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IDENTIDAD EN COMUNICACION

Mauricio Macri no atiende una lección de Cristina Kirchner

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Cambiemos atraviesa un bautismo complicado en su papel de nueva oposición. Enfrenta dos temas acuciantes: la renegociación de las deudas provinciales (Mendoza, Corrientes, Jujuy) en medio de las gestiones internacionales que lleva adelante el ministro de Economía, Martín Guzmán; la ofensiva del Gobierno K con el objeto de podar fondos a la administración de la Ciudad, a cargo de Horacio Rodríguez Larreta. La figura connotada del PRO.

La coalición tiene en su agenda otros temas pendientes que mixturan su armonización con pulseadas contra el oficialismo. Podrían constituir anticipos acerca de cómo sería a futuro su funcionamiento. Está la nominación de Daniel Rafecas para la Procuración General de la Nación. El hombre que manejaría a los fiscales. También asoma en debate la titularidad en la Auditoría General de la Nación (AGN). Órgano de control que corresponde al partido opositor. Sin los votos de Cambiemos en el Senado, difícilmente el juez federal pueda lograr ese ascenso. Necesita los dos tercios. El PRO desea que Miguel Angel Pichetto​ quede con el timón de la AGN. Los radicales auspician a uno propio. En lo posible, a Jesús Rodríguez, que oficia desde hace años como auditor.

Ambos asuntos requieren de una coincidencia que todavía no se logró. Aunque hay entre los principales dirigentes una convicción: sería de un riesgo enorme para el equilibrio institucional que las diferencias terminaran por dividirlos a la hora de actuar. En el tema de la plata y las deudas no asoma aquel riesgo. “Estamos espalda con espalda”, se le oyó decir al diputado radical y jefe del interbloque, Mario Negri, en el encuentro que tuvieron con los gobernadores antes de juntarse con Sergio Massa, el titular de la Cámara de Diputados, y Máximo Kirchner, el jefe del bloque del Frente de Todos. La alusión incluyó también a Rodríguez Larreta​.

Alfredo Cornejo y Negri fueron claros delante de sus pares kirchneristas. Están dispuestos a acompañar el proyecto de Ley de Renegociación de la Deuda, que se tratará este miércoles en el Congreso, siempre y cuando se incorpore otro similar que contemple las restructuraciones provinciales. Massa aseguró que no habría problemas. La oposición suele dudar sobre la distancia que siempre separa las palabras de los hechos del jefe de la Cámara Baja.

Cambiemos no suponía que durante este trance sensible se iba a producir la irrupción de Mauricio Macri. Alejado y en silencio desde su salida del poder el pasado 10 de diciembre. Fue una reaparición, quizás, involuntaria. Que no calibró adecuadamente. Se reunió con un grupo de militantes de Río Negro en Villa La Angostura, donde veranea. De esa intimidad afloraron palabras que levantaron hervor en Cambiemos.

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El ex presidente confió a sus interlocutores que muchas veces decía a sus funcionarios que no se podía tomar deuda eternamente “porque el día que los mercados nos dejen de prestar, nos iremos a la mierda”. La confesión sembró dos interrogantes políticos. ¿El endeudamiento se fue gestando sin su consentimiento? ¿Los ministros del área actuaron por cuenta propia? Si así hubiera sido, se habrían desnudado falencias graves: una, como líder de la administración; otra, como referencia de una coalición que, con algunos corcoveos, siempre acompañó el rumbo.

Los radicales díscolos (Ricardo Alfonsín, Federico Storani) no se privaron de arrojarle palos. El titular de la UCR, el diputado Cornejo, tampoco se quedó callado. “Me parece que debe seguir en el camino del silencio y la prudencia”, aconsejó. Macristas inconfundibles también pegaron un salto. Pero se anudaron la lengua.

El regreso de Macri apareció potenciado por otro par de motivos sin vinculación entre sí. Uno fue por las declaraciones de su ex asesor Jaime Durán Barba. El ecuatoriano opinó que Cristina Fernández es “la mujer más brillante de la Argentina”. Y que Macri “ya fue”. Es cierto que Durán Barba fue una bisagra durante muchos años que articuló la relación política entre Macri y Marcos Peña, su ex jefe de Gabinete. Pocos se le animaron –Elisa Carrió fue una de ellas- mientras Cambiemos ganó elecciones. Ahora salieron en coro a descalificarlo sin reparar en algo. Durán Barba, amén de su controvertido pensamiento político, trabaja de asesor y cobra por esa tarea. Cobra, claro está, mientras los resultados le sonríen. El “ya fue” para Macri indicaría que el negocio concluyó.

El otro episodio se relaciona con la designación del ingeniero –conocida este martes- como titular de la Fundación FIFA. Un cargo part-time y ad honorem que le facilitará la exposición pública. Tal vez, signifique su regreso a un mundillo que siempre añoró. Trampolín para su carrera política. De ninguna manera garantiza la reiteración de la historia.

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Esa designación fue ignorada en Cambiemos. La polvareda surgió en enclaves oficialistas. Donde se hizo una llamativa ensalada con su papel de ex presidente y las rencillas y miserias que siempre atesora el fútbol. ¿Qué tendría que ver el nuevo cargo con la pobreza que dejaron sus cuatro años de poder? Fue el argumento de Rodolfo D’Onofrio, el mandamás de River. ¿Cuánto podría opinar Pablo Moyano, el hijo del líder camionero, que ha colocado a su club, Independiente, casi en situación de default? Marcelo Tinelli, que integra la Mesa contra el Hambre ideada por Alberto Fernández, habló de una nominación “lamentable”. Tiene todo el derecho. Aunque no el mismo rigor para fiscalizar las cuentas que dejó en San Lorenzo su antecesor, Matías Lammens​. Convertido ahora en ministro de Turismo y Deportes del gobierno solidario K.

El auténtico problema para Cambiemos fueron las declaraciones sin filtro que Macri formuló sobre la deuda. Abrieron las puertas al Gobierno en un momento delicado de la negociación que lleva adelante con los acreedores. Alberto aprovechó para condenar al ingeniero. Y recordar su herencia. Axel Kicillof, que conduce una estrategia indescifrable por una deuda de US$ 250 millones en Buenos Aires, actualizó que todos los inconvenientes obedecen al legado macrista.

El kirchnerismo, en ese aspecto, viene siendo más astuto que el macrismo en sus años de poder. La cuestión de la mala herencia económica está siempre presente en el relato. El ingeniero, a instancias de Durán Barba, prefirió omitir ese rubro y colocó en primera línea la lucha contra la corrupción. Le sirvió mientras logró conservar el gradualismo. La economía, a partir de la crisis del 2018, pudo muchísimo más.

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Tampoco Macri ha tenido en cuenta hasta ahora otro detalle. Luego de negarse a cederle los atributos del poder, Cristina se sumió en el silencio. Intercalado, pocas veces, con pinceladas de tuits críticos contra él. Apostó al fracaso económico. Retomó con moderación la escena para las legislativas del 2017. También le fue mal. Entendió que el segundo plano constituía quizás el único lugar para una recomposición seria. Terminó ungiendo a Alberto como candidato. Lo convirtió en presidente desde las sombras. Aunque desde vicepresidencia sigue sin resignar un solo ladrillo para la construcción del poder.

Tal lección no pareciera haber sido repasada por el ex presidente. De su aprendizaje, a lo mejor, depende el futuro personal. Sobre todo, la posibilidad de una consolidación de Cambiemos como herramienta de alternancia democrática. O, al menos, de esterilización de cualquier ensayo de proyecto hegemónico.

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