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Desde Brasilia
Jair Bolsonaro sufrió una derrota categórica en los balotajes celebrados en San Pablo y Rio de Janeiro, entre otras capitales, de la que surge un cuadro político incierto. En lo inmediato vio como sus adversarios ganaron posiciones tácticas y en el largo plazo percibió que su reelección no puede ser dada como segura. El fantasma de «Jair el breve», aquel líder de ultraderecha de ascenso vertiginoso que gobernó solo un mandato, comienza a sobrevolar Brasilia.
Brunos Covas del derechista pero no fascista, Partido de la Socialdemocracia Brasileña, fue reelecto en San Pablo y de inmediato festejó junto a su correligionario, el gobernador Joao Doria, precandidato a la presidencia en 2022. Bolsonaro ya era un perdedor seguro en esa metrópolis que es la locomotora nacional, dado que su apadrinado, Celso Russomano, ni siquiera había logrado pasar al segundo turno en las elecciones 15 de noviembre.
En Río de Janeiro gano el derechista Eduardo Paes, de Demócratas, imponiéndose sobre el pastor Marcelo Crivella, apoyado por el presidente. Esta derrota es del tamaño de la de San Pablo pero golpeó aún más al clan Bolsonaro que tiene en esa ciudad su base territorial, incluyendo la alianza con las milicias parpoliciales. Derrotado en este segundo turno , al igual que en el primero, el excapitán optó por una salida desconcertante: imitar a su colega estadounidense, Donald Trump, denunciando el mismo dia un fraude.
Aseguró tener informaciones de fuentes propias según las cuales «hubo mucho fraude allá (EEUU)» donde espera que el caso llegue a la Suprema Corte. De esas declaraciones formuladas este domingo tras votar en una villa militar carioca se desprende que no tiene previsto reconocer la victoria del demócrata Joe Biden. Semejante lealtad con el republicano Trump causa alarma en el amplio espectro de derecha y ultraderecha, incluyendo parte del generalato, que respaldó su llegada al Palacio del Planalto en 2019.
Durante la misma rueda de prensa repitió sus dudas sobre las urnas electrónicas brasileñas y mencionó con todas las letras la amenaza de un posible «fraude», que sólo existe en su imaginación. Vale decir: sembró dudas sobre los comicios
municipales de este domingo y anticipó lo que puede ser su guerra
jurídica, a la Trump, si no lograra
ser reelecto en 2022. Por cierto la perorata sobre las urnas y el fraude no
logra disimular hacia donde apunta Bolsonaro. Su enemigo sigue siendo la
democracia
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