticos del nuevo presidente que lo acerquen a algunas de las premisas que el papa Francisco viene sosteniendo en su pontificado y en sus encíclicas como Laudato si  y la reciente Fratelli tutti , ambas con fuertes implicaciones políticas y sociales. Después del diálogo telefónico de esta semana, los voceros de Biden dijeron que el presidente electo le manifestó a Bergoglio su “deseo” de coincidir en iniciativas basadas «en la dignidad e igualdad de toda la humanidad». No obstante cabe recordar que en la prédica de Francisco ocupa un lugar central la situación de los pobres, los refugiados y los inmigrantes, sin obviar que estas situaciones como así también la cuestión de la sustentabilidad ambiental del ecosistema, son consecuencia directa del modelo económico mundial del que Estados Unidos, como principal potencia, es directamente responsable. Y a ello se debe agregar que, sin importar si se trata de presidentes republicanos o demócratas, la política norteamericana ha estado invariablemente dirigida a proteger sus intereses en todo el mundo.

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