MULTIMEDIOS PRISMA 24

IDENTIDAD EN COMUNICACION

«Los kirchneristas se consideran hijos de los Montoneros»

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Cuando empezaron los 70, Ceferino Reato estaba en sexto grado, quería ser cura y se había inscripto en el seminario menor de Paraná. Ahí, entre rezos y sacerdotes, fue donde por primera vez escuchó hablar de la guerrilla. Venía de una casa cruzada por la tensión identitaria que pugna en Argentina desde 1945 hasta nuestros días: su padre, Ovidio, era un furibundo antiperonista, en cambio su madre, María, una ferviente peronista.

Más allá de eso, era poco lo que se sabía del Golpe en Crespo, la pequeña ciudad de 20 mil habitantes donde vivían los Reato. Pero sí sabían que se venía. “Me acuerdo del Golpe ahora, eso de despertarte temprano y escuchar la marchita, ya se sabía, se hablaba tanto, que solo faltaba saber qué día era”, cuenta.

“El Golpe no fue como dice Karl Marx ‘un relámpago en un cielo sereno’, todos los golpes tienen una preparación. Además los militantes hicieron el golpe cuando quisieron, en un momento de gran autonomía, pero eso lo aprendí después”, relata el periodista y best seller, que en su último libro Los 70. La década que siempre vuelve (Ed. Sudamericana) repasa con ritmo de thriller político cómo se gestó la llegada de los militares al poder y la caída del gobierno peronista de Isabel Perón.

Reato se centra en uno de los temas que lo obsesiona: la violencia política. Con menciones a otros de sus títulos como Operación Traviata, sobre el asesinato del líder de la CGT José Ignacio Rucci a manos de Montoneros, pasando por Operación Primicia, en el que aborda el ataque al Regimiento de Infantería 29 de Montecaseros, Formosa; ¡Viva la Sangre!, sobre Córdoba antes del Golpe, hasta llegar a Disposición Final, en el que consigue la confesión de Jorge Rafael Videla, que le pone nombre al mecanismo de los asesinatos de la dictadura, Reato hilvana un rompecabezas de capítulos fáciles de leer y que cuentan desde diálogos hasta chistes de esa época. 

«Los kirchneristas se consideran hijos de los Montoneros, sin la lucha armada», afirma en una entrevista con Clarín, sobre el aplauso que el presidente Alberto Fernández y su vicepresidenta, Cristina Kirchner, en la ex ESMA, en el día de los Derechos Humanos. «Las palabras de Boitano y las risas de CFK lo prueban», agrega. Además, habla del rol de los medios oficialistas, el periodismo militante, y polemiza sobre el número de desaparecidos.

Aplaudir a Montoneros

─¿Por qué siempre volvemos a los 70?

─Los 70 son una herida pero muchos escarban en la herida porque ahí se alimentan de una manera vampiresca, como si se alimentaran de la sangre de los 70. El ejemplo más nítido y que mejor resultado le dio fue a Néstor Kirchner y el kirchnerismo. Él nunca tuvo apegó por los Derechos Humanos cuando fue intendente de Río Gallegos y gobernador, pero después de la crisis de 2001 se dio cuenta que se habían reabierto todas las heridas y a partir de ahí, en los 70, encontraba un buen eje de discurso.

─Hace días, los 70′ volvieron con un aplauso presidencial a Montoneros en la ex ESMA, con el discurso de Ángela «Lita» Paolín de Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. 

─Yo creo que «Lita» Boitano tiene razón. La Marina, a pedido de Massera, se había especializado en la represión ilegal a Montoneros de Capital Federal y zona norte del Gran Buenos Aires, la columna norte, que era muy aguerrida. Massera pensaba que si quería tener chances su proyecto presidencial tenía que participar en la Disposición Final y así lo hizo. Lita estaba contenta porque Cristina y Alberto le había permitido hacer eso.

─Ella dice «gracias por permitirme decir esas dos palabras», por «peronistas y montoneros».

─Sí, porque eso conspira contra el discurso oficialista de los Derechos Humanos que indica que las víctimas de la represión ilegal no eran Montoneros, sino jóvenes idealistas o que aparecían en una agenda de un secuestrado. Lo de Boitano es verdadero, pero no es bueno para el discurso oficial porque habla de un conflicto bélico.

─Algunos leyeron cierta incomodidad en Fernández, no así en su vicepresidenta.

─La sonrisita de la vicepresidenta indica que ella considera que esa generación tenía ideales que hay que seguir aplaudiendo y apoyando. La vice siempre estuvo en contra de la lucha armada, pero me parece que el tema de los ideales de los 70 no es solo problema de método, de lucha armada, sino de ideales en sí. Tiene que ver con que el peronismo que ella profesa no es muy republicano, no cree en la división de poderes claramente, a partir de su última carta lo vemos: impugna a la Corte porque no es electa popularmente. En el kirchnerismo se consideran hijos de los Montoneros, sin la lucha armada, pero compartiendo las mismas ideas.

La moraleja del padre judío

Discurso de Perón contra Montoneros en Plaza de Mayo en 1973.

Discurso de Perón contra Montoneros en Plaza de Mayo en 1973.

En su libro, Reato apela a chistes para dar cuenta de las contradicciones dentro del propio peronismo en los 70’ y también rescata una moraleja de un padre judío que el propio Perón le relató a la cúpula de Montoneros cuando fueron a visitarlo en el exilio.

«El padre lo llama: ‘Jacobo, Jacobo. Tu regalo está arriba del ropero. Andá a buscar la escalera y agarralo’. El chico, con toda la ilusión, busca la escalera y se trepa a la carrera, pero cuando llega arriba no ve nada. ‘Papá, aquí no hay nada’, se queja, sorprendido. Entonces el padre lo mira, toma la escalera y se la quita de un tirón: el chico se da un golpazo y, cuando está en el piso, dolorido, el padre le dice: ‘Hijo mío, mi regalo es que aprendas a no confiar ni en tu padre’”, cuenta Reato que Perón les dijo a los tres jefes de la orga.

─¿Con el chiste del padre judío de Perón a la montoneros les dice que nunca confíen en él?

─Les dice que nunca confíen en mi, pero también les dice “ojo que soy yo el que les pone la escalera”, porque también los montoneros jugaban a lo que se llamó el entrismo, que era aprovechar al peronismo para llevarlo a un lugar donde Perón no quería ir, que era el socialismo, el comunismo, y ahí siempre iba a tener un momento de dictadura del proletariado, porque el proletariado se tiene que constituir como clase dominante, para aplastar a la burguesía y después vamos a una sociedad sin clases, pero para eso necesitás un momento de máxima concentración de fuerza, y no creo que los obreros peronistas estén de acuerdo con eso, son más capitalistas. Entonces entre que querían entrarle al peronismo y Perón quería utilizar a los montoneros y jaquear a los militares, Perón les tiene que decir a los jóvenes “miren ustedes están por mi, si les saco la escalera se estrellan contra el piso”. Pero me parece que lo que demuestra la historia es que ambos se equivocaron…

─¿Por qué?

─Perón claramente no los pudo disciplinar y los otros porque perdieron política y militarmente. El Golpe tuvo una preparación de los militares golpistas, pero la sociedad terminó pidiéndolo, en parte por la violencia desatada por los grupos guerrilleros, que a su vez creían que eso les venía bien porque forzaban las contradicciones e iban a terminar imponiéndose.

Recién llegado a Ezeiza, Perón bajo el paraguas de José Ignacio Rucci, el 17 de noviembre de 1972.

Recién llegado a Ezeiza, Perón bajo el paraguas de José Ignacio Rucci, el 17 de noviembre de 1972.

─¿El asesinato de Rucci igual es lo que termina detonando todo? Se ve la pelea entre los sindicalistas, que Perón consideraba clave, y la juventud maravillosa que si se peleaba con los gremios dejaba de serlo.

─Es cuando Perón dice “me cortaron las piernas”. Es importante ese caso porque la JP, que era la cuestión de superficie de Montoneros, se termina dividiendo. El Padre Mugica lidera la división y logra que el movimiento obrero peronista se vaya en masa de Montoneros, porque ellos, el padre Galli y Mugica, dicen los acompañamos hasta acá, pelearse con Perón es demasiado. Hay una dinámica que los actores no pueden controlar. Perdía me dijo que en realidad eso les paso porque eran muy jóvenes, imberbes, esas cosas terminan mal, me parece que la escribo para reconocerla, porque no podes terminar reconociendo cosas que terminaron mal en aquella época. Es el caso de las ocupaciones.

Los muertos de los 70′

Videla derrocó a Isabel Perón en 1976 e inició la dictadura donde desaparecieron miles de argentinos./AFP

Videla derrocó a Isabel Perón en 1976 e inició la dictadura donde desaparecieron miles de argentinos./AFP

“Yo no discuto más si los desaparecidos fueron 30 mil, números testimoniales no discuto”, afirma Reato. Para él, los documentos muestran que los desaparecidos y asesinados de la época fueron 9.094, si se contabilizan 1.094 en manos de la guerrilla, a los que llama “los muertos menores”.

“Las víctimas de la guerrilla son víctimas también”, dice Ceferino Reato. En rigor, no es la primera vez. Desde hace años, el periodista viene insistiendo en la necesidad de debatir el número de muertos de la década del 70. “Yo pensé que me iban a agobiar, pero están tranquilos”, señala en torno a las posibles críticas del kirchnerismo y sectores de derechos humanos a su ya conocida postura en torno al espinoso tema. “Yo no discuto más si los desaparecidos fueron 30 mil, números testimoniales no discuto”, sentencia.

En ese contexto, en su libro esgrime que, en 2013, el gobierno de Cristina crea un registro único de víctimas del terrorismo de Estado que sigue funcionando en la órbita de Derechos Humanos. “El último registro público de septiembre de 2015 es claro, la cifra de desaparecidos baja un poquito porque había algunos que estaban mal incluidos, y crece un poquito el número de ejecutados a la luz pública, los números son más o menos ahí. Después como el Estado no ha tomado las víctimas de los grupos guerrilleros. Da 1094 víctimas en 10 años. Creo que el consenso debe estar cambiando, en otros tiempos me habrían salido a putear.

─¿Por qué crees que no pasó?

─Creo que las víctimas son incontrastables. Las de la guerrilla, para los organismos es mejor no hablar de este tema, creo que no tiene tanta aceptación el discurso sobre los 70 en el Gobierno.

─¿Por qué?

─Hay actos como las ocupaciones o cuando se toca el tema Venezuela, después del informe de una persona más allá de toda sospecha como es Michele Bachelet que dice que hubo grandes violaciones a los derechos humanos. Cuando sucede eso, los derechos humanos son relativos, ¿no? Lo mismo con las ocupaciones, derechos humanos relativos, derechos a la propiedad relativos, también NODIO, la liberación de presos, la facilidad con la que se designa presos políticos a los presos por corrupción que obvio no son culpables hasta que se determine, pero no son presos políticos. Hay gente que no está conforme con la democracia así como está, los grupos guerrilleros tampoco estaban conformes. Decían es mejor que la dictadura, pero no es lo que queremos, queremos ir a la revolución. Esto es formal, es liberal y burgués. Esta esa idea siempre de una burocracia que deba decir que ‘esto es libertad de expresión’, que ‘esto es derecho a propiedad’, que ‘estos son los derechos humanos que hay que cumplir’, y esas ideas eran de los 70.

─¿No te parece que eso es algo marginal, que de repente tiene mucha exposición?

─Antes ser periodista militante era nada, yo me acuerdo cuando estudiaba nadie quería trabajar en la TV estatal, o en Télam, si no encontrabas nada, bueno. Ahora hacen programas que no miden 0,4 pero están contentos. Todo ese tema de que nosotros defendemos derechos importantes te hacen olvidar del rating, si te ven o no te ven no importa; no importa cuánto ganás porque en definitiva está el Estado. No es un servicio público, el servicio público lo determina la burocracia de gobierno. Hoy trabajar en medios privados es más estresante que trabajar en un medio público y ganas menos. Es mejor ser empleado público, aún siendo periodista. Toda esa concepción no es para nada marginal. 

─¿En qué sentido lo decís? ¿Vos crees que esos ideales de los 70 se militan desde medios oficialistas?

─Los medios públicos y para-públicos privados que forman parte de una constelación de medios oficialistas están dirigidos por personas que admiran a los militantes de los 70, a los guerrilleros, solo que no les dicen guerrilleros sino militantes porque queda más cómodo. Esos gerentes o directores son hijos de los 70 y los periodistas que logran contratos ahí se dan cuenta de que tienen que profesar esos mismos ideales. Entonces la década del 70 se reproduce no sólo a partir de la TV Pública, sino de todos esos medios que forman parte de la constelación oficialista. Trabajar en forma militante es muy cómodo: no importa hacer rating, tener publicidad o audiencia, los contratos son anuales, sabés cuánto vas a cobrar y es una gran vida hacer periodismo militante y, en este caso, periodismo setentista desde los medios públicos.

Cámpora, conocido como El “Tío”, se retira de la residencia de Gaspar Campos, en julio de 1973. Atrás, Isabelita y Perón.

Cámpora, conocido como El “Tío”, se retira de la residencia de Gaspar Campos, en julio de 1973. Atrás, Isabelita y Perón.

─En tu libro contás cómo hijos de militares terminaron en Montoneros, ¿por qué crees que pasó?

─Eso siempre me llamó la atención, cómo tantos hijos de clase media, media alta, se peronizaron y se hicieron guerrilleros y ahí la Iglesia Católica es muy importante, mucho más que el marxismo, si acá nadie estudió marxismo. Ese catolicismo es muy fuerte en nuestro pueblo, todos sabemos que los chicos de 15 y 16 tienen grandes ideales, el catolicismo te ofrece esa salida. Por ejemplo: función social de la propiedad privada, ¿Qué maravilloso, no? Ahora, vamos a verlo tranquilamente. No podemos fundar la economía de un país en la doctrina social de la Iglesia, sino hacemos el Estado Católico, no nos va a ir bien. El Vaticano sus finanzas no las maneja con ese criterio. No veo que ofrezca la Iglesia sus predios para ser ocupados ni para establecer granjas o huertas populares o huertas agroecológicas. La Iglesia, en febrero de 2014, el Papa Francisco hizo una autocrítica de la acción católica y del catolicismo de cuántos chicos se fueron a las guerrillas. Fue importante.

─¿En qué sentido?

─ Y La iglesia tiene para decir bastante. Por otro lado formó a Videla, integrista. Un tipo implacable, que llega a un lugar máximo de poder casi sin tomar decisiones, aprovechando la fuerza de los otros que se van oponiendo, uno contra otro. Eso es un modo que se da mucho acá, en las empresas, Videla siempre lo vi como producto argentino. Nosotros decimos: un loco, un asesino, un astrólogo. Son muy de acá. Ese slogan que tenía la dictadura, “Los argentinos somos derechos y humanos”. Por un lado decís que pedazo de hijo de puta tenés que ser, pero mucha gente lo tenía en el coche.

─¿Rescatas algo de esos años?

─Sí, rescato de los 70 el apego por la democracia y derechos humanos que se produjo después.

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