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El inédito primer equipo de Gallardo en River

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Se engancha. Así titulaba este diario la página 52 en la edición impresa del 6 de julio de 2014. Un día antes había un partido de fútbol que paralizaba al país: Argentina le ganaba a Bélgica en Brasilia y se metía en las semis del Mundial. Pero unas horas antes, en el Monumental, en silencio y lejos de los flashes, se jugaba un amistoso que nadie sabía que marcaría un antes y un después en la historia de River: era la primera vez que Gallardo​ paraba un equipo en el Monumental. Fue contra Deportivo Armenio, el club que arrancaba a dirigir Federico Domínguez, un viejo conocido del Muñeco en Núñez. El gestor fue Rodrigo Sbroglia, ex mano derecha de MG de estrecha relación con Armenio: hoy, ya alejado de River, es el manager del club de la B Metropolitana.

Una postal del muñeco en aquella mañana lluviosa en Núñez. (Diego Haliasz-Prensa River)

Una postal del muñeco en aquella mañana lluviosa en Núñez. (Diego Haliasz-Prensa River)

Sbroglia, con sus amigos Scocco y Ponzio: fue uno de los hacedores de aquel amistoso.

Sbroglia, con sus amigos Scocco y Ponzio: fue uno de los hacedores de aquel amistoso.

«Fue muy lindo participar en la organización de ese primer partido justo contra Armenio, el club de mi vida. Una sensación muy especial».

Rodrigo Sbroglia, actual manager de Armenio

Fue un partido que casi no se juega: había diluviado durante toda la madrugada y el clima no mejoraba. De hecho por unos minutos estuvo cancelado, hasta que el propio Gallardo agarró el teléfono, llamó a Domínguez y cambió de planes: le dijo que había estado pisando el césped y que le parecía que se podía jugar. Hoy se cumplen seis años de aquel día que casi nadie recuerda. Cuando se habla del primer equipo que paró Gallardo, de hecho, suele remitirse a otro encuentro, que se jugó 10 días después en El Campín de Bogotá contra Millonarios y que sirvió como homenaje a Alfredo Di Stéfano: fue 2-2 y derrota desde los 12 pasos.

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El título decía “se engancha” porque MG, fiel a su pasado como jugador, paró un 11 con un enlace clásico: Manuel Lanzini. Sí, el primer 10 de Gallardo fue el actual jugador del West Ham, que además hizo, de penal, el primer gol del ciclo en aquella mañana lluviosa de Núñez. Casi no lo disfrutó al mediapunta: tras la pretemporada que continuó en Miami, ML apenas completó un juego oficial, que fue el primero de todos, aquel 0 a 0 contra Ferro en Salta por la Copa Argentina que terminó en victoria por penales. Luego emigró al Al-Jazira de Emiratos Árabes. Pero se ve que MG ya lo intuía: ese mismo sábado en el que enfrentó a Armenio, River abrochaba definitivamente la llegada de Pisculichi.

Mora jugó para los suplentes. (Diego Haliasz-Prensa River)

Mora jugó para los suplentes. (Diego Haliasz-Prensa River)

El bloque defensivo en aquel amistoso inicial ya spoileaba lo que sería acaso uno de los mejores equipos de toda la era Gallardo, el del primer semestre de 2014 que desfiló en el plano local y terminó ganando la Sudamericana tras eliminar en semis a Boca: Barovero al arco, Mercado, Maidana, Funes Mori (Balanta, que pintaba para titular desde el último campeón de Ramón, estaba aún licenciado por haber jugado con la selección colombiana en el Mundial) y Vangioni en la línea de cuatro y, toda una definición de estilo, elegía a Kranevitter como su volante central. El Colo reemplazaba a Ledesma, que había sido el cinco titular con Ramón. Ponzio, que transitaba su etapa de Tom Hanks en Náufrago como definió el Muñeco más tarde, arrancó para los suplentes. Ariel Rojas se ubicaba a la izquierda de Kranevitter en la mitad y a la derecha, una sorpresa: Augusto Solari. Sí, el actual jugador de Racing era el interior elegido. ¿Y Carlos Sánchez? El uruguayo recién regresaba al club de su préstamo en Puebla y estuvo en el equipo suplente, igual que Mora, que también volvía de ser cedido en la U de Chile. Adelante de Lanzini aparecían un Driussi de apenas 18 años y otra perlita: Federico Andrada (hoy en Aldosivi), que venía de ser el goleador histórico de las Inferiores y que con Ramón no había tenido demasiadas posibilidades. Andrada también jugó en el debut oficial con Ferro y después salió a préstamo al Metz francés. La inclusión de Andrada tiene explicación: Cavenaghi sufría una bursitis que lo marginó de casi todo el semestre y Teo Gutiérrez todavía no aparecía por Núñez, afectado aún por su selección.

Lanzini fue el enganche y Andrada el nueve (Diego Haliasz-Prensa River)

Lanzini fue el enganche y Andrada el nueve (Diego Haliasz-Prensa River)

Así paró el Muñeco a sus dos primeros equipos.

Así paró el Muñeco a sus dos primeros equipos.

“Me acuerdo que llovía con todo ese día, empatamos pero merecimos mucho más. Marcelo estaba probando equipo y me puso de titular y para mí fue muy lindo como recuerdo. Por ahí me podía quedar a pelearla, pero aunque empecé de titular, había muchos delanteros. Yo quería jugar y por eso me fui. Hoy pienso que me podría haber quedado como le pasó al Gordo Driussi, que esperó hasta que se ganó un lugar y triunfó en River. Pero el poco tiempo que lo tuve a Marcelo fue muy lindo y pude aprender muchas cosas”, recuerda hoy Andrada con Olé.

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Efectivamente el partido terminó 1 a 1 y sólo duró un tiempo por la lluvia. El gol de River lo hizo Lanzini de penal y, para Armenio, Javier Molina. El partido de los suplentes, que se jugó en primer turno, fue goleada 6 a 3 con goles de Boyé, dos del Malevo Ferreyra y uno de Sánchez: Nico Rodríguez (hoy en Unión San Felipe); Federico Vega (Union Royale Saint-Gilloise de la Segunda de Bélgica), Pezzella, Víctor Cabrera (Dynamo Houston), Urribarri; Sánchez, Ponzio, Ferreyra; Luciano Romero (Unión San Felipe); Mora y Boyé.

Pocos lo sabían entonces, pero ese día marcaba el inicio del ciclo más maravilloso de la historia.

Boyé la rompió para los suplentes: hizo tres goles.  (Diego Haliasz-Prensa River)

Boyé la rompió para los suplentes: hizo tres goles. (Diego Haliasz-Prensa River)

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Yo Digo: Federico Domínguez

Domínguez fue el técnico que enfrentó al primer River de Gallardo (Foto: Día32)

Domínguez fue el técnico que enfrentó al primer River de Gallardo (Foto: Día32)

Recuerdo muy bien ese día. Yo iniciaba mi carrera de entrenador en Armenio y me comuniqué con Marcelo para ver si podíamos entrar en su planificación de partidos. “Dale, te meto primero”, me dijo. Era lógico: para arrancar tenía sentido que eligiera un equipo para que los jugadores agarraran confianza y después ir subiendo el nivel. Lo más lindo fue verles la cara a los muchachos cuando se los comuniqué. Yo pensaba que íbamos a jugar en Ezeiza, pero un día antes del partido me dicen que se jugaba en el Monumental: eso me lo guardé para mí, para darles la sorpresa a los jugadores el mismo sábado del partido.

La noche previa se llovió todo. Cuando nos despertamos parecía obvio que se suspendía. Cerca de la hora pactada me llama Biscay y me avisa que no se iba a poder jugar por la lluvia. Yo lo entendí, no pasa nada, y se los digo a los jugadores, los liberé. Desayunamos, todos agarraron sus autos y se fueron. Yo me quedé un rato más en el predio (Empleados de Comercio, donde hacían la pretemporada). A los 20 minutos me llama Marcelo: “Te llamo porque estoy caminando la cancha y se puede jugar. ¿Los juntás a los jugadores o ya se fueron?”. Yo miré, creo que quedaban cuatro jugadores, pero le dije “dame dos minutos”.

Les pedí a los pibes que llamaran a sus compañeros y que fueran derecho para el Monumental. Imagínense la alegría de los pibes: ninguno había pisado esa cancha, estaban como locos. Así fue: llegamos al estadio de a poquito, nos encontramos en Figueroa Alcorta, nos esperaron a que estuviéramos todos y jugamos. ¡Y sacamos un 1-1 contra el mejor de todos! El otro partido, sí, sacaron mucha diferencia.

Lo que me preocupaba a mí era que, por el estado de la cancha, ninguno de mis jugadores se tropezaran y lastimaran a alguno de los chicos de River, claro. Pero por suerte no pasó. Y en un momento, cuando el césped no aguantó más, decidimos parar. Pero valoro mucho el gesto de Marcelo ese día, y no por mí: él pensó que no podía perder un día de entrenamiento, y por eso lo armó igual. Eso te habla de la clase de entrenador que es, además de una gran persona.

La frutilla del postre fue que al otro año yo dirigía a Atenas de San Carlos, en la B de Uruguay, y River estaba haciendo la pretemporada en Solanas, en Punta del Este. Cuestión que se enteran de que estábamos entrenando ahí, que era a media hora de distancia, y me va a buscar Matías (Biscay) para hacer un amistoso porque, entre comillas, les traje suerte, ja: «Arrancamos con vos en Armenio y nos fue bien», se reían. Cuestión que lamentablemente yo me acababa de ir del club, había renunciado porque la gente que me llevó no me cumplió, pero los fui a ver a Solanas igual y nos pasamos un buen rato tomando mates. A lo mejor la cosa era verme a mí: ese año ganaron la Libertadores, jaja.

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