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Fue toda una sorpresa que un presidente peronista aceptara exponer en el 56 Coloquio de IDEA, y fue una sorpresa aún mayor que un grupo de empresarios criticara públicamente a Alberto Fernández en el chat de comentarios habilitado por las inevitables características virtuales del evento.
No fueron muchos los que lo hicieron, y la mayoría eran simples gerentes que seguramente tendrán que responder en estos días ante los verdaderos dueños de sus empresas, no tanto porque difieran en sus expresiones frente al gobierno peronista sino por la poca inteligencia de hacerlo en público.
Por eso resalta la participación estelar de Héctor Alfredo Poli, cuya familia tiene el 30 por ciento de las acciones de Pluspetrol, la tercera empresa privada hidrocarburífera del país, y antiguo integrante de la selecta lista de las mayores fortunas del país publicada por la revista Forbes.
Poli no hizo ningún comentario económico, después de todo su empresa se beneficiará de los planes de desarrollo impulsados por el Gobierno para el sector gasífero, sino que concentró su interés en el terreno político, en un punto que obsesiona al establishment y expresan hasta el cansancio todos sus voceros mediáticos: el papel de la ex presidenta y actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
«El Presidente dice cosas que Cristina contradice. El problema de desconfianza es que él no se planta frente a Cristina Fernández. Parece que manda ella. Por eso no le puedo creer», fue lo que escribió Héctor Alfredo Poli en el chat de IDEA.
Un resumen perfecto del sueño que moviliza, hasta ahora infructuosamente, a lo más selecto de los poderes fácticos de la Argentina: dividir al Frente de Todos. ¿Alguien se imagina qué pasaría en el país si tuvieran éxito? El sueño de los poderosos es la pesadilla del resto.
Héctor Alfredo Poli, el macrista
Lo primero que hay que saber del directivo de Pluspetrol es que no habla desde su lugar de empresario. A pesar de su cultivado bajo perfil, fue el tercer aportante individual más importante para la campaña reelectoral de Mauricio Macri con tres millones de pesos. Lo del bajo perfil viene a cuento porque, aunque podría haber disimulado su apoyo a través de testaferros o de sus múltiples empresas, prefirió dejar claro su alineamiento.
También hay que tener en cuenta que, de acuerdo a su propio relato, el gran salto de su empresa se dio a partir de 2002, o sea que el despegue se produjo en los años de crecimiento impulsados por las políticas de Néstor y Cristina Kirchner. Más aún, el mismo confesó que “entre 2009 y 2017 Pluspetrol hizo adquisiciones en el país por más de mil millones de dólares”.
Contrariamente, como a la mayoría de los empresarios, no le fue tan bien en los años de Macri, donde los activos de su empresa se derrumbaron junto al resto de la economía nacional.
Héctor Alfredo Poli, el de Forbes
La reiteración del segundo nombre sirve para diferenciarlo de su padre, Héctor Pedro Poli, fundador de la empresa junto a Luis Rey en 1976, un año bisagra en la historia argentina. Alfredo estudió ingeniería en la UBA, realizó un posgrado en Estados Unidos y regresó en 1991, pleno menemismo, para incorporarse a la dirección de la empresa familiar que por ese entonces facturaba unos cien millones de dólares, “una migaja” en sus propias palabras.
No le fue mal. En la lista Forbes de los más ricos de la Argentina la familia Poli figura en el puesto 14 con 700 millones de dólares. Pero para hacerse una idea más acertada sobre el lugar que verdaderamente ocupa conviene saber que los Poli tienen solo el 30% de la compañía, y que su única socia, Edith Rodríguez, es la mujer más rica de la Argentina.
Rodríguez es la viuda de Luis Rey, el otro fundador de Pluspetrol, y con 1700 millones de dólares ocupa este año el octavo puesto de la lista Forbes para el país. Semejante lugar en el ranking de los más ricos del país, les aseguran a los Poli y los Rey ser parte del selecto grupo que será alcanzado, cuando se vote, por el Aporte Extraordinario de las Grandes Fortunas. ¿Otro motivo para su enojo?
Dicho sea de paso, además de sus aportes de campaña Poli comparte con Macri la pertenencia a la exclusiva lista. El ex presidente aparece en 2020 en el veinteavo lugar.
Aclaración necesaria: El listado de Forbes se conforma en función de los valores bursátiles de las empresas de las que son dueños o tienen participación sus integrantes, más el valor de sus activos declarados. No aparecen en la suma los activos financieros no declarados, en el país o el exterior, ni los bienes que poseen a nombre de fondos fiduciarios, sociedades off shore y otros mecanismos de elusión y evasión, tan frecuente entre los principales empresarios argentinos (entre ellos los Macri, claro, otro punto de contacto).
Héctor Alfredo Poli, el de Paradise Papers
La estrella argentina en la primera filtración mundial de papeles de Sociedades offshore fue indudablemente Mauricio Macri. Llevada adelante por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) se conoció en todo el planeta como el escándalo de los Panamá Papers. En la Argentina produjeron una notable decepción entre los primeros periodistas elegidos para investigarlos, que en lugar del esperado apellido Kirchner chocaron repetidamente con el inesperado apellido Macri.
La segunda filtración internacional de documentación offshore analizada por la ICIJ se conoció con el nombre de Paradise Papers, y tuvo mucha menor difusión en la Argentina. Faltaban los nombres rutilantes de la política y, se sabe, los periodistas no son tan audaces con los nombres rutilantes de la economía. Más que de Panamá, los datos provenían esta vez de las Islas Caimán y Bermuda, y el nombre estrella entre los argentinos fue el de Héctor Poli, que apareció vinculado a un complejo entramado de sociedades manejadas por el estudio de abogados Appleby.
Aunque los medios argentinos no se interesaron demasiado, los periodistas peruanos del ICIJ llevaron adelante una minuciosa investigación de la red de sociedades que enmascaran los emprendimientos de Pluspetrol en ese país, donde aparecen a la cabeza de la producción gasífera. Allí se descubre que, desde 2005, las empresas del grupo que operaron en Perú respondían a su principal accionista, Pluspetrol Resources Corporation, una compañía basada en Islas Caimán. Además de señalar el juego de cajas chinas realizado por la empresa en los paraísos fiscales para eludir el pago de impuestos, las investigaciones peruanas también resaltan el lugar de Pluspetrol como la más denunciada por daño ambiental en ese país.
Héctor Alfredo Poli, el empresario multinacional
Pluspetrol no solo tiene una destacas participación en el mercado hidrocarburífero local, sino que además ocupa posiciones importantes en otros ocho países. En la Argentina está posicionada como una de las compañías líderes en reservorios no convencionales, lo que la constituye en una protagonista clave en Vaca Muerta, donde lleva adelante un programa de inversiones por US$ 616 millones.
Como ya se dijo, en Perú es la principal explotadora del mercado gasífero, pero la empresa también tiene presencia en Angola, Bolivia, Colombia, Estados Unidos, Perú, Uruguay y Venezuela. En sus papeles también figura Holanda, pero todo indica que su participación en ese mercado solo cumple la función de eludir responsabilidades fiscales. Investigaciones periodísticas aseguran que la compañía asentada en Países Bajos, que maneja toda la operatoria de Perú, solo tiene un empleado registrado.
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