Ocampos, una ilusión de Selección

Que Lucas Ocampos sea la bandera del Sevilla, hoy, es una gran noticia para la Selección. Le dice a Olé que éste es su mejor momento y lo ratifica partido a partido, como líder del equipo que es, con personalidad y esa confianza que lo lleva a patear un penal como lo hacía Dinho en otros tiempos, mirando hacia un lado y pegándole al otro. Ojo: nada para sobrar, sino tomando riesgos que a veces valen la pena, con el partido 0-0.

Yendo para atrás, el Ocampos que se recuerda es aquel flaco y alto que llegaba de Quilmes a River, que asomaba con peso propio en el camino sinuoso del equipo de Almeyda en el regreso a Primera, con una genética que ya lo distinguía. Tanto, que se lo llevaron de chico a Francia, y en esa transición por aquel país y por Italia es que se fue forjando ese volante incansable, potente, de grandes trancos, diagonales, llegada al área rival y gol.

Con 26 años cumplidos el sábado, una edad justa, Ocampos se transforma en un potencial hombre importante para la Selección de cara a las Eliminatorias. Difícil encontrar jugadores con sus características, de más de 1.80, con velocidad, capaz de avasallar, con carácter, más ordenado que antes, dúctil para moverse por los dos costados. Parece muy aplomado con casi ocho años en Europa, enfocado, sin encandilarse, jugando bien y con conceptos claros; como al remarcar que lo mejor del Sevilla es que le da pelea a cualquiera y que si le toca perder, no lo hace por más de un gol, valorando la fortaleza defensiva.

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Sevilla le abrió las puertas y responde, sonó para el Real Madrid, es de la Selección y no sueña con locuras sino con estar en las Eliminatorias. Cuando jugó amistosos, la camiseta no le pesó. Se sigue curtiendo y es una de las figuritas de LaLiga. Y es un tipo de jugador que pinta: si sigue así, sacrificándose, atacando, defendiendo, picando a los espacios, le puede dar mucho a la Argentina.