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Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y los radicales, maniatados por la pandemia y por la embestida judicial

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La oposición tiene tres funciones en una democracia: colaboración, control y contestación, asegura en uno de sus libros el jurista Ricardo Haro. Pero ese rol fue despreciado por la grieta, una estrategia de Néstor Kirchner para concentrar poder y dividir al “enemigo”, que terminó enfrentando a -probablemente- la mitad del país. La otra mitad aguardó, por ahora en vano, que el presidente Alberto Fernández fuera “el hombre gris” que venía a pacificar a “la Argentina despedazada, partida en dos ideas”, descriptos en el siglo pasado por Benjamín Parravicini, un pintor y escultor conocido por sus dibujos proféticos.

La oposición está atrapada en un laberinto donde conviven intereses sectoriales, opiniones enfrentadas sobre qué posición adoptar frente al gobierno y, sobre todo, una falta de liderazgo institucionalizado, por ejemplo en una mesa de conducción, que por momentos la invisibiliza.

Alfredo Cornejo y Mario Negri en una cumpre radical antes de la pandemia. Foto: Federico López Claro.

Alfredo Cornejo y Mario Negri en una cumpre radical antes de la pandemia. Foto: Federico López Claro.

En lo individual, Mauricio Macri no ejerce ningún liderazgo pese a los más de 40 puntos que obtuvo en las elecciones de 2019, no por su “exitosa” gestión sino en contraposición a la figura de Cristina Kirchner​. Más aún, Macri debería pensar próximamente en adquirir fueros, siendo candidato a legislador el año próximo.

Cristina Kirchner, en un cocktail de venganza y de estrategia política apoyada por la Casa Rosada, ha desatado una ofensiva judicial contra el ex mandatario con la causa por espionaje pero también involucrándolo en el caso Vicentin por los préstamos otorgados por el Banco Nación en su gestión. Como lo hiciera Durán Barba con ella cuando consideraba que Macri necesitaba tenerla enfrente para aumentar su caudal de votos, ahora la estrategia oficialista es darle al ex mandatario una centralidad para que la sociedad y el Frente de Todos visibilice al “enemigo” y al “culpable” de todos los males. Verlo preso o acusado como ella, de Jefe de una asociación ilícita –como ocurre con la vice en la causa de los cuadernos de la corrupción- sería el objetivo final.

El otro referente, Horacio Rodríguez Larreta​ quedó encerrado en la lógica de la pandemia. En los primeros meses fue elogiado por una gestión eficaz, sin miramientos ideológicos o políticos, trabajando codo a codo con Alberto Fernández. Pero con la grieta contagiando la relación Gobierno-oposición, quedó relegado a un lugar incómodo, en momentos en que un sector de la sociedad reclama una voz que se le plante al tándem Alberto-Cristina. Si bien Larreta dijo estar en desacuerdo con la expropiación de Vicentin, debe lidiar con la escalada de contagios y permanentes roces con funcionarios de la Provincia. Además de la oposición en su propio distrito. El Frente de Todos, que encabeza el legislador y amigo personal del Presidente, Claudio Ferreño, ha denunciado a efectivos de la Policía de la Ciudad de participar del espionaje ilegal del que es denunciado Macri y han buscado pegarlo a Larreta reclamando interpelar a miembros de su gabinete.

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Y en tercer lugar el radicalismo, con el ahora dirigente de la UCR Martín Lousteau​, que se ha alineado en la posición moderada de Rodríguez Larreta y considera que hay que contribuir con el Gobierno y cree que es un error entrar en el juego de las agresiones cuando el sector más radicalizado del oficialismo endurece su posición. A diferencia de Alfredo Cornejo, quien opina que “el relato del Gobierno sólo cierra con la pandemia” y si bien hay que “celebrar los pocos muertos” tambien “debemos ocuparnos que no mueran las empresas”.

“A lo mejor no hemos sido todo lo furibundamente opositores que la gente reclama”, interpretó un dirigente macrista, al aludir a las manifestaciones que se dieron el sábado en distintos puntos del país, con eje en Santa Fe, sede de la cerealera Vicentin a la que el Ejecutivo pretende expropiar.

De hecho, esa protesta excedió la situación de Vicentin. Se filtraron otros reclamos como por la decisión del procurador del Carlos Zannini de pedir que se le restituya la pensión como vicepresidente –unos $400 mil- a Amado Boudou, condenado por corrupción contra el Estado en la causa Ciccone. Y que además, podría percibir unos $17 millones por el tiempo que no lo cobró. Todo en medio de una pandemia y de una incalculable crisis económica en la que hay segmentos que no tienen ingresos y en el que una larga lista de comercios y pymes desaparecerían. “Por más que corresponda o haya una ley, nos falta sensibilidad para entender que no es el momento para eso”, admite un funcionario del Gobierno. Zannini, como el jefe de los abogados del Estado, debería haber explicado la estrategia judicial respecto de Vicentin y no viendo cómo favorecía a Boudou.

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Volviendo al planteo del jurista Ricardo Haro, la oposición podría decirse que cumplió con dos de sus tres obligaciones. Brindó “colaboración” en la lucha contra la pandemia; y “control” al no acompañar con su voto algunos proyectos que consideraba fuera de lugar. ¿Y la contestación?

“La oposición está para hacer lo que puede, adentro de la coalición no todos piensan lo mismo”, indica un legislador. En un reciente chat del interbloque de diputados de Juntos por el Cambio, los legisladores analizaban el escenario político. Algunos afirmaron que el Gobierno no tiene un rumbo definido ni quién lo decide, si Alberto o Cristina, y que la sociedad lo percibe, por lo que la protesta podría constituirse en una suerte de punto de inflexión acerca de lo que está por

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