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El Fondo Monetario Internacional regresará al país el próximo lunes. La misión estará encabezada por Julie Kozack, subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, jefe de misión del Fondo para Argentina. Un vocero del organismo confirmó que los burócratas llegarán “para continuar las discusiones técnicas con funcionarios del Ministerio de Economía sobre el programa económico y la estrategia de deuda de las autoridades”.
Los mismos funcionarios estuvieron hasta la semana pasada en Argentina y el miércoles 19 difundieron una declaración donde reconocieron que “la deuda argentina no es sostenible”. A raíz de ello, le pidió a los acreedores privados que realicen una “contribución apreciable” para ayudar a restaurar la sostenibilidad de ese pasivo.
Además, hubo otros guiños del FMI hacia el gobierno, con consideraciones positivas sobre las primeras medidas implementadas y en relación a la coherencia el plan económico. Sin embargo, el organismo multilateral no ofreció ningún indicio sobre qué posición tomará con respecto a la deuda que le debe Argentina, renegociación que también será clave para garantizar la sustentabilidad.
El 8 de mayo de 2018 el presidente Mauricio Macri anticipó su decisión de volver a pedirle dinero al FMI en el medio de una corrida cambiaria y sin acceso al financiamiento voluntario de crédito. El 20 de junio el directorio del organismo multilateral había aprobado un acuerdo a tres años nada menos que por 50.000 millones de dólares y al día siguiente se giraron los primeros 15 mil millones. Sin embargo, la incertidumbre no se redujo y el 29 de agosto de ese mismo año el presidente solicitó un adelantamiento de una parte sustancial del dinero pendiente.
Finalmente el 26 de octubre de 2018 el board aprobó el nuevo acuerdo por unos 57.000 millones, que preveía además una aceleración de los desembolsos. Así fue como en menos de dos años Argentina llegó a acumular una deuda de 44 mil millones con el organismo, que si se respeta el cronograma original de devolución implicará para el Estado Argentino una devolución de 49.300 millones hasta 2024, contabilizando los intereses.
Este año los pagos previstos son por apenas 1604 millones de dólares, pero en 2022 y 2023 se deberán desembolsar nada menos que 20.000 millones anuales en promedio. Es por ese motivo que la renegociación es indispensable.
El sábado pasado el ministro de Economía, Martín Guzmán, se reunió con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, quien volvió a respaldar al gobierno argentino, pero a su vez acordó el envío de una próxima misión de revisión de la economía argentina. Se trata de la revisión establecida en el artículo 4 del estatuto del FMI, por el que anualmente realiza un exhaustivo escrutinio de las variables fiscales, monetarias y estructurales de la economía de un país, tenga o no un crédito del organismo. La expectativa es que paralelamente a esa revisión se avance en la negociación para despejar el horizonte de vencimientos.
Fitch Ratings consideró este jueves que la Argentina «necesita un alivio significativo de la deuda». La calificadora destacó que «el veredicto del FMI de que la deuda de Argentina es insostenible es consistente» con la opinión de la calificadora de que «el soberano necesita un alivio significativo de la deuda para superar sus desafíos de solvencia y liquidez». Sin embargo, aclaró que «los posibles desacuerdos sobre el tipo y la magnitud del alivio de la deuda que se necesita, y cuánto ajuste fiscal es realista, podrían hacer que una reestructuración consensuada sea un desafío, particularmente a fines de marzo».
El informe consideró que «la magnitud del alivio de la deuda que restablecería la sostenibilidad de la deuda está inversamente relacionada con la capacidad de ajuste fiscal del soberano».
Para la calificadora «un superávit del 3 por ciento del PIB estabilizaría la deuda sin alivio de la deuda, pero los vientos en contra políticos y económicos hacen que esto sea poco realista» y agregó que «Argentina carece de la capacidad para un ajuste de esta magnitud».
A partir de las estimaciones del ministro de Economía, Martín Guzmán, quien trazó una ruta fiscal «realista» en la cual el déficit primario de Argentina no se equilibraría hasta 2023, Fitch considera que es un objetivo «más ambicioso de lo que parece». «Sin embargo, sería menor que otros soberanos que lograron superávit primarios de 2 por ciento o más después de la reestructuración y dejarían un ajuste fiscal significativo para el próximo gobierno», planteó el trabajo.
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