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Se lamenta porque no tiene bicicleta fija para entrenar. Acostumbrado a subirse a la suya y andar por el barrio, en su casa de Tigre, Martín Palermo extraña a Martín Palermo. Sí, ese hombre en pleno movimiento, activo, acostumbrado a la foto, al autógrafo, el recuerdo permanente de sus goles, al “genio, Martín”, “ídolo, Titán”, qué gol aquél, qué gol este otro, situaciones cotidianas que todavía se mantienen inalterable. Ahora mismo, por primera vez, hace varios días que no escucha nada de eso. El silencio del aislamiento sólo se rompe con Gianluca, su hijo de cuatro años, el que hoy disfruta como el goleador histórico no pudo con Ryduan, su otro hijo varón (también está Aline). Hoy, tras varios años en el exterior, al entrenador lo rodea otro contexto. Por eso, la charla con Olé arranca por ahí, por el ídolo que fue y el técnico que es.
-Hasta la cuarentena, ¿cómo era tu contacto con la gente?
-Un poco el habitual. Si me voy a quedar en el país, si voy a volver a Boca algún día… Cuando vas a cualquier lugar, al supermercado, la farmacia o un restaurante, siempre hay un hincha de Boca que te dice algo. O te agradece por un gol. Pero también me pasa con el hincha de fútbol en general. No sólo me piden fotos los de Boca, también hubo hinchas de River, de San Lorenzo…
-¿De River? ¿Sentís que, con el paso del tiempo, te ganaste el respeto de ellos también?
-Creo que el respeto del hincha en general. Por lo que fue mi carrera y quizás mi último paso por la Selección, con Diego. Ese Mundial… Que uno de River te pida una foto es también reconocer lo que uno hizo, pero también cómo me porté dentro de la cancha y afuera. Nunca un hincha de otro equipo me gritó algo malo en este tiempo. Pude tener situaciones de locura, pero bueno, era yo, jajaja. En las declaraciones, siempre traté de ser respetuoso.
-Ese gol a Perú, el de Grecia en Sudáfrica 2010, tu vida de película, ¿trascendió al goleador de Boca?
-Yo creo que todo eso ayudó a que el hincha en general me viera de otra forma. Jugar un Mundial con 36 años, la chance que me dio Diego, hizo como que mi última imagen como jugador no sólo quedara identificada con Boca. Tomó otra dimensión. Pero está claro que el cariño del hincha de Boca es incondicional. Siempre.
-¿Te pusiste a pensar en eso, si algún día te toca dirigir a Boca?
-¿Qué cosa?
-Que esa idolatría que te tuvieron como jugador se expone siendo técnico…
-Sí, lo tengo claro, sé que puede suceder que el día de mañana las cosas no sean tan exitosas como cuando fui jugador. Pero el hincha no debería confundirse: goles ya no hago más, ni voy a poder hacer lo que hacía antes, dentro de la cancha. Es otra circunstancia, otro momento. Lo que yo podía resolver con un gol, ahora no lo voy a poder solucionar como DT. En ese momento di todo, las cosas salieron bien, ganamos muchas cosas, pero como entrenador puede que sea de otra manera…
-¿Y no te da miedo poner en juego la estatua?
-No, no me da miedo eso. Porque eso va a quedar siempre. Una cosa es lo que fui como jugador, el hincha lo va a recordar siempre… Y puede suceder que el que me tiene como ídolo o que me quiera por lo que fui, quizás como entrenador pueda llegar a molestarse conmigo o no estar de acuerdo por cómo juega el equipo.
-No es un obstáculo…
-No, no lo planteo así. Tendría que ser selectivo. Y es lo que me toca por haber elegido esta profesión. Guille, el Vasco, vivieron lo mismo. No me quita el sueño. No es que por eso no voy a dirigir a Boca. De hecho, es algo que deseo. Boca y Estudiantes, por ser hincha, son los dos clubes que me gustaría dirigir en algún momento y el tiempo dirá cuándo… Pero también hay 20 o 25 equipos de acá que puedo dirigir. Estoy abierto a esas posibilidades…
-¿Hoy, con la experiencia ganada, estás más preparado para dirigir a Boca o si se daba apenas empezaste hubieras agarrado igual?
-A veces no sabés cuál es tu preparación ideal para dirigir un equipo. Si de entrada me tocaba Boca, capaz que me hubiese ido mucho mejor que en Godoy Cruz, porque tenía un mejor conocimiento del club, de cómo manejarme, de la exigencia de la gente, de los jugadores, del periodismo, del día a día, cosas con las que yo he convivido siempre. Y eso que en Godoy Cruz, el primer semestre, salió todo muy bien, eh. Pero no mide para ser mejor entrenador la madurez que tengas…
-¿Es el momento que te toca?
-Obvio que cuando más aprendizaje y experiencia tenés, mejor. Pero sí, es el momento. Cuando te toca, tenés que estar preparado para lo que sea. Cuando uno elige ser entrenador, sabés que cuando agarrás un equipo, tenés que estar a la altura de esa exigencia. Es así.
-Pasaron el Vasco y Guillermo, volvió Miguel… ¿No te da ansiedad saber cuándo te tocará a vos en Boca?
-No tengo ansiedad ni tampoco preocupación porque no me toque. Será en el momento que tenga que ser. Si me tiene que tocar Boca, me tocará. Mientras tanto, quiero avanzar en mi carrera de entrenador. No me quedo sólo en la posibilidad de dirigir un equipo. Como te dije antes, estoy abierto a entrenar otros clubes y seguir haciendo esto que elegí.
-Con Riquelme, más allá de las diferencias, siempre hubo una relación de respeto. ¿Eso sigue así?
–Siempre tuvimos respeto. ¡Cómo no va a existir ese respeto con todo lo que vivimos y compartimos! Incluso, me mandó mensaje para su partido despedida. Se terminó suspendiendo, pero si podía, iba a estar. Por ahí lo que pasó en este tiempo es que por diferentes motivos no volvimos a encontrarnos, a charlar, pero el respeto de uno por el otro está…
-¿Y desde ese respeto podrían trabajar juntos ahora en sus respectivas funciones o lo ves difícil?
-El tiempo dirá qué nos deparará en ese sentido. Soy muy de esperar los momentos y veré ahí, cuando las cosas sucedan. Pensar ahora en si vamos a trabajar juntos alguna vez, no lo sé. La verdad, no lo sé. Pero así como sucedió que dentro de la cancha pudimos congeniar de la mejor forma, tener la conexión que tuvimos, porque lo hicimos así, más allá de las diferencias, en el futuro puede darse igual. No sé, será cuestión de verlo en el momento. Si me llama o no, y si es para ser DT o no…
-Más allá de lo que dijiste de la madurez, ¿hoy te sentís más armado que el técnico que agarró Godoy Cruz?
-Creo que lo que hicimos en Godoy Cruz, el primer semestre, no sólo fue muy bueno sino que se acercó mucho a lo que pretendemos. Pero el trabajo que hice en Chile también me sirvió bastante. Porque fueron dos años y medio en Unión Española, donde plasmamos una idea, conformamos un plantel, eso de sacar 13 jugadores e incorporar 11 y así lograr el estilo que yo quería. Obtuvimos un segundo puesto, peleamos con Colo Colo, jugamos una pre Libertadores y una Sudamericana, debutaron muchos chicos…
-¿Y en México notaste esa evolución?
-Sí, por ahí allá me terminé de consolidar como entrenador, sobre todo en un equipo de la exigencia de Pachuca, el nivel del plantel que tenía. Yo mismo hice ese click de decir, ‘bueno, estoy dándome cuenta del rol de entrenador que estoy teniendo, de la relación que he logrado con los jugadores como conductor de grupos, del modelo de juego’. Allá dirigí jugadores de nivel de selección y eso te lleva a medirte frente a retos más importantes. Hoy siento que cambié mucho, que evolucioné en varios aspectos…
-Hablaste de modelo de juego. ¿Qué busca Palermo para sus equipos?
-En eso, tengo la misma ambición que tuve cuando fui jugador. Tener un equipo protagonista, que luche por cosas importantes. Soy exigente a la hora de entrenar, en los cuidados profesionales. Un poco lo que fui yo.
-Tus equipos son de marcar varios goles. Se dio en México…
-Sí, eso también. En todos los equipos que me tocó dirigir, convertimos muchos goles. Soy de buscar variantes de juego y en ataque para eso. Después, el sistema va también de la mano de los jugadores que tenés. Es así. Además, pretendo que mis equipos sean equilibrados, fuertes en defensa, que sean dinámicos e intensos. En ese sentido, dirigir afuera, en otras ligas, conocer cómo es el fútbol de Chile o de México, te hacen crecer como entrenador. Es decir, no cerrarse al círculo del fútbol argentino, también abre el abanico de posibilidades.
Como papá, Palermo también disfruta de otro momento de su vida. Y eso, claro, va de la mano de la madurez y del tiempo. Por eso, lejos de esa vorágine arrolladora que implicaba ser el goleador histórico de Boca, hoy lo lleva de otra forma. “Te diría que como padre es una experiencia nueva. Gianluca nació en Argentina y a los cinco meses nos fuimos a Chile. Allá también pude compartir más tiempo con él, acompañar su crecimiento. Con Ryduan y Aline fue diferente. Aquellos momentos en Boca, cuando ellos eran chiquitos, era todo una locura. La concentración, los partidos… Era salir a la calle, a un lugar público y que todo se desbordara. Vivir al límite todo el tiempo. Muy difícil. Hoy la exposición es otra y eso hace que uno disfrute más de los momentos”, cuenta.
-¿Y ahora? ¿Qué estás haciendo en este tiempo de parate?
-Me actualizo. Voy viendo entrenamientos, cursos, situaciones, capacitándome de la manera que pueda para que cuando me vuelva a tocar dirigir, estar mejor preparado todavía. Ahora sumamos al equipo de trabajo a Nicolás Chiesa, que trabajaba con Nicolás Burdisso en la secretaría técnica de Boca. Está muy capacitado. Y también a Mara, la psicóloga, que salió del área del fútbol profesional. Queremos tener un cuerpo técnico más fuerte y más completo, abarcando otras áreas. Ellos se suman al Pato (Abbondanzieri), a Gastón Mendoza (el PF) y a un video analista que tuvimos en Chile y que llevamos también a México.
-Mara, la psicóloga, fue muy importante en tu carrera en Boca…
-Sí, la conozco desde el 99. Fue la primera persona que me trató después de la lesión en la rodilla con Colón y, a partir de ahí, siempre me atendí con ella. Me ayudó mucho en eso, en el cambio anímico, en la preparación del durante y el después, en el regreso de esa lesión y de las otras. Fue clave para mí. Después, también la utilicé mucho a nivel personal. Me aportó una cuota en todo, porque yo no siempre me sentí infalible. Por mi forma de ser, por los golpes fuertes que tuve, siempre he necesitado ayuda, contención y una orientación. Incluso, en cómo poder afrontar el éxito o la frustración. Por eso entiendo que es importante también tenerla en mi equipo de trabajo. Nos va a dar una mano grande.
-¿Hablaste con Carlos Bianchi en este último tiempo?
-Con Carlos hace rato que no hablo. Nos mandamos mensajes para nuestros cumpleaños, pero como estuve dirigiendo afuera, no tuve la chance de volver a juntarme. Sí lo hice en un momento. Después, tuve la posibilidad de reunirme con otros entrenadores en Europa. Estuve con Allegri en Juventus, con Mancini en el Inter, con el Cholo en el Aleti, con Rafa Benítez en el Real Madrid. Fueron experiencias que me ayudaron a seguir creciendo. También me junté con Sergio Hernández, el DT de la Selección de básquet, porque quería saber el punto de vista de otros deportes, que también se pueden aplicar al fútbol.
En el 2014, cuando ambos se enfrentaron como entrenadores.
Palermo y Bianchi, en viejas épocas doradas.
-Te preguntaba por Bianchi porque, sobre todo a ustedes, que los marcó mucho, sin dudas es una referencia…
-Eso es así. Pero es difícil ser como Carlos. Son los elegidos los que logran lo que él consiguió. Entre miles y miles de entrenadores, son pocos los exitosos.
-¿Hoy, desde este lugar, admirás un poco más su capacidad?
-Y sí, te das cuenta el nivel de capacidad que tenía para manejar situaciones o la facilidad para conducir un grupo, potenciar planteles, grandísimos jugadores…
-¿Se lo puede copiar en algo?
-Para mí es imposible copiarlo. Y sería una equivocación tremenda hacerlo. Porque no soy Bianchi, no hablo como él… Lo mismo si quisiera hacerlo con Basile o con Guardiola. Puedo sacar algunas cosas de ellos, pero tengo que tener mi estilo, mi forma, mi manera. Querer parecerse a un entrenador, y más a uno como Bianchi, sería errarle al camino.
-Hablaste del conocimiento del Mundo Boca, ¿a Russo lo benefició eso para lograr este título?
-Sí, no es cuento eso de conocer al Mundo Boca. No es fácil llegar desde afuera y que las cosas te vayan bien. En ese club el día a día es diferente a todos, demanda muchas cosas. Y a veces ese desborde hace que un entrenador no sepa cómo manejarse o el jugador quede expuesto en muchas situaciones. Es un exigencia muy alta y te consume. Por eso, respondiendo la pregunta, creo que Miguel tuvo una gran ventaja, por esa experiencia en el 2007. Fue clave. Eso lo llevó a hacer las cosas con más simpleza, justamente con más conocimiento, y tuvo la respuesta de los jugadores. Eso lo llevó a ganar el título también.
-¿Te sorprendió el nivel de Tevez?
-En esa clase de jugadores, es difícil que algo te sorprenda. Por eso no me llamó la atención su nivel. Cuando uno tiene confianza y la posibilidad de demostrar qué clase de jugador es, esas cosas suceden. Y Carlitos lo aprovechó al máximo.
-Pero venía en baja. Pocos pensaban que, hasta por su edad, podía rendir de ese modo y ser la figura del título…
-El equipo, en su momento, tampoco estuvo tan bien para explotar sus cualidades. Y a eso se le sumó que hubo varios golpes fuertes, que se sintieron futbolísticamente. Pero ahora muchos levantaron o cambiaron su nivel, de acuerdo a lo que les transmitió también Miguel. Ves a otro Boca en todo sentido, tiene otro estilo.
-¿Tevez está jugando como lo hizo con vos en el segundo semestre del 2004, antes de que se fuera a Corinthians?
-Siempre se sintió bien ahí. No me sorprendió su nivel porque jugó justamente donde se siente cómodo. Más como un segunda punta, un nueve tirado atrás. En Europa también lo hizo así y le fue muy bien. Y hoy por hoy, con su edad, con el recorrido que tiene, a veces no hay que hacer que vaya tanto al choque. Si lo metés entre los centrales, le va a costar más. Él, ahí donde lo puso Miguel, siempre te brinda más opciones de juego.
El Titán habló de la actualidad del equipo de Russo.
-De los nueve que jugaron después de vos, siempre elogiaste a Benedetto. ¿Y Wanchope Ábila?
-Creo que sí, que el mejor, el que más rindió y el más goles hizo, fue Benedetto. Pero hoy por hoy Wanchope me gusta, cumple las expectativas que necesita un equipo como Boca: hace goles. Él tiene eso que se le pide al nueve de Boca. Y una estadística alta también, para destacar. No es fácil hacer tantos goles.
-¿Te hubiese gustado jugar la final de Madrid?
-Ya no era mi momento. Si es por gustarme, me hubiera gustado jugar la final del mundo del 86… Yo estoy muy contento con lo que me tocó vivir como jugador y fue una etapa muy exitosa para Boca. Lo del Real Madrid, otras finales de Copa… Qué podría haber hecho yo en esa final contra River, es hablar de supuestos. Es imaginación. Está fuera de alcance hoy.
-¿Y aquel Boca de Bianchi era más que este River de Gallardo?
-Es difícil saberlo. El Boca de Bianchi tenía una mentalidad tremenda, ganó muchas cosas. Pero decir que si nos mediríamos en la actualidad, ganaríamos nosotros, también es algo imposible de determinar.
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