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La nueva etapa de la cuarentena tendrá aperturas escalonadas de comercios y esparcimiento

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Empujado por la crisis económica que se profundizó durante la cuarentena, pero advirtiendo que la Argentina está “lejos de ganar la batalla” contra el coronavirus y que no le va “a temblar el pulso para dar marcha atrás”, el presidente Alberto Fernández anunció una flexibilización de la cuarentena en el Area Metropolitana de Buenos Aires que se prolongará desde este sábado hasta el 2 de agosto. En rigor, aunque tiene similitudes con la fase que rigió previamente, se trata de una etapa inédita desde aquel primer aislamiento impuesto en marzo: es que el propio jefe de Estado admitió que persigue como objetivo “tratar de volver a la vida habitual” en forma “escalonada” y, al mismo tiempo, tendrá aperturas de actividades que no habían podido funcionar en estos cuatro meses de aislamiento.

En su presentación en la Quinta de Olivos, Fernández volvió a rodearse del gobernador bonaerense, Axel Kicillof; y del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta​; y sumó por videoconferencia a tres mandatarios de provincias cuya situación sanitaria preocupa especialmente a la Casa Rosada: el chaqueño Jorge Capitanich; el jujeño Gerardo Morales y la rionegrina Arabela Carreras.

El respaldo político adicional acaso haya tenido que ver con que se trata de la primera vez desde el 20 de marzo que se produce una flexibilización de la cuarentena que no responde a una mejora en los indicadores sanitarios. “Lo que proponemos es pensar en cómo seguimos tratando de volver a esta nueva normalidad paulatinamente, porque lejos estamos de ganar la batalla”, dijo el jefe de Estado, dejando saber que su administración decidió encarar de otra manera la lucha contra el avance del coronavirus.

Una etapa en la que según Rodríguez Larreta puede haber “avances y retrocesos” y a la que Kicillof optó por calificar de “cuarentena intermitente”. La crisis económica, el desgaste social y la certeza de que -sin una vacuna- todavía resulta imposible anunciar un horizonte de salida tras casi cuatro meses; son el combo al que aludieron en los tres gobiernos para justificar la nueva fase. “Hay un problema sanitario, pero también social, económico y afectivo”, resumió el gobernador bonaerense.

Alberto Fernández se volvió a apoyar en filminas para resaltar la situación sanitaria en relación al mundo. Dijo sentirse aliviado porque evitó lo que pasó en el País Vasco, donde “se saturó el sistema sanitario” y tuvieron “que elegir entre quién se salvaba y quién se moría”. “Nosotros no quisimos hacer eso», realzó.

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En los gráficos también marcó un punto que mira con preocupación: el avance del virus en otras provincias. Si bien repasó que el 91% de los casos detectados en los últimos días ocurren en el AMBA, expuso que hay zonas, más allá de los otros distritos afectados como Chaco, Neuquén y Río Negro; que parecían tener controlado al virus pero que hoy están registrando nuevos brotes. Habló del caso de Jujuy, con Morales asintiendo, de la situación en el sur de Santa Fe y una serie de nuevos contagios en Paraná (Entre Ríos). “Esto demuestra que el tránsito hace que circule el virus y que las posibilidades de contagio sean en cualquier lugar del país. El riesgo está latente”, indicó.

Además de una explicación del cuadro sanitario para la gente, fue una advertencia a los gobernadores, quienes en definitiva administrarán las reaperturas: el jefe de Estado dejó en claro que el Gobierno monitoreará de cerca la evolución de los casos. “No me va a temblar el pulso en dar marcha atrás si la cosa se va de las manos. No voy a dejar que eso ocurra”, avisó.

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Cerca del Presidente van más allá y consideran “inevitable” que haya aperturas y cierres de la cuarentena en función de la curva de contagios, la cantidad de fallecidos y el nivel de saturación del sistema sanitario. “Probablemente esto sea un ‘abrir’ para volver a cerrar en unas semanas”, concedieron.

Kicillof, que decidió volver “a la fase anterior”, es decir la que rigió hasta el 30 de junio, con agregados (ver aparte) como obras en construcción, peluquerías y centros de estética; planteó que “el mundo está aprendiendo a abrir y cerrar” en función de los casos.

Larreta, que usó buena parte de su tiempo para repasar su audaz plan de aperturas progresivas (ver aparte), no dio demasiadas vueltas: “Tenemos que ir acostumbrándonos a convivir con la enfermedad”.

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