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En Europa, Alberto Fernández busca aliados para su idea de acordar con el FMI un plan para crecer

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Roma. Enviado Especial

A pesar de la lluvia intermitente del sábado, Alberto Fernández estaba dispuesto a darse el lujo de perderse caminado por las calles de Roma, en el único bache libre que tuvo hasta ahora durante la primera escala de su gira europea. La intensidad de su agenda hizo que prefiriera una siesta. El Presidente vivió como una inyección de confianza el inicio de su viaje de cara a la negociación clave con el Fondo Monetario Internacional; que el jefe de Estado imagina como un programa de crecimiento más que como un simple plan de pagos.

Cambió el paisaje, pero en la delegación presidencial insisten con el mismo concepto que sugirieron hace 10 días en Israel, cuando esta gira terminó de tomar forma. Recuerdan que la Unión Europea objetó las condiciones del acuerdo entre Mauricio Macri y el organismo multilateral de crédito.

Ahora, Fernández quiere el apoyo de los principales líderes europeos en el directorio del FMI. Se fue muy satisfecho de su reunión con el primer ministro italiano Giuseppe Conte, profesor de derecho como él, aunque con especializaciones distintas. “Hasta ahora es un viaje bárbaro. El apoyo de Conte fue contundente”, dijeron.

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Lo que viene, entusiasma a la comitiva. Aseguran que la competencia entre Francia y Alemania, que se disputan el liderazgo del bloque regional (que perdió en las últimas horas a uno de sus principales socios, Gran Bretaña), también se refleja en el tiempo que le dedicarán al mandatario argentino. El francés Emmanuel Macron extendió 4 horas la agenda con el Presidente y Angela Merkel lo imitó.

Para la escala intermedia, España, se confirmaron -además de la agendada bilateral con el presidente del gobierno Pedro Sánchez– un encuentro con el rey Felipe VI y otro con el jefe diplomático de la UE, Josep Borrell.

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Aunque los funcionarios que presencian las reuniones aseguran que los encuentros son “sin agenda”, en casi todas se disipan dudas sobre la negociación de la deuda y la situación financiera de la Argentina.

El Presidente les habla de un “plan concreto” que compara -más que con un plan de pagos- con un programa consensuado de crecimiento para el país. “Para hacer sostenible la deuda, necesitamos que el país crezca, que exporte y genere recursos”, aseguran los laderos de Fernández. Recuerdan que en 2004, cuando era jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, le planteó algo similar al entonces titular del Fondo, Horst Köhler.

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El FMI y los europeos tienen dudas sobre la rigurosidad fiscal. Fernández les recuerda a sus interlocutores que la Argentina solo tuvo superávit fiscal cinco años en los últimos cien, que fueron precisamente los que el ahora Presidente se desempeñó como ministro coordinador de los Kirchner.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, que se sumará a la gira en Berlín, llevará más precisiones a la reunión con su par alemán y a la cena posterior con Angela Merkel, la mandataria más poderosa de Europa, cuyo nombre se coló en la reunión entre Fernández y Francisco.

El Presidente pondera del único ministro habilitado para hablar sobre la deuda la reflexión que le compartió Roberto Lavagna cuando lo conoció a pedido de Fernández. “Tiene una dosis de heterogeneidad y la ortodoxia necesaria”, sentenció el ex ministro, encargado de reestructurar la deuda tras el default de 2001.

La inflación no le quita el sueño. El Presidente y Guzmán no ven ahora una presión alcista demasiado preocupante.

El jefe de Estado argentino no solo les recuerda a sus interlocutores europeos su posición respecto a la necesidad de ordenar las cuentas públicas. También rememora que en 2006 firmó en Austria la declaración de Viena para avanzar en la integración entre el Mercosur y la UE.

Fernández se declara “europeísta”, pero advierte por las asimetrías. Así como los franceses quieren proteger su producción agrícola; Argentina necesita velar por su industria automotriz. Quedan dos años para revisar el acuerdo que suscribió Mauricio Macri. La cancillería prepara, a pedido del mandatario, un informe sobre la letra chica del acuerdo.

La imposibilidad de las empresas para girar utilidades al exterior preocupa a algunos de los mandatarios de los cinco países que más invierten en la Argentina. Fernández también sabe que el cepo ahuyenta inversiones. Plantea la necesidad de buscar una solución adecuada para evitar la fuga de dólares. En algunos sectores estratégicos se flexibilizará. A eso apuntaría, en parte, la ley de hidrocarburos. “Macri permitió que el problema se agudice”, se quejan en el entorno presidencial.

El nombre del ex presidente también se coló en la gira europea. “Uno de los mayores daños que hizo Macri fue que les hizo creer que la Argentina se aislaba. Hay que romper esa idea. Nunca fuimos eso”, le escucharon decir a Fernández.

Los spaghettis con salsa de trufas del viernes por la noche, en un pequeño restaurante cercano a Piazza Spagna, entusiasmaron al Presidente. Más lo ilusiona, según cuentan los funcionarios que lo acompañan, la intención de que Gustavo Beliz presida BID. «Preguntales a los uruguayos cómo les fue con Enrique Iglesias y a los colombianos, con (Luis Alberto) Moreno«, recuerdan sobre las nacionalidades de esos 2 titulares del organismo.

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