AFA, entre la lógica y la política

Si Bolsonaro habló en su momento de resfriadinho, si Trump subestimó al virus, si Italia y España sufrieron por reaccionar tarde con el coronavirus, tampoco le exijamos hoy a la AFA ​que tome todas decisiones 100% coherentes. Si el sábado se avisó desde el Gobierno que se podía salir a pasear 500 metros a la redonda y faltó un asterisco nada menor, como que dependía de cada distrito, entonces hay que darle un margen de error al fútbol argentino, habituado a emparchar parches en la historia.

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Tapia confirmó públicamente todo lo que se venía anunciando en Olé día a día, demostrando que el periodismo verdadero y de fuentes, el confiable, todavía es de valor entre tanta información dando vueltas. A fuego lento se fue cocinando una idea lógica y entendible: suspender un torneo que tenía una sola fecha jugada, era de relleno, no tenía mucho interés. Y sin potencial fecha de regreso al fútbol, mejor cortar por lo sano.

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Lo mismo corre para los descensos. Después de unos meses tan distintos y difíciles, es entendible no exponer a los equipos/hinchas a pasar esa situación, incluso con planteles renovados por la sangría que habrá en algunos por la finalización de contratos a mitad de año. Lo que hace ruido, a esta altura, es casarse con la idea de no descensos en 2021. Se entiende que habrá crisis, que será complejo por lo económico; se podía haber reevaluado a fin de año. Que sigan los promedios es buena señal, pero la presión y emoción de los promedios es distinta a lo que genera una pérdida de categoría, exageradamente trágica en nuestro país.

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Más allá de razones válidas, suena más a movida política el cero descensos hasta 2022, se acumularán tres años y medio sin equipos que bajen, con lo negativo de que el torneo de ese año mundialista será con ¡28 equipos! Parece que un resfriadinho lo tiene cualquiera…