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Las anécdotas de Randazzo con Maradona y Coppola

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El fútbol está lleno de personalidades interesantes. Y sin dudas, Carlos Randazzo es una de ellas. No sólo porque fue el único jugador que, siendo hincha de River, salió de las Inferiores de Boca, años más tarde jugó en el Millonario y después volvió sin escalas al Xeneize, sino porque fue uno de los primeros amigos de Diego Maradona en el fútbol, fue además quien le presentó a Guillermo Coppola, estuvo dos veces en la cárcel y ahora hace envíos con su moto, algo que cuenta que le encanta. Por eso, Carly, como lo llaman, compartió su esa vida llena de anécdotas con Olé.    

Boca, River y la moto

Ex centrodelantero, en Boca​ disputó 76 partidos y marcó 16 goles. En River, en tanto, jugó 17 encuentros, con dos goles. Hoy está pasando la cuarentena en el barrio de La Boca junto con su esposa y cinco de sus siete hijos. Siempre mostró ser una persona que no tuvo problema para trabajar de lo que viniera: lo hizo en la funeraria y florería de la familia y hasta hace poco también realizaba parquizaciones. Ahora, Randazzo está ayudando a un amigo que tiene un laboratorio con los envíos en su moto.

«El laboratorio queda en Lomas y le doy una mano con los pagos, cobros, te llevo, te traigo… Está bueno, me viene bien por el tema de estar activo en la cuarentena. Antes del coronavirus, yo estaba todo el día con Guillermo (Coppola) yendo para todos lados con la moto, hace años andamos juntos», contó.

Guillote, en definitiva, es parte de su historia y también de su vínculo con Diego. Por eso, su popurrí de anécdotas empieza justamente por ellos… 

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Se tomó un minuto para pasar con la moto y charlar.

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Carly y Guillermo son grandes amigos. Acá un día que fueron a la Glorieta de Quique.

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Con Coppola, de madrugada

«Cuando yo empecé a jugar, Coppola tenía un par de jugadores en Primera y cuando terminaba el partido paraban en un bolichito que se llamaba Pericot, estaba en Corrientes y Medrano. Una noche me invitaron los más grandes y lo conocí a Guillermo a media madrugada. ‘Hola, ¿cómo andás? Vos sos Carly’, me dijo. Justo me había comprado un Coupe Taunus nueva y él tenía cuatro llantas que yo estaba buscando. Entonces tipo tres o cuatro de la mañana nos fuimos a la casa de la madre. Ahí nomás me las pasó y a la semana ya estaba viviendo con él. Yo soy de La Boca y él vivía en Barracas». 

Cuando Maradona quiso conocerlo a él

«Yo empecé a jugar en Primera y vi una nota de Diego donde decía que quería conocerme. A mí me daba un poco de vergüenza. Al tiempito, tuvimos que hacer una publicidad para unos juegos electrónicos. Y ahí empezamos a andar. Cuando se pelea con Jorge Cyterszpiler nosotros estábamos juntos mucho tiempo y yo le decía que la persona que tenía que tener al lado era Guillermo. Entonces hablábamos, que sí, que no… Él estaba en Napoli​ en esa época y cuando se volvía para allá me dio una carpeta de unos terrenos que tenía en Esquina, Corrientes. Me anotó el teléfono de Napoli y me dijo: ‘Decile a Guillermo que me llame y arranque con esto’. Al toque lo llamó, arrancó para Napoli y empezaron a hacer todo. El único tipo que lo supo llevar y le podía poner un freno en un montón de cosas fue Guille. Esas cosas yo las viví. Porque algunos se llenan la boca y fue todo al revés. Y lo mejor que le pasó a Guillermo fue Diego también. Guille tenía 200 jugadores y dejó a los 200 porque el Diego le pidió exclusividad».

Maradona y Coppola. Fue Randazzo el que los acercó en los años 80.

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El enojo de Maradona

«Cuando se arma el tema del pase de Maradona a Boca, Argentinos dijo que la única manera para que se haga el pase era que venga Randazzo. Entonces pensé en pedirles mucha plata para que no me la den, pero me dijeron que sí. Volvimos a pedir más plata y volvieron a aceptar. Diego estaba en Mar del Plata, me fui para allá y le dije: ‘Tengo un problema bárbaro. No me gustaría irme a Argentinos justo que venís vos a Boca’. ‘No te hagas problema que el pase se hace igual’, me respondió. ‘Mirá que están muy firmes los de Argentinos. Que si no voy yo, no’. “Quedate tranquilo, desaparecé diez días que el pase se hace igual”, me dijo. Me vine para acá, le pedí por tercera vez más plata porque ya no sabía qué hacer y me volvieron a decir que sí. Al final terminé pasando a Argentinos y Diego estuvo como un año sin hablarme. Él había dicho que quería jugar conmigo y hasta se ofreció a pagarme la mitad del contrato».

"Estábamos caminando por Palermo y nos cazó un fotógrafo de Crónica", contó Randazzo sobre la foto.

«Estábamos caminando por Palermo y nos cazó un fotógrafo de Crónica», contó Randazzo sobre la foto.

¿Qué hizo al día siguiente de ese pase?

«Yo me iba de Boca, tenía 20 años y ganaba buena plata. Al otro día pasé por una agencia de Fangio en Barracas y había una Coupé nueva 0km. Yo andaba en ojotas y musculosa. Me bajé, pregunté cuánto salía el auto y el tipo me habrá visto así nomás y no sabía quién era. 80.000 dólares me dijo. ‘¿Y si la pago ahora?’, ‘¿Ahora qué significa?’, ‘Ahora, voy a buscar la plata y te la traigo’. Yo había hecho el pase hacía un día. ‘Si me la traés antes de dos horas, te la dejo a 70’, me dijo. Listo, me fui a la oficina de Guillermo, que estaban el Ruso Ribolzi ​y dos o tres jugadores grandes compañeros de Boca. Yo no tenía departamento ni nada y le dije a Guillermo: ‘Mirá, me tenés que dar 70.000 dólares, vi una Mercedes’. ‘No, no, vos estás loco, estás loco’, me decía. Me la tuvo que dar porque era mía. Fui, le puse las 70 lucas y me dijeron que me la daban mañana. ‘No, mañana no. Me la llevo ahora. No sé cómo, pero me la llevo ahora'».

«Mi papá tenía una florería en La Boca, estaba en la puerta, llegué con la Mercedes y le digo: ‘¿Te gusta?’. ‘¿De quién es?’, me dijo. ‘Me la acabo de comprar recién’. ‘Noo, Carlitos, por favor, andá a devolver eso'».

La noche y el retiro

«Yo siempre digo: pobre Guillermo, lo volví loco. Trataba de hacer lo imposible para cuidarme, intentar que no saliera. Imaginate que vivíamos juntos y no me dejaba salir, esperaba que me durmiera. Y yo esperaba que él se durmiera y arrancaba para el boliche. Lo volví loco. A los 24 dije basta, hasta acá llegué, y largué el fútbol entero, no tengo lesiones no tengo nada».

Lo que nunca hay que decirle a Diego…

«Nunca se te ocurra decirle al Diego ‘che, cuidate’ o algo de eso porque sos hombre muerto. Así nomás, a mí me lo hizo una vez. Yo me había ido a vivir a Villa Langostura y vino a hacer su última pretemporada. Me cayó con Guillermo, hizo un desastre. Vamos a la montaña y nos volvíamos solos en la camioneta en el apart hotel donde estaba y Diego me decía ‘Carly, que bien te veo a vos’. ‘Y sí, viste Diego, en algún momento hay que parar’. Uh, en el medio de la ruta dejó de hablarme el chabón porque le dije que era tiempo de que empiece a parar un poco. A Diego decirle cuídate era clavarle un puñal. Llegamos al hotel, el comedor lleno, la mesa servida, se sentó en la cabecera, agarró un plato y lo tiró tipo frisbee. Tiró todo lo que había, todos se dieron vuelta, como diciendo ¿qué pasó? Y cuando la gente miraba, me agarró y dijo: ‘Discúlpenlo, lo que pasa es que él estuvo en recuperación y tuvo una recaída’. Cualquiera tiró el chabón».

Maradona, Mancuso y la Selección

«A Diego le ofrecieron y el pibe se fue por bancar a Mancuso. ¿Me entendés lo que te digo? Le daban la Selección a Diego, le decían que seguía, que sigue el cuerpo técnico, todo bien, pero a Mancuso​ no lo queremos. Y Diego por bancar al amigo, que hoy está peleado porque después algo pasó, ni dudó en bancarlo. Ese es Diego. Un empresario muy grande me contó que cuando fue a arreglar números con la Selección le dijeron que si clasificaba al Mundial le daban tal dinero. ‘No, no, no, no quiero nada. Juego para clasificar yo, no puedo cobrar más si clasifico o no’. El pibe se peleó para cobrar menos. Es un pibe que tiene cada salida que decís: es un marciano. Muy derecho, fijate que nunca se le conoció que haya traicionado a alguien. Siempre fue de frente y no le importó tres carajos».

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El poster del Beto Alonso

«Toda la vida fui hincha de River. Hice todas las inferiores en Boca y en edad de Sexta, junto con el Flaco Gareca​, que era un año más grande, nos llevaron a Reserva. Hice goles, me llamaron a entrenar en Primera, ahí nomás me dieron la oportunidad y arranqué haciendo goles ¿Qué pasó? Terminaban los partidos y el periodismo a veces venía para mi casa. Un día vino El Gráfico y se dio cuenta de que atrás de mi cama yo tenía un poster gigante del Beto Alonso. Yo jugaba en Reserva y mi papá, que era dirigente de River, me esperaba y nos íbamos volando a ver la Primera de River. Yo fui hincha de River, pero siempre tuve la suerte de hacerles goles a ellos, entonces nadie me decía nada».

En un superclásico en la Bombonera, con Ramón Díaz.

En un superclásico en la Bombonera, con Ramón Díaz.

La vuelta a Boca

«Cuando yo llegué a River, el primer partido que me tocó jugar escuché que la voz del estadio decía mi nombre y me silbó toda la cancha. Estuve un año y medio, jugamos la Copa Libertadores, dejamos afuera a Boca y hubo una huelga y me fui. Estaba Carmelo Faraone en Boca, me llamó y me dijo que si le prometía que me iba a cuidar me llevaba. Bueno, volví a Boca, tuve un buen año y en el 84 hubo huelga. Ocho tipos quedamos libres y ahí dije acá no juego más. Soy el único que jugó en Boca, después en River y después de vuelta en Boca»

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Cuando se escapó con Abel Alves de la concentración

«Con Boca no veníamos bien, así que concentrábamos, jugábamos y seguíamos concentrando porque se jugaba domingo y miércoles. Habíamos arreglado con dos pibas y Abel, en el partido, se fracturó el metatarsiano, que es rejodido. Entonces me lo saqué a caballito del hotel, fuimos, cumplimos y volvimos al hotel. Son todas cosas que hicimos y hoy en día no las haría ni loco, son cosas de pibe. No me arrepiento de nada igual, eh, pero no las haría».

«Vos me decís: ¿por qué no te arrepentís de nada? Porque me llevaron a conocer cosas que hoy por ahí no las haría. Estando en cana aprendí a valorar un montón de cosas. Cuando bajaba a laburar no tenía pala, juntaba con un cartoncito y un día me regalaron una… ¡Lo que disfruté esa pala! Leía, pintaba y pensaba: ‘Qué bien me vino esta'».

La cárcel

​»El otro día hablé con un amigo que me hice y me dijo: ‘Carly, estoy peor que cuando estaba en cana. ¿Cómo es? No la puedo creer’. Claro, en cana, vos estás en un pabellón donde hay 50, 100 personas. Está bien, hay problemas, hay discusión, que sé yo. A la noche qué hacemos, qué comemos, mañana tenemos visitas, preparamos, vienen la mujer, los hijos, el abogado, que cuando me voy… Estás activo. Pero estar en un departamento más o menos chico, 24 por 24, que te levantas, desayunas… Cuando uno está encerrado, valora mucho los metros cuadrados, me daba cuenta cuando estaba en la cárcel«.

«¿Y ahora las cárceles porque están con todo este quilombo? Porque no reciben visitas. Si te portás bien y trabajás, dos o tres veces por semana ves a tu mujer, a tus hijos, tenés una visita higiénica; estás entusiasmado que llegue mañana. La pasás mal porque estás privado de la libertad y estás inquieto».

«La primera vez estuve por un homicidio que no tenía nada que ver y un homicidio arranca de ocho años. Entonces cuando estás ahí adentro pensás: ‘Bueno, yo no fui, estoy tranquilo’. Tenía buenos abogados y todo lo que quieras, pero pasaba el tiempo y seguía adentro. ¿Cómo es? ¿Me como 8 años?».

Randazzo estuvo en dos oportunidades en prisión.

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«Problemas siempre tenés en la cárcel, es un sistema medio de códigos. Siempre te mandan uno para ver hasta dónde aguantás vos. Yo más o menos tenía una educación en la calle que me hizo conocer un par de cosas. Si sos una persona respetuosa, no vas a tener problemas, tenés que saber moverte también. Si viene uno y te enganchas, sos un pajarito. Yo me crié en La Boca y en la Isla Maciel, mis amigos son todos pibes de barrio. Tampoco es que fui un loco. Podés tener problema una vez, pero cuando te sabés manejar, ya no te joden más. Por ahí estuve de entrada en lugares picantes, pero después me tocó un VIP. Con respeto la pasás bien».

«Cuando se arman estos quilombos la pasás mal porque la cárcel pierde el control, no sabés si te vienen los de arriba, los de abajo, te aparecen de otro lado y decís, ¿acá qué onda?«

El día que Diego lo fue a visitar a la cárcel

«Cuando vino Diego se armó un desparramo… Él jugaba en Sevilla y le hicieron una nota que venía para acá. Y, en la cárcel, cuando aparece Diego era: ‘che, Diego, Diego, Carly vení que lo conocés, el Diego’. Le preguntaron qué era lo primero que iba a hacer cuando llegue a la Argentina y respondió: ‘Quiero ver a mi amigo Carly que está preso, quiero ver como está’. «Guau», dije. Cuando vos recibís una visita en la cárcel, llega la visita, se anuncia, viene uno que te grita ‘Randazzo, prepárese que tiene visita’, te preparás, te ponés en la reja, hasta que te vengan a buscar. ¡18 pisos tenía! Era todo un tema. Ese día, entraron a mi celda, me cazaron rápido y me dijeron vamos vamos. ¿A dónde? Decía yo. Claro, había llegado Diego y me llevaron de los pelos. Me vino muy bien, yo había pedido un pabellón VIP y le digo a los jefes: ‘Maestro, yo quiero que me den un laburo acá abajo’. Me dieron el mejor laburo abajo, bajaba todos los días. Había carnicería, panadería, talleres mecánicos. Entonces a las 7 de la mañana iba a buscar el pan, la comida, andaba por los talleres, hablaba con uno, con otro, cuando eran las seis, siete de la tarde y estaba medio cansadito, pasaba por la carnicería, le pedía un pedacito de carne y me iba para arriba. El metro cuadrado, en cana, vale una fortuna porque el preso camina mucho».

Con quién se siente identificado hoy en día

«Si me decís un personaje de hoy, yo me río mucho cuando veo a Osvaldo, el otro día lo conocí. Va más por ese lado mi onda, salir de noche, acostarme tarde, no soy músico como este loco, pero por este lado. Yo tuve las mismas amistades que Centurión, pero nunca me sentí un wachiturro, digamos así. No sé cómo explicarte. Por ahí tuve en ese ambiente mucho más que ese pibe, curtí el ambiente más, pero nunca me sentí ni nada. Obviamente tuve un par de canas, mis temitas, era bastante travieso. A este chico como que lo veo que le gusta mostrar más. Si me decís con quien de esta época me identifico un poco más, diría con Osvaldo.

«Con el Cani tengo muy buena relación, pero cuando jugaba era muy profesional. Yo no, yo salía, salía y salía. De los siete días de la semana salía los siete«.

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