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La economía argentina atravesó en 2019 una profunda inestabilidad. Los informes de las consultoras muestran que hubo importantes caída de actividad en casi todos los rubros que producen para el mercado interno e importantes deterioros en términos macro. En la Universidad de Avellaneda elaboraron un documento especial para mostrar que el año pasado en verdad fue el resultado de un ciclo de políticas especulativas. “Argentina fue el país que más destruyó su economía en Latinoamérica durante 2016-2019, luego de Venezuela (que se encuentra en una situación megacrisis). Tan solo Ecuador y Brasil tuvieron algunas recesiones en los últimos años”, detalló.
“El PIB argentino cayó en tres de los últimos cuatro años, siendo 2017 el único año de crecimiento (2,7 por ciento). Pero si se analiza de punta a punta, el modelo económico implementado en el macrismo produjo una retracción real del PIB de 3,4 por ciento entre 2016 y 2019”, destacó el informe. Además, precisó que uno de los sectores más afectados fue la rama manufacturera: actividad que genera valor agregado en la economía.
El modelo aplicado en los últimos años, según la Universidad de Avellaneda, generó problemas estructurales. Entre los que menciona se destacó el de la matriz de comercio exterior. “Con respecto a la balanza comercial, las exportaciones crecieron un 12 por ciento entre 2016 y 2019, traccionadas por los sectores primarios y agroexportadores, mientras que las exportaciones industriales se redujeron”. En la jerga económica esto se conoce como un proceso de reprimarización de exportaciones.
Por su parte la caída de la actividad económica provocó una reducción de las importaciones. “Se desplomaron 12 por ciento particularmente a partir del último año, lo que derivó en el mayor superávit comercial de la década. Esta es un claro indicador de la magnitud de la pérdida del consumo, producción y actividad industrial acontecida, ya que una parte relevante de las importaciones son bienes de capital para la industria local (que provee 70 por ciento de lo que produce al mercado interno)”.
El documento de la Universidad de Avellaneda mostró que a pesar de la crisis económica hubo sectores ganadores. Actividades primarias como agricultura, ganadería, caza y silvicultura registraron una suba acumulada de 5,38 por ciento en cuatro años. Los sectores de servicios también fueron de los más favorecidos por la política de los últimos años. Los bancos, por ejemplo, fueron una de las pocas actividades con rentabilidad desde 2016. En contraste, perdieron los rubros dedicados a la economía real con demanda de empleo y generación de valor. La industria cayó 8,6 por ciento y el comercio 9,7 por ciento en el mismo período.
El resultado de estos cuatro años fue un empeoramiento en la distribución de los ingresos. El Informe presenta datos alarmantes. “Analizando la distribución del ingreso, se observa que la remuneración al trabajo asalariado retrocedió en su participación en el valor agregado de la economía en detrimento del excedente de explotación bruta, es decir, del capital”. Eso significa que hubo una transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia los sectores empresariales. “El aporte de los salarios en el total del valor agregado de la economía en 2016 se ubicaba en casi 52 por ciento. En el tercer trimestre del 2019 (último dato disponible en el organismo oficial de estadísticas) había caído al 45 por ciento”, cerró.
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