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Bolivia encara las elecciones presidenciales con la mira puesta en los candidatos Luis Arce del Movimiento al Socialismo (MAS) y el expresidente Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana (CC). Las últimas encuestas ubican al ministro de Economía de los gobierno de Evo Morales como favorito. Sin embargo falta definir si la diferencia que obtenga respecto a Mesa le permitirá ganar en primera vuelta. El tercero en discordia, que puede incidir en el resultado, es el exprefecto de Santa Cruz de la Sierra Luis Fernando Camacho. El candidato de la Alianza Creemos representa a la derecha más radical y antimasista. De ir a un ballotage las posibilidades del partido de Morales aparecen más difusas.
Arce: la cara del «milagro económico»
Un total de 7.332.925 bolivianos están habilitados para elegir presidente y vice, 36 senadores y 130 diputados, entre otros cargos. Bolivia llega a esta elección luego de un año dramático. Todo empezó en el proceso electoral de octubre de 2019. Allí luego de resultar reelegido Morales la oposición lanzó acusaciones de fraude que sirvieron para forzar su renuncia el 10 de noviembre e instalar de un gobierno irregular. Una vez en el poder, la presidenta de facto Jeanine Áñez debía llamar a elecciones en un plazo máximo de 120 días. Sin embargo la llegada del coronavirus produjo que la fecha elegida se aplazara en tres ocasiones. Desde el partido de Morales denunciaron que el gobierno interino estaba utilizando la crisis sanitaria para perpetuarse en el poder. Finalmente, luego de jornadas de protesta que paralizaron varias zonas del país en agosto de este año, quedó fija la fecha del 18 de octubre.
Para ganar en primera vuelta un candidato debe cumplir alguno de estos requisitos: obtener la mitad más uno de los votos o alcanzar más del 40 por ciento de los sufragios y establecer una diferencia de 10 puntos respecto del segundo. De no darse este escenario habrá ballotage. La fecha del mismo está programada para el 29 de noviembre y sería la primera vez que ocurra en la historia de Bolivia.
Con Morales inhabilitado para participar en la elección y refugiado en la Argentina el partido del expresidente apostó por Arce como candidato a la presidencia. El economista estuvo a cargo del ministerio de Finanzas públicas 12 de los 14 años del MAS en el poder. Su compañero en la fórmula es el también histórico ministro de Relaciones Exteriores durante los gobierno de Morales, David Choquehuanca. Las últimas encuestas publicadas por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) y la Fundación Jubileo de Bolivia mostraron que el binomio masista podría alzarse en la primera vuelta. Los datos sostienen que Arce podría alcanzar un caudal de votos que ronda entre el 40 y el 45 por ciento, similar al que obtuvo Morales en las elecciones invalidades de 2019. El politólogo Marcelo Arequipa destacó que esto representaría la consolidación del proyecto político masista más allá de la figura de su líder. “El MAS no es sólo Evo Morales. Es una corriente política histórica. Ningún partido político ha podido tener esa intención de voto que tiene el MAS. Y ahora repiten números sin su líder. Nunca en la historia del país ocurrió algo así”, sostuvo Arequipa.
La oposición: a dos puntas
Por su parte Mesa es un periodista de 67 años que ocupó la presidencia entre 2003 y 2005 tras la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada. Estuvo en el poder sólo 20 meses ya que la convulsión social que reinaba en Bolivia lo llevaron a presentar su renuncia. Ahora el candidato de CC obtendría entre el 30 y 26 por ciento de los votos según los últimos sondeos. En la elección de 2019 había alcanzado el 36,51 por ciento de los votos, según los datos que dejó el conteo definitivo. La diferencia fundamental respecto a esta votación es la presencia de Camacho como candidato. El expresidente del Comité Cívico de Santa Cruz concentra el voto antimasista más radical. En ese sentido el analista y politólogo Jorge Ritcher remarcó que su presencia mina las posibilidades de Mesa. “Camacho en Santa Cruz se acercaba a superar el 40 por ciento de los votos según las últimas encuestas. Cada voto a Camacho es uno que pierde Mesa. En este departamento Mesa obtuvo el 47 por ciento en 2019. Hoy está por debajo del 20 por ciento. Esos votos son críticos para el expresidente”, señaló el politólogo.
Buena parte de la derecha boliviana viene presionando al líder de Santa Cruz para que respalde a Mesa. Al momento de bajar su candidatura a la presidenta Áñez dejó en claro que debían evitar una victoria de Arce. “Me retiro ante el riesgo de que se divida el voto democrático entre varios candidatos y que, a consecuencia de esa división, el MAS acabe ganando la elección«, había confesado la presidenta interina. El resto de los candidatos son Chi Hyun Chung, del Frente para la Victoria y Feliciano Mamani, del Partido Acción Nacional Boliviana. Los otros postulantes que originalmente se habían presentado fueron bajando sus candidaturas en las últimas semanas.
Crisis económica y social
Otro factor determinante para que el MAS alcance o no una victoria en primera vuelta es el voto de las clases medias. En octubre del año pasado estos sectores manifestaron su enojo por la candidatura de Morales ya que el referendo de febrero de 2016 le había negado esa posibilidad. Sin embargo Arce manifestó confianza en que su candidatura haya vuelto a atraer a este sector social. En sintonía con esa retórica el expresidente declaró en un video difundido el último jueves que no interferirá en un posible gobierno del exministro. «Lucho y solamente Lucho será Presidente de Bolivia, con todas las atribuciones y responsabilidades que eso implica«, dijo Morales. Además dijo que en adelante su tarea será formar nuevos líderes.
La realidad es que Bolivia se encuentra sumida en una profunda crisis económica. Tras la llegada de la pandemia el desempleo urbano se duplicó en la medición interanual y llegó al 8,4 por ciento en el segundo trimestre de 2020, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto impactó de manera directa en los niveles de pobreza del país donde el 62 por ciento de los trabajadores se mueven en la economía informal. Para Arequipa este será el verdadero desafío a enfrentar para quien gane la elección. “Después del domingo empiezan los problemas que le preocupan a la gente. Si no hay ballotage a partir del lunes el candidato ganador deberá afrontar un escenario de crisis económica y social muy fuerte”, sostuvo el politólogo.
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