MULTIMEDIOS PRISMA 24

IDENTIDAD EN COMUNICACION

Pelea de pesos pesados por los biocombustibles | Fr…

https://images.pagina12.com.ar/styles/focal_16_9_960x540/public/2020-09/108655-whatsapp-20image-202020-09-28-20at-2018-11-06.jpeg?itok=4JBFfJgh

En mayo del año que viene se cumplen los quince años de vigencia del régimen de promoción a la industria del biocombustible sancionado en 2006. De cara al comienzo de la discusión alrededor de un nuevo esquema que va a delinear el mercado durante los próximos años, hay una disputa entre el sector del biocombustible, que agrupa a cerealeras, pymes e ingenios azucareros y las petroleras junto a las automotrices.

El tema está en la agenda parlamentaria y también en la del gobierno. El flamante secretario de Energía, Darío Martínez, tiene previsto definir nuevos precios para la industria, algo que el sector reclama porque las plantas están paradas. Tanto desde el Frente de Todos como desde sectores de la oposición están a favor de la prórroga del régimen. Hay propuestas de la oposición para aumentar el corte de la nafta, lo cual daría un fuerte impulso a la industria de la caña y del maíz. La idea del gobierno sería la prórroga bajo las condiciones actuales de corte. En cambio, las petroleras quieren debilitar al sector.

El régimen del biocombustible permitió la creación de empleos calificados directos e indirectos en doce provincias, aumentó la tecnologización industrial, generó un flujo positivo de divisas y permitió reducir la utilización de los combustibles tradicionales, lo cual se traduce en un ahorro en materia de emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, también tiene externalidades negativas porque profundiza el modelo del agronegocio, con sus propios costos ambientales, en el desplazamiento de cultivos tradicionales y de economías familiares de baja escala.

Un sector exitoso

La norma de 2006 estableció un corte obligatorio de bioetanol en las naftas y de biodiesel en gasoil, respectivamente, lo cual aseguró un importante mercado para las empresas locales. Actualmente, ese corte legal es del 12 por ciento para las naftas y del 10 por ciento en gasoil pero no se cumple, porque los precios, que define el gobierno, están congelados desde diciembre. Para alcanzar el corte, se estableció un cupo para que estas empresas abastezcan solamente y de manera obligatoria al mercado interno, mientras que las grandes firmas se ocuparían del mercado externo. El impulso local se dio al mismo tiempo que a nivel internacional los biocombustibles cobraron dinamismo como forma de reemplazo a los combustibles fósiles.

Desde la sanción del régimen, la producción de biodiesel pasó de unas 700 mil toneladas en 2008, destinadas prácticamente en su totalidad a la exportación, a 2,8 millones de toneladas en el pico de 2017, de las cuales la exportación significó el 57 por ciento. Argentina es el principal exportador de biodiesel y entre los cinco primeros productores. En el caso del bioetanol, la producción pasó de cero a 1,1 millón de metros cúbicos en la última década, destinado en su totalidad al mercado interno.

En la actualidad hay más de 50 plantas de biocombustible distribuidas en doce provincias. Santa Fe concentra cerca del 80 por ciento de la producción de biodiesel, mientras que los establecimientos de bioetanol de caña de azúcar se produce en los ingenios azucareros de Tucumán, Salta y Jujuy y el bioetanol de maíz, en Córdoba, Santiago del Estero y San Luis. Si bien no hay números certeros, se estima que el sector cuenta con más de 10 mil puestos de trabajo en forma directa.

Los actores

En el sector de biocombustibles operan firmas globales, grandes compañías de capitales nacionales y también pequeñas y medianas empresas. Se destacan Molinos Río de la Plata, Louis Dreyfus, Bunge, Cofco, Cargill, Renova (Vicentin), Unitec Bio, Explora y Patagonia Bioenergía. Es un atractivo negocio para el complejo sojero y maicero.

Recientemente, las petroleras YPF, PAE, Raizen y Transfigura enviaron una carta a los ministros de Economía, Martín Guzmán, y Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en donde reclaman injerencia en la nueva ley de biocombustibles: piden que no aumente el corte, suba de impuestos al biocombustible y dividir el mercado entre un segmento con precio regulado para “las empresas no competitivas” y otro de precios libres. Las petroleras juegan con Adefa, que reúne a las automotrices. 

«Lo que dicen las petroleras no tiene correlato con la realidad. El sector del biocombustible para el mercado local es muy eficiente y además permite una optimización de la economía en general porque evita la importación de gasoil. Por otro lado, Argentina asumió un compromiso en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y esta es la forma de lograrlo. En cuanto a la nueva ley, lo primero es cumplir la ley actual, cosa que no se respetó completamente bajo ningún gobierno. Tiene que haber precios que permitan cubrir costos y dar una rentabilidad razonable y se tiene que cumplir el corte; ninguna de las dos cosas se cumplen en la actualidad», responde Hilarión Del Olmo, presidente de la empresa de biodiesel Explora. 

Impactos positivos y negativos

En “La cadena de suministro del biodiesel en Argentina”, publicado por la OIT, los investigadores Daniele Epifanio y Christoph Ernst advierten que los biocombustibles de base agrícola tienen una serie de impactos positivos pero también externalidades negativas. Entre los efectos positivos resaltan que favorece la autarquía energética, tiene impacto en la cadena de suministros industriales, ralentiza la despoblación rural a través del valor agregado en origen, genera un saldo positivo en términos de divisas y es una fuente energética de impacto menor a los combustibles fósiles. 

Sin embargo, advierten que su producción estimula el monocultivo, con impacto sobre la forestación, fertilidad del suelo, biodiversidad y daños a comunidades locales. “La efectiva sostenibilidad ambiental de la bioenergía depende de la sostenibilidad de las etapas de su cadena de suministro. En el caso de los biocombustibles, las fases de cultivación y producción de la materia prima son particularmente sensibles en términos de riesgo ambiental”, indican. Alrededor de un cuarto de la superficie sembrada de soja se destina a la producción de biodiesel.

Para Victor Bronstein, director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad, “la próxima legislación tiene que mantener el corte actual de biocombustibles. Hay que evaluar que el sector tiene impacto positivo en cuanto al desarrollo de las economías regionales, pero también compite por la superficie cultivable, lo cual impacta al alza en los precios de alimentos porque los desplaza a zonas cada vez más marginales”.

[ad_2]

Fuente

Desarrollo Web Efemosse
/ España: efemossesistemas.com
WhatsApp chat