https://images.pagina12.com.ar/styles/focal_16_9_960x540/public/2020-11/120461-whatsapp-20image-202020-11-13-20at-2016-06-10.jpeg?itok=-GMbVG6_
La derrota de Donald Trump no es solo una derrota electoral. Expresa el fracaso de un estilo de gobierno, que se puede llamar trumpismo porque se reprodujo en otros lugares, comenzando por Brasil.
Trump y Jair Bolsonaro eran modelos alternativos de gobierno de derecha dentro de la derecha. La derecha estaba en crisis, ya que adoptó el modelo neoliberal. Dado que este modelo concentra la riqueza, promueve solo los intereses del capital financiero y la desigualdad, sin la capacidad de obtener bases de apoyo social que permitan gobiernos con estabilidad política. La derecha tradicional estaba perdiendo elecciones y revelando una incapacidad para combinar el modelo neoliberal con la fuerza política.
El trumpismo apareció como una nueva forma de liderazgo político, que buscaba recoger críticas acumuladas contra la democracia liberal, contra los parlamentos, contra el Poder Judicial, contra los medios de comunicación, pero con una perspectiva de extrema derecha. Tenía la intención de capitalizar la erosión de la política, proponiendo una nueva forma de hacer política, supuestamente sin corrupción.
De esta manera, logró reconstruir el campo del debate político, con una base de apoyo específica, y puso a la defensiva las demás interpretaciones. Polarizó la vida política en torno a los líderes políticos y sus gobiernos, con un estilo agresivo, declaraciones contra los consensos existentes hasta ese momento y provocando escándalo en la opinión pública. Se pretendía expresar la “mayoría silenciosa” mencionada por Richard Nixon, quien habría estado callado, pero se rebelaba contra la liberalización de las costumbres, contra los derechos humanos, contra la democratización política, contra la protección del medio ambiente, contra los movimientos de defensa de derechos de las mujeres, negros, jóvenes, LGBT. Sectores que serían reconocidos en las declaraciones extremadamente conservadoras de estos nuevos líderes.
Trump fue el candidato al que apeló la derecha norteamericana, en contra de la voluntad de la dirección del Partido Republicano, imponiéndose como forastero, a través de los medios. Se impuso al Partido Republicano, ganó las elecciones en el Colegio Electoral, impidiendo la continuación de la administración Obama con Hillary Clinton.
Impuso un estilo de conflicto, sobre todo con los medios de comunicación, considerados como enemigos, constituyendo una base de apoyo radicalizada, a la que se sumaron sectores que se sentían huérfanos por un sistema político y un modelo económico que no los contemplaba. Reunió su base de apoyo con su discurso, pero profundizó las divisiones en la sociedad en su conjunto.
Fue un estilo político de gran éxito en su surgimiento, con sus críticas dirigidas a otros estilo francotirador. Funcionó, hasta que llegó al gobierno y permitió que sus palabras fueran confrontadas con sus acciones.
La campaña electoral de este año fue el momento de la verdad de Trump. Terminó derrotado, aunque con una gran votación, porque fue juzgado por el gobierno que hizo, incapaz de combatir la pandemia, por el negacionismo que caracteriza a estos gobernantes, así como por la negación de los derechos humanos, el racismo y la discriminación.
Su derrota muestra el fracaso del trumpismo y apunta a un futuro similar para Bolsonaro. El Partido Republicano se condenará a sí mismo al suicidio si pretende mantener a Trump como líder. Un político que se desgasta aún más con la actitud que tiene ante su derrota electoral. Además, el trumpismo puede servir como estilo de gobierno, pero no sirve para ser oposicion.
Algo distinto es que la extrema derecha ha venido para quedarse en el campo político, tanto en Estados Unidos como en Brasil, como corriente política e ideológica. Pero perderá gran parte de su atractivo por haber fracasado como gobierno. La derecha tendrá que volver a apelar a sus partidos y candidatos tradicionales. Puede ser que la extrema derecha siga polarizándose contra la izquierda, pero sin la atracción que tenía cuando eran francotiradores.
Los votos que tuvo Trump no son suficientes para definir su continuidad como líder de la derecha norteamericana. Su imagen se desgasta todos los días que no acepta su derrota. Los líderes importantes del Partido Republicano difieren públicamente de él, porque saben que no es una posición sostenible para el partido. El partido tiene la mitad de los gobernadores de Estados Unidos, que no pueden gobernar en una postura como la de Trump.
La derecha se valio’de la alternativa del trumpismo, sin poder hacer gobiernos exitosos, que son el patrimonio que le queda a una corriente política. Como fuerza de oposición, el trumpismo funcionó, pero no pasó la prueba de ser un gobierno y tiende a perder protagonismo como alternativa política.
[ad_2]
Fuente
Más historias
Científicos de Córdoba y San Luis premiados por la ONU
El Papa Francisco nombró al cordobes «Tucho Fernández» como nuevo perfecto del Dicasterio para la Doctrinade la Fe
Salud notificó un caso de botulismo alimentario