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Luego de que a mediados de setiembre el Banco Central restringiera la compra de dólares para ahorro, la semana pasada el Gobierno Nacional ha anunciado una reducción a los impuestos a las exportaciones tendientes a incentivar a los exportadores a exportar (y liquidar) parte de la cosecha. En parte lo que sucedió es que, más allá de la reducción en la compra de dólar “ahorro”, la demanda de divisas continuó en aumento.
Hay un dato del Balance Cambiario (que registra la entrada y salida de divisas) del BCRA que llama la atención. Entre enero y agosto de 2020 se registraron pagos de importaciones por un total de 26 mil millones de dólares, un 24 por ciento más que en 2019, cuando, según el Balance de Pagos (que registra la entrada y salida de bienes y servicios) del Indec, en los primeros seis meses del año las importaciones cayeron casi un 24 por ciento con respecto al año anterior. ¿Qué está sucediendo con el pago de importaciones? ¿No estamos en recesión?
Es importante poner de manifiesto que para un número reducido de grandes empresas en la Argentina el comercio exterior se ha transformado en una herramienta más para la formación de activos en el exterior. En paralelo, el armado de estructuras societarias con empresas controlantes y controladas en el extranjero permite todo un conjunto de operatorias (diferir cobros, remitir utilidades, sobre-facturar importaciones y/o solicitar auto-préstamos) con importantísimos impactos sobre el mercado de divisas. Es interesante observar en línea con lo anterior que una parte importante de las grandes empresas que operan en el país y son “de origen nacional”, independientemente de si el grueso de sus actividades comerciales se ubican en el país, tiene sus casas matrices y/o empresas controlantes en el extranjero.
Uno de los costados que se preveían “positivos” de la crisis actual tenía que ver con la supuesta relajación del problema de la restricción externa, producto de una eventual caída en las importaciones asociada a la recesión. Pero, como vimos, los pagos por importaciones han aumentado y, entre enero y agosto, se han liquidado alrededor de 3 mil millones de dólares menos a lo que se ha exportado. Esto último no es nuevo, luego de la “crisis del campo”, entre 2009 y 2010, se liquidaron 4 mil millones de dólares menos que lo que se exportó (hasta que en 2011 se instrumentaron mecanismos para controlar las liquidaciones) y en los últimos dos años de la debacle liberal del Gobierno de Macri, esa discrepancia fue de 18 mil millones.
En paralelo encontramos que el último dato disponible del BCRA, de 2017, muestra que existía un total de casi 70 mil millones de dólares de deuda externa de privados, y que casi el 40 por ciento eran deudas con “empresas del mismo grupo”. Es decir, 26 mil millones de dólares de autopréstamos que hoy pretenden “volver” a un dólar preferencial, sin ningún control sobre cómo fueron utilizados (¿valorización a tasas del 80 por ciento?).
El problema de la falta de dólares es el principal problema de la economía argentina. Un reducido número de empresas tienen la capacidad de “vetar” la política pública a partir de su control sobre las divisas. Es fundamental que el Estado recupere controles sobre los puertos (hoy es difícil incluso saber cuánto efectivamente se exporta), el acopio de granos, la liquidación de divisas, la deuda privada y el pago de importaciones.
* Investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
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