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«Vicentin vendió Renova por u$s 122 millones y los …

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La afirmación surgió ayer de un chat entre abogados de bancos internacionales involucrados en una denuncia contra Vicentin SAIC, por incumplimiento de contratos de crédito, radicada en las cortes de Nueva York. «Las acciones de Renova las vendieron en 122 millones de dólares y los escondieron». Renova es la planta modelo de producción de biodiesel que el grupo Vicentin instaló en la ciudad de San Lorenzo, Santa Fe, y que le fue vendiendo en partes a la suiza Glencore, dueña de Oleaginosa Moreno, hasta quedar repartida en 50% para cada una. La última operación, por el 16,67% del paquete accionario, se concretó el 2 de diciembre de 2019, es decir 72 horas antes de que Vicentin declarara su «estrés financiero», o en términos llanos en cesación de pagos. 

Qué destino tuvo el dinero que, se supone, había cobrado por esa transacción era hasta ahora un misterio, así como su  monto. Los representantes de la banca holandesa, francesa, japonesa y estadounidense que estaban detrás de esa información, asumen desde ayer que se ha revelado lo que temían, o sospechaban al menos: los ingresos de esa operación no ingresaron a la caja que responde a la demanda del concurso de acreedores, ni el cambio patrimonial fue informado a los acreedores externos tal como estaba comprometido en los acuerdos de crédito suscriptos. La consecuencia inmediata será una demanda judicial contra Vicentin SAIC en tribunales neoyorquinos; la que podría sobrevenir es que, una vez comprobado el desvío de esos fondos, todo el proceso de default y convocatoria de acreedores quedaría bajo sospecha de fraude. 

De la deuda total que se presentó ante la convocatoria de acreedores, por una suma de 99.345 millones de pesos, unos 1600 millones de dólares al cambio que se tomó en el expediente (60,58 pesos por dólar), aproximadamente un tercio corresponde a bancos extranjeros. El principal es la Corporación Financiera Internacional, que forma parte del Banco Mundial, con un crédito por 16.505 millones de pesos (u$s 272 millones), seguido por el holandés (La Haya) FMO, por 9228 millones de pesos. Otros importantes acreedores financieros extranjeros son el ING Bank filial Tokio ($4420 millones), Rabobank, de Utrecht (también de Países Bajos ($1430 millones), Rama Natixis Nueva York ($ 624 millones). Entre todos, unos 530 millones de dólares. Todos ellos, junto al Credit Agricole de Francia, además de ingresar en la convocatoria conformaron un comité de banco acreedores (steering committee, en inglés), para accionar contra Vicentin SAIC en tribunales extranjeros, por incumplimiento de contratos internacionales. 

Esta presentación se efectivizó en febrero de este año, cuando aquí se abría el concurso de acreedores. El primer dato saliente es que Vicentin, en manos de los hermanos Nardelli (Sergio y Gustavo) y de Alberto Padoán, no cuestionó la jurisdicción de los tribunales estadounidenses. Si habrá sido porque especulaba con una negociación con alguna empresa norteamericana interesada en quedarse con la cerealera local (¿Cargill?), es una pregunta que muchos se hacen. La justificación que hicieron los demandantes para elegir esa jurisdicción es que es el distrito a través de la cual el grupo Vicentin hace muchas de sus operaciones financieras y transferencias. En particular, señalaron cuentas en el Banco Itaú filial Nueva York.

El requerimiento formulado por los bancos denunciantes al juez fue que levantara el secreto bancario sobre las cuentas de Vicentin, para poder acceder a la información que la empresa no brindaba sobre sus giros al exterior y transferencias entre cuentas propias y/o con firmas vinculadas. Es lo que allí se llama «discovery process», proceso de revelación o hallazgo de una información que en forma inapropiada se oculta. En este caso, los millonarios contratos de financiación otorgados a Vicentin durante muchos años contemplaban la obligación de informar a los acreedores sobre cambios en la composición patrimonial u otros hechos relevantes que afectaran la situación o posición del grupo económico. Uno de los señalamientos que el steering committee de bancos hace en su presentación judicial, es que Vicentin llegó al aludido «estrés financiero» en diciembre sin haber informado, previamente, de ninguna situación particular que pudiera provocar un cambio en su situación económica.

La Justicia de Nueva York accedió al pedido de los bancos denunciantes, le reclamó a Vicentin toda la información requerida por los bancos acreedores, y tras un período de unos 60 días, es decir en torno al mes de mayo, recibió de la firma argentina una cantidad de informes y documentación que sometió a análisis. En los últimos días, esta información se puso a disposición de los bancos que la requirieron.  

«De la documentación entregada por Vicentin, ya hay una primera conclusión; por la venta de las acciones de Renova en diciembre, el grupo recibió 122 millones de dólares que no solamente fue una operación que no le fue informada a los bancos extranjeros, como tenía obligación de hacerlo, sino que ese dinero tampoco ingresó por las vías normales a la empresa», le relató a Página/12 el abogado Mariano Moyano, quien trabaja para acreedores del grupo Vicentin investigando el posible desvío a cuentas del exterior de fondos de sus empresas antes de declararse en cesación de pagos, y mantiene contacto con sus colegas del «steering committe».

¿Qué significa que no ingresó por las vías normales?, le pidió este diario al abogado que investiga la ruta del dinero de Vicentin. «Que no ingresó en las cuentas de la empresa, ni aparece en la filial Paraguay (que figura como titular de las acciones de Renova). Es parte de todo el manejo irregular de las cuentas de esta empresa. Esto confirma lo que venimos sosteniendo: hay que ir sobre las cuentas offshore del grupo, y ahora es la Justicia de Nueva York la que lo señala». 

Del 8 al 26 de noviembre de 2019, Vicentin SAIC ingresó 95,5 millones de dólares de fondos líquidos, para prefinanciación de exportaciones, otorgados por el Banco Nación. El 2 de diciembre, se sabe ahora, otros 122 millones. Casi 220 millones de dólares recibidos en menos de un mes, y antes de cumplir ese mes ya se había declarado en default. Dos mil seiscientos acreedores, y no sólo ellos, quieren saber algo más sobre esos manejos.

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