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El tema, por primera vez, no será el coronavirus ni la logística para contener la pandemia. Por un rato, Alberto Fernández hablará con los gobernadores de algo que no tiene que ver, de manera estricta, con el asunto que se convirtió en razón y motivo de todo.
Esta vez, el Presidente citó a los gobernadores a Olivos para contarles, en persona y sin intermediarios, cuál será la oferta que le hará a los bonistas para la renegociación de la deuda. La cumbre será a las 4 de la tarde y la propuesta se conocerá un rato más tarde.
Si se cumple la agenda, luego de eso, Fernández y Martín Guzmán, acompañados por los mandatarios provinciales, participarán de la presentación de la oferta pública a los tenedores.
Por esa razón, por la complejidad y celo con que se maneja la información, Fernández romperá parcialmente el aislamiento y, contra las recomendaciones de los especialistas, convocó a una reunión presencial a los gobernadores a la quinta de Olivos.
Desde la reunión del 19 de marzo que resolvió la cuarentena total, el Presidente no volvió a citar en persona a los gobernadores y sistematizó, en varias reuniones, las teleconferencias. El mismo medio usó con los intendentes bonaerenses.
Algunos, precavidos, ya se excusaron: el cordobés Juan Schiaretti avisó que no asistirá porque el ministro de Salud de su provincia le recomendó no hacerlo por formar parte de un grupo de riesgo. Tiene 70 años, es diabético y le coloraron varios stents
Con gen K en sus modos, el Presidente mantiene el secretismo sobre cuál será la oferta pero, con un perfil propio, decidió que antes de que se haga pública la propuesta, la conozcan los gobernadores, los del PJ y los opositores.
El misterio está en los plazos y la quita, como contó Martín Bidegaray en Clarín, sobre los que el gobierno -Fernández, en persona- remite a la recomendación que hizo el Fondo Monetario Internacional (FMI) que habló de un período de gracia de 5 años y de una quita sustanciosa que en EL gobierno traducen en el orden del 50%.
Despliega, en ese movimiento, un estilo propio que consiste en tener abierto el teléfono rojo -o el Whatsapp, al menos- con los jefes provinciales. Un guiño al consenso que desplegó en las medidas más bravas de la cuarentena.
Ahora se repite pero para mostrar al poder institucional alineado en la posición de renegociar la deuda.
Es un juego doble: la gestualidad DE sentarlos a la mesa de las decisiones -aunque, en este caso, no intervengan en la decisión- y prepararlos para que los gobernadores inicien, en su momento, sus propias renegociaciones.
Axel Kicillof, el gobernador bonaerense, es el más urgido por eso, pero son varias las provincias que a fin de 2020 o en el 2021 deberán hacer frente a pagos de deuda, en términos del FMI, «insostenibles».
El Presidente trabajó mano a mano con el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el diseño de la oferta. Lo charló, además, con su vice, Cristina Fernández de Kirchner. Fue, según reconstruyó Clarín, uno de los temas que analizaron en la reunión que tuvieron la semana pasada.
En otros temas, menos sensibles, Fernández usa correos, omo con Máximo Kirchner, que va seguido a la Quinta, y con Eduardo Valdés, reconocido celestino porque fue, en su momento, el que los acercó para que hagan las pases tras años de distancia.
Fernández lo repasó, en charlas con el staff de funcionarios mas cercanos como Santiago Cafiero y Cecilia Todesca, visitantes frecuentes como Juan Manuel Olmos, que se suman a dos «habitantes» de Olivos: el vocero Juan Pablo Biondi y el secretario General, además de histórico amigo de Fernández, Julio Vitobello.
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