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IDENTIDAD EN COMUNICACION

Alberto Fernández piensa en rearmar el mundo, la paritaria de los presos y un Brexit criollo

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El demiurgo Alberto, de la raza de los faraones

“Ustedes dirán ‘este tipo se volvió loco’, pero la realidad es que la pandemia nos da una gran oportunidad de cambio”. La frase se escuchó el viernes de boca de Alberto Fernández, en una charla que mantuvo con dirigentes del grupo de Puebla, con foco en los líderes de la oposición al gobierno de Sebastián Piñera. Esta expresión no es algo que haya que tomar literalmente, pero expresa el ánimo que trasmite el presidente cuando habla de uno a uno, como ocurre en las videoconferencias.

Parece reencarnarse en el demiurgo de un mundo nuevo, así como su vicepresidenta se calificó alguna vez como “la reencarnación de un gran arquitecto egipcio”. Ella decía “Amo construir”. Alberto va por más: ahora se siente con la oportunidad de rearmar el mundo porfirizado por la peste. Sin cambiar de frecuencia, musitó: “Lo que estoy proponiendo es una vida más digna en el mundo, y si no podemos hacerlo en el mundo, por lo menos en América Latina”. Se pondrá muy contento el Altísimo cuando se entere de esta colaboración.

Para ilustrar sus locas tentaciones (Celedonio Flores, tango “Mano a mano”), les regaló a los chilenos que le había reunido Marquitos (el otro Enríquez Ominami) con: “Lo que yo estoy viendo ahora en Chile me pone muy contento. Ver a los amigos democratacristianos, a los amigos del socialismo, del comunismo”. Se van a poner muy contentos los peronistas que lo llevaron al gobierno.

El mito del regeneracionismo, que siempre vuelve

El ánimo fundacional es una de las pandemias crónicas de la política criolla, y de todas las de raigambre católica. Su versión hispánica es el regeneracionismo, la idea de que el mundo fue y será una porquería y que hay que cambiarlo de cero cada tanto. ¿Acaso la peste no es otra prueba de que es una porquería y que el mundo está mal hecho?

Los protagonistas se desgarran las vestiduras, piden que se vayan todos, que renuncien a sus cargos y a las reelecciones, como en 2001, para protagonizar versiones cambiantes del “hombre nuevo”. Fuera éste el de la fe cristina, fuera el del Che Guevara. El aplastamiento de la realidad despierta ese ánimo en protagonistas como Alberto, quien el jueves predicó con el mismo tono evangélico ante los dirigentes de las organizaciones sociales, encabezadas por su jefe tácito Juan Grabois.

El jefe de la Ctep se califica a sí mismo como un «bleeding heart» de la política, y lo ve de la misma forma al Presidente. Ante él Alberto dijo que la peste es la oportunidad de arrancar un mundo nuevo, sin las restricciones del mundo viejo. Una ilusión que alguna vez en la vida nos gana a todos, hasta que aparecen las restricciones. Miraba, desde una silla en la segunda línea de “distantes sociales” de esa reunión, el “Chino” Navarro, que va ganando años como testigo eterno de las diversas regeneraciones, que le permitieron pasar de ser un intransigente de Oscar Alende en el conurbano, a convertirse en el enlace de la revolución de Olivos con el Congreso.

La Corte descalificó a dos de un gobierno de tres

Ese impulso demiúrgico tiene que haber levantado vuelo el viernes mismo, cuando se conoció en Olivos el fallo 5 a 0 de la Corte en la presentación que había hecho Cristina para una autorización -que no necesitaba- para sesionar, y a la que había adherido enfáticamente Sergio Massa. Fue otro de los hechos políticos del año: que el tribunal respondiese con dureza y unanimidad poco usual a una demanda envenenada de otro poder, el Congreso. Este es un gobierno trifronte, en el que conviven tres polos de poder: la Corte cacheteó a dos de ellos, Cristina y Massa y alivió las miradas torvas de la corporación judicial hacia Alberto. El oficialismo se ocupó de filtrar que la decisión había gustado en Olivos, a través de la prensa, que ha convertido al periodismo de investigación en un género del periodismo de la filtración (usurpo una expresión brillante del colega español Juan Luis Cebrián).

La justicia buscará movilizarse el martes con una sesión virtual – la primera – del Consejo de la Magistratura. El objetivo es responder a las demandas de los abogados por la parálisis de los tribunales, que les impide tramitar causas y resolver, en otras cosas, el cobro de honorarios. Es el motivo de la presentación de un grupo de estrellas del penalismo abogadil a la Corte. También, de manera indirecta, alimenta los motines en las cárceles, promovidos por dirigentes abolicionistas, pero más que nada por los propios presos, que saben que sus abogados no pueden mover un papel por ellos.

El Gobierno, que es tan débil como todos los otros poderes, debió resignarse a una paritaria con los presos, un argentinismo para el récord de las rarezas criollas. Este tipo de debates son indicativos de la exasperada piel de los funcionarios públicos y los dirigentes políticos. Todos sus movimientos, además, son jugadas a tres bancas con carambolas a lo Navarrita – para recordar a la legendaria estrella del billar. El pedido de Cristina a la Corte era un dardo con propósitos más altos que esa fruslería de pedir permiso un poder a otro poder. Buscó golpear – hasta con insultos de “cachivaches” y “cipayos” – a un tribunal que está atravesado por una pelea política abierta desde hace más de un año y medio, entre Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.

La mejor manera de conmover a la Corte es enredarla en el debate sobre las relaciones entre los poderes. El fondo es la situación judicial de exfuncionarios anteriores a 2015, que están convocados a juicios por acusaciones de presunta corrupción. El oficialismo ya actuó en defensa propia, al arrinconar a los jueces con una reforma del sistema de jubilaciones que les quita beneficios. La Corte respondió a ese ataque, como lo hizo antes de 2015, cuando respondió a los intentos de implantar la “justicia legítima”. Fue una de las grandes derrotas políticas del peronismo cristinista, y el comandante que lo vapuleó fue Lorenzetti. Ahora la respuesta la encabezó su principal adversario, Rosenkrantz. A ver si nos entendemos.

Más lejos de la oposición por el Brexit chico

Ese envión que captura la voluntad del Presidente debe alguna explicación a la oposición, sobre gestos que trizan sus relaciones, hasta ahora más que buenas. ¿No debió el Gobierno consultar con ellos el apartamiento del país de mesas de negociación del Mercosur con terceros países? Es un asunto de estado preservar la comunidad de naciones de la región, que puede ser afectada por lo que llaman los radicales «un Brexit chiquito». El Gobierno tuvo la delicadeza, o la debilidad, de proteger las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea. Justo el acuerdo que más le criticaron a Mauricio Macri. Faltan explicaciones en este paso, que acentúa el aislamiento del gobierno de un mundo que lo que busca es tender redes de seguridad, en lugar de quitarlas. La administración de Alberto mantiene tensiones con Brasil, país con quien se comparte el principal protocolo industrial de la región, el que ampara a la industria automotriz, y a quien se le venden más de USD 11.000 millones al año. La justificación para levantarse de esa mesa es que hay una peste. Un argumento solidario con el del demiurgo, que entiende que ésta lo justifica todo, en una nueva versión de la tesis Puiggrós – por Adriana, viceministro de Educación – para quien el capitalismo salvaje provocó la dolencia que padece el mundo. Es notable la facilidad para el diagnóstico que tienen algunos políticos, que atribuyen las enfermedades a causas políticas. Lo hizo Cristina cuando habló de la desgraciada enfermedad de su hija, o de la que le costó la vida a Héctor Timerman.

La oposición ata los caballos en el palenque de Massa

Desde esta semana la oposición buscará concentrar unidad en el Congreso para atar los caballos en el palenque de Massa, evocando aquella estampa de 1820 cuando los caudillos “Pancho” Ramírez y Estanislao López ataron sus caballos en la verja de la Pirámide de Mayo. El martes se van a reunir los jefes legislativos de la oposición, y los diputados amenazan con sesionar aunque sea en minoría, para quebrar la política del gobierno de mantener cerrado el Congreso con el argumento de que la enfermedad se contagia.

Massa se adelantó a llamar este lunes a reunión presencial de Labor Parlamentaria, que habilite la posibilidad de reformar el reglamento, para habilitar sesiones virtuales. Los opositores dirán que igual quieren sesiones presenciales, como se ha visto en Mendoza, en la CABA y, más lejos, en Washington. El jefe radical Mario Negri debió elegir entre Massa y Juan Schiaretti, y eligió al primero. El gobernador de Córdoba lo tenía comprometido para una reunión, también el lunes, con el arco político opositor de su provincia. Schiaretti se adelanta en el espacio de su provincia, a buscar algún acuerdo con sus adversarios. Les mostrará el cuadro financiero de la provincia y del resto de los gobernadores que estuvieron representados el jueves en la reunión con Martín Guzmán, Wado de Pedro, Silvina Batakis y Rafael Brigo, en la que se discutió el endeudamiento de las provincias en el exterior. Este Brigo dejará el cargo de director de la Comisión de Valores y se hace cargo de una Unidad de Renegociación de esos compromisos. Córdoba está a la cabeza de los reclamos de ayuda, por los vencimientos que tiene este mes. Schiaretti necesita respaldo de todos lados para enfrentar el esfuerzo, pero le preocupa aún más el vencimiento de deuda que tiene la provincia en 2021, que es un año electoral.

Roces en la oposición por impuesto a los ricos

La oposición agota la imaginación para aportar respuestas que desbaraten la intención del peronismo de hacerlos bailar con la más fea, al mostrarlos como defensores de los ricos. Para eso se embutieron en la semana en largas sesiones de chateo con economistas propios como Laspina, y también ajenos. Entre estos estuvo Carlos Melconian, de quien escucharon algo que es un lugar común: que el impuesto Heller es una herramienta política, que no caminará si se mantiene lo que se ha informado hasta ahora, porque es inconstitucional -por retroactivo- y expropiatorio, porque crea una tasa sobre bienes que sobrecarga, y afecta el derecho de propiedad.

Melconian desarrolló su idea de crear una cuasi moneda que no vaya contra el peso, emitida por el Estado, para pagar sin creación de inflación. El llamado a la imaginación sin límites para aportar estas soluciones out of the box, movió la iniciativa que se conoció en estas horas por la pluma del senador Roberto Basualdo del PRO, a quien acompañó la totalidad de la bancada, de interceptar el impuesto Heller con un proyecto de Ley de Inversión Patriótica Obligatoria.

Circuló por todas las mesas económicas de la oposición de Juntos por el Cambio, y también por algunos encumbrados estudios contables dedicados a los temas fiscales, para darle una última leída técnica. La iniciativa avanza sobre un aporte voluntario, con corte en activos por encima de los $ 200 millones, y con destino a inversiones productivas. Hay una disputa pendiente hacia adentro por esta iniciativa. La mesa de los bloques de la oposición había resuelto esperar a que el gobierno presentara su impuesto a los ricos para mover alguna ficha. Los senadores del Pro buscaron adelantarse con la iniciativa de Basualdo, un empresario que propone una manera de promover inversiones en lugar de impuestos. El Pro de la Cámara alta decidió apoyarlo para adelantarse al oficialismo. Dentro de la misma fuerza, hay críticas por lanzarlo antes de que se conozca el proyecto de Heller. La línea oficial del bloque responde que el radical Gerardo Morales, sin conocer tampoco esta iniciativa, ya salió a apoyarla frente al silencio de sus correligionarios. Por eso prefirieron adelantarse, aunque se exponen a la picardía del oficialismo de llamar a una sesión para tratarlo y en el recinto desfigurarlo para imponer el propio.

La muerte de la muchedumbre como actor social de la política

La oposición tiene a su jefe, Mauricio Macri, en cuarteles de invierno, sin capacidad de mover a todo el arco opositor: tiene que resolver situaciones de liderazgo que vienen del pasado, y que condicionan su futuro político. Su fuerza sufre de la inhibición de la acción, a la que somete la peste a todos los poderes. Ideal para que el peronismo se ampare en esa excepcionalidad, para avanzar en la captura de posiciones de poder con todos sus adversarios en imagen congelada. Por un lado perpetúa la parálisis del Congreso, porque gobernar por DNU es la panacea del cualquier presidente. Lo más importante es que la peste ha puesto en coma al actor social de la muchedumbre, agente activo en cualquier episodio político contemporáneo. Oficialistas y opositores han perdido esa herramienta fundamental que es la amenaza de la movilización de la muchedumbre. Es una situación que necesita un teórico que saque las conclusiones, así como Toni Negri lo hizo sobre la muchedumbre como protagonista social excluyente en sus clásicos “Imperio” [2000] y “Asamblea” [2018, los dos en colaboración con Michael Hardt]. La movilización actuó en 2001 contra el sistema político, contra el peronismo en la guerra del campo de 2008, y durante el gobierno de Cristina intimidó con plazas y atriles, como oposición interna y externa a su gobierno. Hoy nadie moviliza a nadie, y mejor no se le ocurra a alguien intentarlo, porque las demandas son terminales, mucho mayores que las que arrastraron a los modelos de izquierda y derecha de la región (Evo, Piñera).

La táctica de arrinconar al macrismo como partido de los ricos

La inquietud de la oposición es huir de la acusación del peronismo de defender a los ricos, un escrache que usó cuando gobernaba Macri, para sindicarlo como jefe de una administración de ricos y en beneficio de los ricos. La respuesta fue siempre que el 60% del presupuesto iba al gasto social, y que la ayuda a los pobres era mucho mayor que la que entregaba, siendo gobierno, el gobierno de Cristina.

Ahora, según los números que Juan Grabois le llevó el jueves a Alberto a Olivos, mantener los comedores populares en todo el país requiere el doble de lo que recibían en alimentos bajo el gobierno de Macri. Hoy el pedido es de 16 toneladas de alimentos diarios. “Zafamos algo en el conurbano, pero nos faltan alimentos en el interior, como Santa Fe, Río Negro, Córdoba. Además se nos ha triplicado la gente en los comedores”, explicó esa tarde en Olivos el jefe de la CTEP y enlace no reconocido pero sólido, entre el peronismo y el papa Francisco. La respuesta de la oposición es la misma que hizo en su momento frente a acusaciones como las de apoyar el blanqueo de los evasores, o no aumentar más el impuesto a las ganancias: aportar alguna respuesta que supere esa chicana que agita el oficialismo, más por hacer músculo y disputar poder hacia dentro, que encontrarle alguna salida a un drama sin solución la vista, por la crudeza con la cual el virus alimenta la depresión económica. En sistemas más ágiles como el de los Estados Unidos, ya se habla de la quiebra de algunos estados, propuesta que lanzó un senador republicano en el debate sobre el segundo paquete de ayuda que votó el Congreso, que allá sesiona de manera presencial sin que a nadie se le corra el rimmel.

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