EL DÍA EN QUE CÓRDOBA SE CANSÓ DE LOS ACUERDOS

“Un voto sin jefes: la sociedad cordobesa desarmó la política de los acuerdos

Córdoba volvió a marcar tendencia nacional. En las elecciones legislativas de 2025, La Libertad Avanza no solo ganó: arrasó con un 42 % de los votos, dejando muy atrás a Provincias Unidas, la alianza oficialista que con el 28 % no logró capitalizar ni el peso del gobernador ni la extensa red de intendentes radicales con los que firmó acuerdos en los meses previos.

El mensaje del electorado fue tan claro como incómodo: la política de los pactos ya no convence y los aparatos territoriales ya no garantizan fidelidad.

Un voto que castiga el desgaste del poder

Córdoba, históricamente refractaria a los oficialismos nacionales, esta vez trasladó su disconformidad al ámbito local. El votante cordobés —más autónomo y crítico que en otros distritos— se movió en clave de castigo selectivo: premió el discurso de ruptura, el orden y la autenticidad que encarnó LLA,(sin estructura partidaria) y sancionó al poder provincial por lo que interpretó como continuidad burocrática y falta de renovación real.

El resultado expone una fisura profunda entre la dirigencia tradicional y la ciudadanía. Provincias Unidas creyó que los acuerdos con intendentes, el marketing institucional y la promesa de gestión bastaban para sostener el control territorial. Pero el votante cordobés, especialmente en el interior, ya no responde a la lógica vertical del poder: se informa, compara y decide con criterios emocionales y simbólicos, más que partidarios.

El voto radical emigró: de la tradición al desencanto

El otro gran dato político de la elección fue el éxodo radical. Los afiliados históricos de la UCR migraron en masa hacia La Libertad Avanza, impulsados por la desilusión con un partido que llegó dividido, judicializado y sin identidad.

Las internas interminables, los egos personales y la judicialización de la competencia interna terminaron por destruir la credibilidad de un espacio que durante décadas fue pilar del voto cordobés. La consecuencia fue brutal: apenas un 3 % de los sufragios y un sentimiento extendido de orfandad política entre sus bases.

El radicalismo no perdió solo votos: perdió su capacidad simbólica de representar a la clase media, ese segmento que hoy se siente más atraído por el discurso libertario de meritocracia, orden y rebeldía antisistema que por la moderación institucionalista.

La boleta única: el voto libre y sin tutelas

El nuevo sistema de Boleta Única Papel fue otro protagonista de la jornada. Por primera vez en una elección legislativa nacional, Córdoba votó con un formato que eliminó trampas, maniobras y las “viejas costumbres” de manipular boletas. El resultado fue un comicio limpio, agil,ordenado y transparente. Sin interferencias, el votante eligió a conciencia y sin tutelas. La pureza del voto individual potenció el mensaje de fondo: el cambio no fue inducido ni manipulado; fue auténtico y deliberado.

En esa claridad electoral, LLA amplificó su impacto. Muchos sectores sociales que en otras elecciones habían sido rehenes de estructuras partidarias o favores locales pudieron expresarse con libertad, votando sin condicionamientos.

Natalia de la Sota: la campaña sobrevalorada

El caso de Natalia de la Sota es el ejemplo inverso: una campaña sobrevalorada por los medios, con recursos y visibilidad, pero sin traducción electoral. Su espacio “Defendamos Córdoba” obtuvo apenas el 8,7 % de los votos.

La hija del exgobernador heredó apellido, pero no logró capitalizar identidad política. El electorado cordobés —que suele valorar la coherencia y la autenticidad— percibió más un intento de reconstrucción simbólica que un proyecto sólido. En tiempos de polarización, los discursos moderados y los perfiles personales pierden atractivo si no logran representar un conflicto o una idea clara de futuro.

Comportamientos y lecturas profundas

El mapa electoral cordobés 2025 puede leerse como una radiografía de mutaciones sociales más que partidarias.

Los jóvenes de clase media baja y sectores urbanos fueron el núcleo del voto libertario: castigaron al Estado, al “sistema”, y a todo lo que identifiquen con privilegio.El interior agroproductivo acompañó por afinidad ideológica y por el rechazo a la presión fiscal y regulatoria.

El electorado tradicional peronista se mantuvo fiel en parte a Provincias Unidas, pero sin entusiasmo ni expansión.

Las clases medias institucionalistas que antes nutrían al radicalismo y Pro se dispersaron entre LLA y la abstención.

Es un voto más emocional que racional, más antipolítico que partidario, pero no necesariamente irracional: es un mensaje de agotamiento del sistema político tradicional.

Representación y futuro

Córdoba renueva nueve bancas en la Cámara de Diputados: cinco irán a La Libertad Avanza, tres a Provincias Unidas y una a Defendamos Córdoba.

El reparto consagra un bloque libertario con peso propio en el Congreso y deja al peronismo provincial y al radicalismo en un rol secundario. Pero más allá de la aritmética legislativa, lo que deja esta elección es un mandato ciudadano: reconstruir la política sobre bases nuevas.

El votante cordobés demostró que ya no se deja conducir por estructuras, ni se compra con discursos nostálgicos. Vota con desconfianza, pero también con convicción.Y esa convicción —mezcla de enojo, búsqueda y reafirmación de autonomía— redefine el mapa político provincial.

Conclusión

Córdoba habló con la franqueza de quien ya no tiene miedo al cambio.

Le dijo “no” a la política de los acuerdos, al oficialismo confiado, al radicalismo anclado en el pasado y a las campañas de apellido.

Eligió otra cosa: una representación nueva, más ruidosa, más imperfecta, pero propia.El desafío ahora será de quienes ganaron: demostrar que el voto del desencanto puede transformarse en un voto de construcción. Esta elección dejo al kirchnerismo sin representantes  ¿sera el principio del fin de cordobesismo? el tiempo lo dirá..

 

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