El equipo que espera homenaje

La importancia que cobró con el tiempo ganar la Libertadores acaso ayude a redimensionar un equipo que, a fines de los 60, fue el primero en ganarla ¡tres años seguidos!, y todavía no parece justipreciado, de manera especial en su propio país. Se están cumpliendo 50 años del tri del Pincha.

Es cierto, aquel Estudiantes de La Plata hizo lo suyo para que sus valores pelearan con sus disvalores. Pero se terminó hablando más de trampas y alfileres que de algunos extraordinarios jugadores, la lucidez de estratega de Osvaldo Zubeldía y el coraje y la bravura de un grupo que le salía a plantar cara al mismísimo Lucifer en el infierno. Época sin campañas “Fair play” de la FIFA, ni tantas cámaras que descubrieran a los que pegaban, ni VAR, y en las que ir a ganarles a los uruguayos en el Centenario parecía de vida o muerte. Ese grupo lo hizo.

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Con prioridad de lo colectivo sobre lo individual, varios eran grandes jugadores. Alberto Poletti, Raúl Madero, Eduardo Manera, Bocha Flores, y un fantástico supercrack como Juan Ramón Verón escapaban del promedio. La disciplina para el trabajo convertía cada pelota detenida en una acción ensayada de la que podía venir un gol, y se mecanizó el recurso defensivo de dejar al rival en offside. No improvisaban, conocían virtudes y debilidades el adversario. Y, sobre todo, no se admitían soldados que le sacaran el culo a la jeringa. Hace dos años, para el cincuentenario de la Copa Intercontinental ganada al Manchester United en el Teatro de los Sueños, los ingleses recibieron con honores a varios jugadores de aquel equipazo.

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Fueron, tuvieron el homenaje, volvieron y se seguirán preguntando si no son esos los honores que se les deben en su país. Y si nunca los tuvieron por los alfileres o por la osadía de, sin ser ninguno de los equipos “grandes”, no sólo les ganaron a todos los de acá sino que también hicieron arrodillar a los de América.