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El Gabinete se recicló y en el Gobierno sólo se piensa en el coronavirus

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La quita de la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires, el debate por las Jubilaciones de privilegio, la reforma del fuero federal de la Justicia, el proyecto de Interrupción Legal del Embarazo, la renegociación de la deuda y el combate de la pobreza. Cuando el 3 de marzo se detectó el primer caso de coronavirus en la Argentina, la agenda política alternaba entre algunas de las iniciativas que el presidente Alberto Fernández había trazado cuando asumió el 10 de diciembre y las que se sumaron en el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Pero el avance de la pandemia obligó al Gobierno a cambiar casi por completo sus objetivos y, en consecuencia, todas las áreas, incluso las más involucradas en cuestiones sanitarias, tuvieron que reconvertirse y enfocar sus prioridades para hacer su aporte al combate de la enfermedad.

La rutina de Alberto Fernández cambió por completo. Desde que impuso la cuarentena, no volvió a pasar por Casa Rosada, se recluyó en la Quinta de Olivos y redujo sus salidas y recorridas, con el objetivo de concientizar sobre la necesidad de quedarse en casa para frenar los contagios.

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Los cambios en la agenda también se vieron reflejados en el volumen de reuniones en forma presencial que mantuvo. Luego de tres meses con varias audiencias por día, en los últimos 30 días el jefe de Estado siguió la recomendación de los especialistas y circunscribió los encuentros a situaciones de extrema importancia, como los que tuvo con gobernadores, intendentes, empresarios y gremios. Para el resto, videoconferencia.

La Casa Rosada luce semivacía desde que se impuso la cuarentena. El Presidente sigue su agenda desde Olivos. (Foto: Juan Mambromata/AFP)

La Casa Rosada luce semivacía desde que se impuso la cuarentena. El Presidente sigue su agenda desde Olivos. (Foto: Juan Mambromata/AFP)

En cuanto a la gestión, sólo se vio con los ministros que debía tomar decisiones clave, con su vocero y secretario de Comunicación Pública, Juan Pablo Biondi; y el resto de la primera línea de su confianza que integran los secretarios Julio Vitobello (Presidencia), Vilma Ibarra (Legal y Técnica), el subsecretario de Asuntos Políticos, Miguel Cuberos; y el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos.

Para descomprimir el caudal de dirigentes que pasan por Olivos, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; se instaló en Casa Rosada y redobló su agenda: desde el 20 de marzo, los funcionarios frecuentan primero el despacho del ministro coordinador, quien de todos modos cada tarde desembarca en Olivos para completar cada reporte que le envía al mandatario.

En un contexto en el que los empleados públicos, con excepción de las fuerzas de seguridad y el personal médico, no fueron enmarcados dentro de las actividades consideradas servicio esencial, tanto la Casa Rosada como los ministerios lucen vacíos, con una escasa dotación que colabora con ministros, secretarios y subsecretarios. “Sólo vienen los que son imprescindibles, el resto a sus casas”, fue el mensaje desde el Gobierno. Por caso, el plantel de choferes se redujo a más de la mitad, y la mayoría -salvo cuestionables excepciones- ni siquiera preparó guardias mínimas de secretarias y mozos.

Y el grueso de la planta política también fue instada a seguir con sus tareas en forma remota.

El trabajo de los ministerios durante esta cuarentena se puede dividir entre aquellas áreas, como los ministerios de Salud, Desarrollo Social, Seguridad y Economía que tienen misiones concretas en el combate de la crisis y sólo debieron cambiar sus prioridades; y las que, sin puntos de conexión claros, reconvirtieron sus abordajes para hacer su aporte.

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En el medio están aquellos que debieron atender circunstancias especiales, como el canciller Felipe Solá, que dejó por un tiempo en stand by los encuentros con diplomáticos para abocarse a la atención de los argentinos varados en el exterior; o el ministro de Transporte, Mario Meoni; encargado de garantizar la conectividad y articulación con cada provincia.

La construcción de un nuevo hospital para enfermos “leves” en Tecnópolis, la feria educativa ubicada en Villa Martelli; es una buena síntesis de esta situación. Allí el ministro de Cultura, Tristán Bauer; le abrió las puertas al Ejército, que por indicación de Agustín Rossi (Defensa) ensambló las 2.500 camas que, a través de una gestión de Eduardo “Wado” de Pedro (Interior), hizo llegar el gobernador de Misiones, Oscar Herrera Ahuad. La colocación de la iluminación y la instalación eléctrica de ese nuevo centro sanitario, que recibirá a pacientes bonaerenses que cursen la última etapa de su recuperación, estuvo a cargo de Juan Cabandié (Medio Ambiente).

En el Gobierno aseguran que el día después a esta pandemia se valorizará más la agenda del medio ambiente, por eso Cabandié prepara un paquete de iniciativas para debatir fuera de esta emergencia. Mientras tanto, el ministro destinó a un grupo de inspectores ambientales a hacer una tarea atípica, pero necesaria en este momento: relevaron precios y el abastecimiento de artículos esenciales en supermercados y farmacias.

En Ciencia y Tecnología, el ministro Roberto Salvarezza reasignó recursos destinadas a tres áreas (Informática, Centro Cultural de la Ciencia y la Unidad Tecnópolis) para la producción con impresoras 3D de mascarillas, viseras y otros elementos de seguridad. Ante los cambios en las demandas, el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; redireccionó los objetivos del área. “Antes los gobernadores llamaban para pedir una ruta, ahora piden obras puntuales para poder reforzar el sistema sanitario”, grafican en su cartera. Emblemas de estos cambios son los doce hospitales modulares, ubicados en el Conurbano bonaerense, Resistencia, Rosario y Córdoba; que se comenzaron a construir el mes pasado, a partir de la crisis.

Por las dudas, ante el eventual colpaso del sistema sanitario, el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, prepara el mapa de los clubes que están en condiciones de alojar infectados y a pedido del gobernador Axel Kicillof reacondiciona el complejo de Chapadmalal, contiguo a la residencia del Presidente y del gobernador. De todos modos, su principal tarea gira en torno a la asistencia al sector que sufrirá el impacto incluso después de que se levante la cuarentena. Para eso, planea reconvertir el presupuesto de su cartera en subsidios.

Ante el aislamiento obligatorio, Elizabeth Gómez Alcorta (Mujeres, Géneros y Diversidad) debió reforzar las acciones para la atención de personas en situación de violencia de género. Declaró a la línea 144 como servicio indispensable y sumó otros canales alternativos de comunicación, como Whatsapp y el correo electrónico, con atención de especialistas.

El área de Justicia fue una de las que sufrió pocos cambios. La ministra Marcela Losardo quedó virtualmente sin agenda desde el inicio de la cuarentena y el poderoso secretario Juan Martín Mena se ocupó de articular con otros poderes del Estado para dar garantías a las personas que están privadas de la libertad en el Servicio Penitenciario Federal: para evitar situaciones conflictivas, se movió rápido y dispuso la implementación de medidas de prevención sanitarias y la ampliación de dispositivos de comunicación.

También sin cambios, pero con más tareas, dicen estar en Educación, pese a que el ministro Nicolás Trotta es de los pocos funcionarios que, por prevención, van al Palacio Pizzurno. El área entera trabaja en forma remota en la elaboración y seguimiento de los contenidos alternativos y en la implementación del programa multiplataforma “Seguimos Educando”.

Desde Desarrollo Territorial y Hábitat, ante la imposibilidad de acordar nuevos proyectos en el territorio, María Eugenia Bielsa puso en marcha un plan de emergencia para atender a mil barrios populares y redestinó 3.000 viviendas sociales del programa Procrear para ampliar la capacidad de ubicaciones para aislar infectados.

A través de las Fuerzas Armadas, Defensa se centró en dar apoyo logístico: desde el traslado del material sanitario, hasta las tareas de cooperación con las Fuerzas de Seguridad locales y acciones destinadas a la contención social; como la preparación, producción y el reparto de alimentos en barrios más vulnerables.

Martín Guzmán (Economía) alternó entre dos prioridades: la oferta a los bonistas para renegociar la deuda y el trabajo junto a Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) para aliviar el impacto del cese de la mayoría de las actividades que implicó la cuarentena rígida. En este tema también debió involucrarse Claudio Moroni (Trabajo), otro al que le cambiaron las demandas: hasta la crisis escuchaba el reclamo por las paritarias, ahora son constantes sus desembarcos en Casa Rosada para articular con Cafiero y otras áreas del Gobierno el paquete de facilidades para empresas, para evitar despidos y suspensiones.

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Luis Basterra (Agricultura) vivió algo similar: del reclamo del campo por las retenciones, pasó a tener que resolver los conflictos que se originaron en la cadena de producción, especialmente por las dificultades en el transporte que sufrió el sector por las restricciones para circular que se impusieron en todo el país.

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