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IDENTIDAD EN COMUNICACION

La trama del acto del 17 de Octubre: los sindicalistas vs La Cámpora

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«Divididos por la Felicidad», se llama una canción de «Sumo», un grupo de rock de Luca Prodan.

«Los Muchachos Peronistas/ Todos unidos triunfaremos«, dice la letra de la «Marcha Peronista» siempre en voz de Hugo del Carril.

«No hay futuro (Dios Salve a la Reina)», cantaba Sid Vicious, el inglés de «The Sex Pistols».

Tres canciones que no tienen nada en común podrían unirse en un vínculo político para describir el actual escenario que se vive en el movimiento obrero organizado que se referencia en el Partido Justicialista (PJ). Hay ruptura entre los jefes sindicales argentinos. Y quedó explicitada nada más ni nada menos que en la celebración del 75 Aniversario del 17 de octubre, el día en que nació el peronismo.

La Central General de Trabajadores (CGT) se dividió en una jornada de supuesta felicidad para sus líderes, afiliados y seguidores.

Parte de sus secretarios generales acompañaron ayer al presidente Alberto Fernández en un acto en la sede central de esa central obrera, acompañado por la dirigencia de La Cámpora, la agrupación juvenil K, y de otros otros importantes referentes del peronismo tradicional, de cuerpo presente y también por vía remota debido a la virtualidad impuesta por el coronavirus.

Nuevas normalidades: en el histórico salón Felipe Vallese, ambiente acostumbrado a los tumultos, se respetó con pocas presencias de pocos invitados la distancia social aconsejada para impedir la expansión del Covid-19.

La dirigencia de La Cámpora en el edificio de la CGT fue intolerable para buena parte de su consejo directivo.

La CGT terminó entonces festejando la efemérides del 17 de octubre con tres actos diferentes.

El viernes pasado, los múltiples gremios que se agrupan en la CGT Azul y Blanca, de Luis Barrionuevo, hizo su acto homenaje a Perón separada de sus «compañeros».

El secretario general de Gastronómicos, el ex presidente Eduardo Duhalde, el ex secretario de Comercio K, Claudia Rucci (senadora provincial del PJ e hija del secretario general de la CGT dilecto de Perón, José Rucci, asesinado por el grupo guerrillero Montoneros); junto a otros gremialistas; y al intelectual Julio Bárbaro, lideraron esa acción política «separatista» con un evento propio en el monumento a Perón que se levanta en Paseo Colón y Avenida Belgrano.

El único orador fue uno de los tres integrantes del terceto que lidera la CGT, Carlos Acuña, secretario general de los empleados de las estaciones de servicio.

En su discurso, Acuña exaltó a Perón pero criticó al Presidente con tono conciliador: «Este movimiento obrero apoya a todos los gobiernos elegidos democráticamente, pero no hay que ser alcahuete de turno. Lo que no está bien, no está bien. Y el pueblo argentino hoy no está nada bien”, dijo, entre otras frases del mismo estilo.

Duhalde, quien se dice amigo de Alberto Fernández pero al que critica en público afirmando que lo hace de modo constructivo, hizo declaraciones apocalípticas después de ese acto, concepto que profundizó ayer: «No hay futuro», soltó sobre la Argentina en un reportaje con el programa «País Adolescente», de CNN Radio. Duhalde se alejó así de las palabras de la doctrina de Perón y citó sin saber a Sid Vicious, de «Sex Pistols», que gritaba ese lema desolador en uno de sus temas más populares: el ya citado «No hay futuro (Dios Salve a la Reina)». Duhalde incluso, igual que los punks de los ’70 pero en otro sentido, aseguró que hoy se vive en el país arrasado por las crisis de diferente índole, un estado de «pre anarquía».

El tercer acto de la CGT partida fue el que organizó el líder de los camioneros, Hugo Moyano, junto al secretario general de los metalúrgicos de SMATA, Ricardo Pignanelli, y al gremio de los taxistas.

Coordinaron una avanzada que desde mediados de la mañana y durante el mediodía llenó de camiones, taxis y autos con identificaciones sindicales a la avenida 9 de julio y la Plaza de Mayo.

Los Moyano, padre e hijo, se habían entrevistado antes con el Presidente y con uno de sus funcionarios de mayor confianza, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. No fueron a la CGT.

Prefirieron mostrarse por separado para intentar mostrar en otro espacio su poderío callejero o vehicular.

En un principio, el acto de la CGT iba a ser unificado entre todos los gremios que integran esa central de trabajadores.

No pasó.

La idea de que el Presidente sea el orador en un acto terminó dividiendo a los sindicatos peronistas, sobre todo, porque Fernández y su comité organizador del 17 de octubre impuso que el mandatario sería acompañado por el jefe de los diputados del PJ, Máximo Kirchner, y otros referentes de La Cámpora, como el ministro del Interior, Eduardo De Pedro y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza.

Setenta y cinco años después del 17 de octubre, día en el que el secretario de Trabajo y Previsión Social del régimen militar fue aclamado por sus seguidores que se movilizaron a la Capital Federal desde los suburbios bonaerenses tras conocerse que su referente había sido detenido por su propio gobierno, y que terminó con el fundador del PJ saliendo al balcón de la Casa Rosada para saludar a los «trabajadores», a los que le pidió «hermandad» y «unión», los secretarios generales de la CGT peronista no pueden aun saldar sus deudas con el pasado.

Para la CGT Azul y Blanca, de Barrionuevo, fue una «incoherencia» que en el acto de su central obrera estuvieran presentes los dirigentes de La Cámpora.

Y el «cristinismo».

Son secretarios generales de gremios que aun consideran a los actuales funcionarios que se identifican con la izquierda peronista como enemigos partidarios.

Barrionuevo resumió ante Clarín, de modo brutal, por qué se dividieron los sindicatos más poderosos del país: «Nosotros no tenemos nada que ver con los dirigentes que defienden a los que mataron a Rucci. Que ellos hayan estado en la CGT, junto a Máximo Kirchner, que criticó al movimiento obrero desde su banca de diputado, es una incoherencia total».

¿En el acto de ayer en la CGT hubo ex militantes de Montoneros vinculados a ese ataque a balazos que mató a Rucci el 25 de septiembre de 1973?

Para Barrionuevo no importa. Sí le da relevancia a los simbolismos: «No me importa si son lo hijos de los Montoneros, putativos o no. El kirchnerismo no puede conmemorar en la CGT su lealtad a Perón cuando siempre en los años de los Kirchner en el poder se negó la posibilidad a los sindicatos peronistas de hacer incluso misas en homenaje a Rucci«.

La muerte de Rucci tampoco se saldó entre los peronistas a pesar del tiempo que pasó desde el ataque mortal que lo tomó por sorpresa al dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).

El actual secretario general de ese gremio, Antonio Caló, apoyó el acto del Presidente y La Cámpora en la CGT.

Dice Barrionuevo: «Hay hipócritas que se olvidan quiénes mataron a Rucci y se someten al poder de turno».

En su acto en homenaje al 75 aniversario del 17 de octubre, se homenajeó también a Rucci.

Esa muerte, ocurrida dos días después del triunfo electoral de Juan Perón en 1973, cuya vuelta al país tuvo entre sus principales operadores al entonces secretario general de la UOM, también es una herida histórica los que actuales peronistas identificados con el kirchnerismo tampoco logran saldar.

El 18 de septiembre pasado, los diputados bonaerenses del oficialismo K se negaron a tratar un proyecto de homenaje a José Rucci, propuesto, quizás no sin paradoja, por un legislador de Juntos por el Cambio, Mauricio Viviani.

Hoy, la jefatura de la CGT está compuesta por un triunvirato: Héctor Daer, de Sanidad, amigo de Alberto Fernández y anfitrión del Presidente y La Cámpora en el acto «oficial» de la CGT; Acuña, alineado con Barrionuevo y los ortodoxos del PJ; y la familia Moyano, que siempre busca el poder total para volver a la jefatura de la central de trabajadores peronistas; y Juan Carlos Schmidt, de Dragado y Balizamiento.

Moyano hizo una movilización aparte, dicen fuentes gremiales calificadas, porque buscó mostrar poderío callejero, alineado al Presidente, pero por separado a la CGT oficial y a la Azul Blanca de Barrionuevo.

Siempre según fuentes de la CGT, Hugo Moyano impulsa y trabaja para que su hijo, Pablo Moyano, secretario general de Camioneros, alcance la secretaría general de la central obrera del PJ.

Pablo Moyano está aquejado por serios problemas judiciales en una causa que se elevará a juicio oral por su supuesto liderazgo en una asociación ilícita que hizo negocios espurios con las finanzas del club Independiente (presidido por su padre Hugo) y el gremio de Camioneros.

El escenario de ayer, con una CGT dividida, podría ser un adelanto de la pelea que viene dentro del movimiento obrero del PJ y en medio de una de las peores crisis económicas de la historia nacional.

Mientras el Gobierno espera unificar el liderazgo de la central obrera en un solo dirigente, como por ejemplo Héctor Daer, allegado a la Casa Rosada, el resto de los jefes sindicales como Barrionuevo y Moyano, se niegan a que eso ocurra.

La CGT podría entonces volver a estar liderada por un nuevo triunvirato.

Cámpora, Perón, Rucci.

El pasado es presente en la República Argentina.

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