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Alberto Fernández empezó a flexibilizar su discurso público, y privado, cuando habla sobre el aislamiento social, recategorizar oficialmente como «estricto». El límite a esa política es el 17 de julio.
En declaraciones a los medios, Fernández admite ahora que el confinamiento más estricto que impuso en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) el 1º de julio dio «muy buenos resultados, porque lo que buscamos es que pare la circulación de gente». Si se le pregunta si continuará con este plan más allá del 17, responde que dependerá de los resultados de las estadísticas sobre los contagiados por la peste que se conocerán en los próximos días.
Aunque otros números detrás de esos números lo animan a reconocer que la cuarentena se flexibilizará: la crisis de la economía empieza a acechar al Gobierno. Clarín accedió en exclusiva a un informe que estudian en Presidencia, realizado por la consultora ARESCO –fundada por el asesor preferido del peronismo, el fallecido Julio Aurelio-, que muestra cómo la caída económica crece como preocupación de los encuestados.
En las primeras semanas del aislamiento obligatorio, siempre de acuerdo a ARESCO, alrededor de un 85 por ciento de los encuestados marcaba que su inquietud más importante era la salud, mientras que un 15 % afirmaba que lo que más lo afectaba era la incertidumbre económica.
En el último estudio de esa consultora, el que circuló por la Quinta de Olivos se informa que, al menos hasta el 3 de julio, quiénes respondieron que la mayor preocupación personal es el miedo al coronavirus fueron el 59% de los consultados, mientras que la crisis económica fue señalada como el mayor temor que sobresalta para un 38 por ciento.
En paralelo, el ministro de Salud, Ginés González García, está convencido de que, en el marco de una recesión cada vez más profunda, se vislumbra que por el confinamiento estricto «hay cansancio, enojo de mucha gente y agotamiento». Se lo confirmó a TN, pero es lo que su equipo ministerial también recoge de parte de los intendentes del Conurbano bonaerense. El ministro jamas renunciará a que las vidas y la salud son más importantes que la economía.
En el Gobierno dan ahora por seguro -siempre con las cautelas por posibles rebrotes del Covid-19- que después del 17 se volverá a permitir la apertura de más industrias y de los negocios que debieron cerrar tras el confinamiento más severo. «Necesitamos que cuando el 17 de julio termine esta cuarentena fijemos el horizonte y empecemos a trabajar para desarrollar la economía, la producción y el trabajo», adelantó el Presidente en declaraciones a FM Millenium hace pocos días días.
Los datos del informe son rotundos: el 78% de los tres mil encuestados en el AMBA considera que la situación social post cuarentena será grave o muy grave. De ese porcentaje, el 50% dijo que tenía menos ingresos desde que empezó esa política pública. Y el 18% informó que no tiene ingresos. A eso se suma otro número de alerta: el 40% contó que no puede hacer su trabajo desde su casa o, peor, que ya no trabaja más.
Según fuentes de la Presidencia, del Ministerio de Salud, de intendentes y de funcionarios porteños, ese muestreo generó que Fernández se adelantara a insinuar que el aislamiento social se flexibilizaría. Ese anunció sería acompañado por un nuevo discurso comunicacional en el que intentará instalar la idea de que se instrumentará un programa pospandemia: los anuncios sobre nuevos planes de reactivación para el mundo laboral y productivo serán claves en los discursos de los voceros de la Casa Rosada.
En ese sentido, para el oficialismo, la única certeza es que el Covid-19 y la cuarentena confluyeron en lo que será la mayor crisis económica de la Argentina. Eso, en un país acostumbrado a saltear cada pocos años desde una crisis récord a otra crisis récord.
Una de las ideólogas más influyentes del equipo económico presidencial, aunque de perfil bajo, Cecilia Todesca, admitió en una entrevista con CNN Radio que la pobreza, el desempleo y el cierre de empresas va a empeorar.
El informe que se leyó en la Presidencia indica eso mismo. El especialista Juan Manuel Aurelio, codirector de ARESCO, le explicó a Clarín que su informe muestra «una foto muy buena respecto a la aprobación de la gestión del gobierno», y agrega que, «a medida que se alargó el aislamiento, también bien valorado por la mayor parte de la sociedad, las malas experiencias que se fueron sucediendo con la economía afectaron de un modo razonable a los encuestados«.
Clarín pudo confirmar que la mayoría de los distritos bonaerenses, sobre todo en Moreno, José C. Paz o en Florencio Varela, u otros los cuentapropistas de los barrios pobres no dejaron de salir en búsqueda de un dinero para subsistir en los cotidiano, o que otros abrieron directamente sus locales comerciales, siempre con clientela reducida, y en estos tiempos aun más.
El intendente del partido bonaerense de Ezeiza, Alejandro Granados, por ejemplo, anunció que mañana abrirán los comercios de su distritos.
El jefe comunal de Escobar, Ariel Sujarchuk, admitió en una entrevista que hace 15 días en su localidad se contabilizaron que en los barrios trabajaban 80 ollas populares para dar de comer a quien nada tiene. Este fin de semana esa cifra se cuadruplicaría: las ollas populares que arderán para calentar comida serán 300.
Más allá de la crisis, en el informe de ARESCO se hace notar que el Presidente mantiene alta aprobación, que llega al 66%, un índice que llegó a su pico cuando impuso la cuarentena, el 20 de marzo, y fue bajando gradualmente. Del mismo escenario positivo gozan también, por ahora, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kiciloff, y que para el Jefe porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
Pero en ese panorama la inquietud por lo económico va tomando un protagonismo dramático.
En el informe las preguntas sobre cuáles deberían ser las medidas más urgentes para minimizar la crisis dieron estos resultados: para el 38% el Estado tiene que instrumentar ayudas a los comercios y las empresas dañadas por la cuarentena; el 30,2% aseguró debería prestar atención primero a los más necesitados; el 17% mencionó al «control de la inflación», y sólo un 9,2% prioriza un acuerdo por la deuda. Un 5,6 por ciento no supo qué responder.
A pesar de que funcionarios de rangos menores de la Gobernación bonaerense y de la Jefatura Porteña suelen criticar las políticas sanitarias de uno u otro distrito, se informó de modo oficial que este lunes se van reunir Kiciloff y Rodríguez Larreta.
El jefe porteño fue el primer en dejar trascender que, siempre de acuerdo la evolución de los contagios por Covid-19 en su distrito, flexibilizará la cuarenta obligatoria, e incluso la idea de su equipo de Salud es, en un tiempo breve, poner fechas límites para levantar la cuarentena para diferentes actividades comerciales puntuales, o para esparcimiento personal.
Las encuestas que manejan en la Capital Federal no difieren demasiado del informe que se analizó en la Quinta de Olivos.
Según fuentes oficiales, alrededor del 60% de los porteños está de acuerdo en cumplir una cuarentena, pero ese porcentaje baja de modo notable cuándo esos mismos encuestados se muestran a favor de que se flexibilice el confinamiento para abrir la economía.
Un 30% de los habitantes del AMBA -según la encuesta- pide que el aislamiento se levante de modo total de inmediato. No pasará.
En la provincia de Buenos Aires, las pymes y comercios que debieron cerrar cuando se anunció la cuarentena «estricta» es muy probable que tras el 17 de julio puedan volver a atender al público.
El gobernador Kiciloff fue informado por buena parte de los intendentes del primer y segundo cordón que la situación social provocada por el aislamiento llegó a un límite entre sus gobernados.
A pesar de que en muchos municipios los contagios de Covid-19 subieron y el nivel de ocupación de camas de terapia intensiva para enfermos de esa peste es muy alto en algunos distritos, en general en la mayoría aun se cuenta con la capacidad de atender a nuevos contagiados.
«No puedo decirle más a los comerciantes de mi ciudad que sigan cerrados. Es un límite», se lamentó un jefe comunal del peronismo ante Clarín.
Y reconoció que muchos de sus pares «les dicen a los dueños de los negocios que abran al público pero con cuidados para no alertar demasiado».
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