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Hermes Binner: primer gobernador socialista y constructor de un modelo sanitario elogiado en el mundo

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– Al final, hay que votar a Binner.

-¿ A quien?

– A Binner. El socialista de Santa Fe.

La escena es de octubre de 2011, camino a un centro de votación en Capital. Aunque se repitió en otros centros urbanos, a partir de la frustración del electorado anitkirchnerista por la magra cosecha de Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde, opositores más duros, en las PASO de agosto.

Así fue como Hermes Binner, que había quedado cuarto en las primeras primarias presidenciales, con poco más del 10% de los votos, se ubicó impensadamente en el segundo puesto, orillando el 17%. Lejos del 54% de la reelecta Cristina Kirchner, aunque con la puerta abierta para liderar un espacio de centroizquierda que nunca llegó a consolidarse y que el armado de Cambiemos terminó por diluir. Su último intento había sido el de compartir una fórmula con Julio Cobos. 

Una ingeniería electoral diferente, la ley de lemas, le había impedido saltar en 2003 a la Gobernación de Santa Fe, tras ocho años al frente del municipio rosarino. Pese a haber sido el más votado individualmente, el poder quedó en manos de Jorge Obeid. Cuatro años más tarde se tomaría revancha: ya con un sistema de primarias abiertas le ganaría a otro peronista, el ex canciller K Rafael Bielsa, en representación de un amplio Frente Progresista que incluyó  a radicales, el ARI de Elisa Carrió y la democracia progresista.

Así, Binner se convertiría en el primer gobernador de extracción socialista, compartiendo desde ese momento el podio con Alfredo Palacios, cuya figura lo encandilò en su época estudiantil, cuando el partido estaba fragmentado y la legendaria figura de los bigotazos encarnaba el ala más radicalizada.

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Hermes sería con el tiempo cofundador del socialismo popular con Guillermo Estevez Boero y más adelante uno de los artífices de la reunificación de una fuerza volcada al reformismo de la socialdemocracia. «Un socialdemócrata moderado», lo definieron para una presentación en España.

Descendiente de colonos suizos del cantón de Valais afincados en Rafaela, a su muerte, este viernes, en un hospital de Casilda, Binner deja como su mayor legado la construcción de un modelo sanitario a nivel municipal y provincial elogiado por la Organización Panamericana de la Salud y que vienen a estudiar desde distintos puntos del planeta.

Será por eso que el «aplausazo» que le dedicó su partido el pasado 5 de junio, cuando cumplió 77 años y del que su avanzado Alzheimer le impidió enterarse, sonó en los cientos de centros de salud santafesinos más fuerte que en cualquier otro lado.

Tal vez la mejor dedicatoria a la hora de la despedida la formuló su ministro de Salud en la gestión provincial, Miguel Angel Capiello, quien lo definió como «el hombre que diseñó el sistema de salud que es orgullo de Rosario y hoy es clave para los buenos resultados en el marco de la pandemia de coronavirus«.

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Médico anestesista y laboral recibido en la Universidad Nacional de Rosario, su carrera pública arrancó en 1989, cuando el socialismo aterrizó en esa ciudad de la mano de Héctor Cavallero y lo nombró secretario de Salud. A su turno trasladó su «modelo» a toda la provincia, una de las de menor tasa de mortalidad infantil, aunque no se quedó ahí: también se le reconoce en Santa Fe las obras contra las inundaciones, las tareas de descentralización, la lucha contra la deserción escolar y la transparencia en el manejo de las cuentas.

Uno de los puntos altos de su gestión fue la presentación de una demanda ante la Corte Suprema para que la Nación deje de derivar a la ANSeS el 15% de coparticipación de Santa Fe. Logró que lo secundaran sus antecesores Obeid y Carlos Reutemann, más una legión de intendentes, entre ellos Omar Perotti, justo el que destronó al socialismo después de 12 años.

Con todo, sus adversarios le endilgan haber fallado en la contención del narcotráfico y en cierta inclinación por el nepotismo: tres de sus cinco hijos, médicos como él, ocuparon diversos cargos en el municipio rosarino.

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Más allá de esas acusaciones, que se encargó de rebatir sin levantar el tono, como siempre, cosechó el afecto o al menos el respeto de buena parte del mundillo político.

Una muestra fue la diversidad de figuras que reunió en 2012 en repudio al calificativo de «narcosocialismo» que el camporista Andrés «Cuervo» Larroque, ahora funcionario bonaerense, le endilgó en la Cámara de Diputados al partido que entonces presidía. Logró encolumnar en el acto de desagravio a dirigentes de la UCR, el PRO, a su eterna aliada Margarita Stolbizer, así como am otros de la CGT, la Federación Agraria y hasta a Claudio Lozano, ahora funcionario del kirchnerismo.

Unos años antes, Alberto Fernández buscó sumarlo a la «transversalidad» que estaba edificando Néstor Kirchner y estuvo a punto de dejarse tentar. Pero no se sumó a la Concertación Plural que postuló a Cristina y Cobos. Lo explicaría así: “La Concertación de Kirchner no esta tan plural”. Binner ya había sido socio de Chacho Alvarez en el Frepaso y de Fernando de la Rúa en la frustrante experiencia de la Alianza.

Austero, como sus maestros socialistas, y parco, tal vez por el lado de la herencia suiza, Binner supo trazar fronteras alguna vez y dijo en una entrevista: «Es muy útil pensar que se puede gobernar sin robar».

Había transitado la política desde diversos cargos. Fue concejal de Rosario antes de acceder al poder municipal y ocupaba una banca de diputado -tras ganar las elecciones de 2005- cuando desplazó al peronismo del gobierno provincial después de 24 años. Volvería a imponerse en una elección de diputado en 2013, pero dos años más tarde se frustraría su intención de llegar al Senado.

Ya el socialismo había quedado atrapado en la “grieta” nacional y desde entonces se dedicaría a priorizar la preservación de su bastión provincial, que también cedió el año pasado a merced de la polarización electoral.

Sobre la inclinación de sus aliados de UNEN por Mauricio Macri, sostuvo: “La discrepancia y el desentendimiento han generado un escenario en el que quieren cobrar protagonismo las fuerzas conservadoras y una neodirigencia que reniega de la política y pretende gestionar el país como si se tratara de una empresa y no una nación poblada de ciudadanos que se rigen por la Constitución y la democracia”.

Su primer intento electoral fue en 1991, como candidato a vicegobernador del ex fiscal Luciano Molina. La lista se llamó Honestidad, Trabajo y Eficiencia.

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