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Conocé el bunker de Gallardo

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Todos sabemos cuál es el lugar en el mundo para Marcelo Gallardo: River. Pero no todos están muy al tanto de cuál es, específicamente, ese lugar: su oficina en el predio de Ezeiza. O, como se animaban a llamar los jugadores a lo largo de estos casi seis años, el confesionario, haciendo alusión a Gran Hermano. Así lo contaron en los últimos días jugadores que pasaron por sus equipos como Driussi o Kranevitter: el técnico más ganador de la historia usa habitualmente ese espacio para tener conversaciones cara a cara con sus futbolistas, para marcar errores, corregir cosas o simplemente semblantear a los suyos.

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Gallardo mirando la Reserva con su padre Máximo desde su oficina. (Foto: La Máquina Radio)

Gallardo mirando la Reserva con su padre Máximo desde su oficina. (Foto: La Máquina Radio)

Algo de GH tiene, de hecho, el lugar en el que el técnico pasaba hasta hace veinte días casi todas las mañanas de su vida: su estudio personal está ubicado estratégicamente en el centro de todo el River Camp, al lado de una de las tribunas, con grandes ventanales que tienen vista a las canchas y otro hacia el gimnasio. Desde allí el Muñeco suele ver desde partidos de Inferiores o Reserva hasta al cortador de pasto del predio y a veces, incluso, los entrenamientos de la Primera cuando no requieren de su presencia. Alguna vez, de hecho, le contó a Olé que cuando está en un mal día prefiere quedarse en esa oficina y no mostrarse de mal humor con sus jugadores para no transmitirles una imagen negativa: no sabe disimular sus sentimientos.

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Hasta la llegada de Gallardo a River en junio de 2014, el sitio que hoy es su bunker tenía otros usos: allí habían un par de camas en las que se quedaban a dormir algunos empleados del predio. El Muñeco lo modificó y creó su centro de operaciones. Cada mañana, cerca de las 7, el deté sube por una escalerita contigua al gimnasio y al vestuario de de la Primera y se junta con sus colaboradores para planificar entrenamientos y próximos partidos, no sin antes desayunar y leer los diarios (generalmente Olé, Clarín y La Nación). En un principio, según se relata en el libro Gallardo Monumental, la sala de unos 10 metros por cuatro era bastante austera, con apenas tres cuadros: uno de Labruna llevado en andas luego de ganar el Metro 75, otro con una panorámica del Monumental y uno más pequeño con la imagen del Muñeco y sus compañeros de ese entonces levantando la Supercopa 97. También allí aparecía una pizarra en la que colgaba algunos recortes que le interesaban tener a mano para hacerles leer a sus ayudantes (en el libro se menciona dos: un artículo sobre Herr Pep, que relata los inicios de Guardiola en el Bayern, y otro sobre el Dortmund de Klopp, que por momentos fue un espejo en el famoso caos ordenado de los equipos de MG).

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Gallardo hace un tiempo en su oficina con el artista Sebastián Domenech, Al fondo se ve un muñeco del Muñeco.

Gallardo hace un tiempo en su oficina con el artista Sebastián Domenech, Al fondo se ve un muñeco del Muñeco.

Con el paso del tiempo, el decorado del bunker fue evolucionando: ahora se ven colgadas también las fotos institucionales de las pretemporadas de su ciclo en las que aparecen los planteles y todo su cuerpo técnico, también hasta un muñeco de sí mismo vestido de saco negro, camisa blanca y corbata roja que le regalaron. También cuelga un listado con las fechas de los cumpleaños de cada uno de los integrantes de su equipo (desde los jugadores hasta los utileros) y un gran calendario en el que tiene marcado el mapa de partidos y entrenamientos de cada semestre. Y un aviso con reglas claras para quien visite la oficina: prohibido fumar. Hay un espacio con mesada para hacer café, mate (¿la yerba? Baldo, uruguaya), tostadas, una heladera, una mesa de reunión para ocho personas, un plasma en el que MG ve partidos, enseña videos para estudiar rivales o mira las noticias, un par de sillones, un baño en el que suele ducharse tras los entrenamientos… Sí, tiene de todo. Y es que literalmente Gallardo pasa casi días enteros allí. Siempre desayuna en su búnker, pero habitualmente también almuerza, merienda y hasta cena cuando el trabajo se extiende.

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Sí, para los jugadores es el confesionario. Para el Muñeco, su segunda casa…

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