MULTIMEDIOS PRISMA 24

IDENTIDAD EN COMUNICACION

A 15 años del Chavo preso en Brasil

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A la par, quien iba corriendo con Grafite no era el Leandro Desábato. Y, de hecho, el que se va expulsado con el delantero del San Pablo no es el zaguero, sino Chiche Arano. El lateral, esa noche parado de volante por un joven pero ya mañoso Gustavo Alfaro​, se puso cara a cara con el brasileño, que ya había avisado que si hacía un gol iba a festejar comiendo una banana por los insultos racistas que había recibido en el encuentro de ida en el Centenario. Recién ahí entra en escena el Chavo, quien le dice algo al punta, que le pega un manotazo. Martín Vazquez, árbitro uruguayo que dirigía el encuentro de la fase de grupos de la Libertadores de 2005, le mostró la roja al ex Huracán y a Grafite, sobre el final del primer tiempo, con el resultado 1-0 (finalmente ganó el local 3-1).

Eran otros tiempos. Quilmes no penaba en la B Nacional, sino que acumulaba papeles dignos frente a los mejores equipos del continente. Desábato todavía no había sido campeón de América y era apenas un recio zaguero de 25 años que marcaba su personalidad en los estadios con más historia. Y el grave problema de racismo en Brasil estaba volviendo a ser uno de los temas de agenda. Pero nadie todavía puede entender el circo que se orquestó alrededor suyo. 

El Chavo, apenas terminó el encuentro, fue abordado por la prensa.

El Chavo, apenas terminó el encuentro, fue abordado por la prensa.

Grafite yendo a hacer la denuncia a la comisaría.

Grafite yendo a hacer la denuncia a la comisaría.

Cuando se consumó la derrota cervecera en el Morumbí, el comisario Osvaldo Goncalves le avisó al defensor que iba a ser detenido y sólo tuvo tiempo de bañarse antes de ser trasladado a la comisaría 34 del barrio donde está ubicado el estadio. «Salir de ahí fue un escándalo. Estábamos atravesando un pasillo con todos los periodistas encima y le terminé empujando la cámara a un fotógrafo contra la cara. Se estaba por armar y Alfaro gritó que iba a dar la conferencia para llevárselos. Al final la Policía nos trasladó hasta donde estaba el Chavo», recuerda Julio García, vicepresidente de Quilmes con Olé. Desábato estuvo hasta las seis de la mañana guardado en una oficina, y los dirigentes y el propio Lechuga andaban a las puteadas con los oficiales mientras intentaban conseguir a un abogado. Su representante legal sería Carlos Pires Mendes y arrancaba el ida y vuelta entre las partes, con un centenar de periodistas en la puerta de la comisaría y el plantel decidido a quedarse a esperar a su compañero detenido, que pasó al calabozo junto a Fabián López, otro de los dirigentes que se había quedado de guardia y se coló con él hasta que los propios policías lo sacaron.

Julio García, Fabián López y el Gallego Iglesias, dirigentes de Quilmes, esperando en la comisaría.

Julio García, Fabián López y el Gallego Iglesias, dirigentes de Quilmes, esperando en la comisaría.

El Chavo siendo trasladado del Morumbí a la comisaría.

El Chavo siendo trasladado del Morumbí a la comisaría.

«Él no puede venir a ofenderme a mi casa. Me dijo negro de mierda», denunció Grafite y presentó como testigos a, atentis, dos televidentes que le habían leído los labios al zaguero de Quilmes. La disputa, a esa altura, había sacudido a la sociedad brasileña, que convirtió a Desábato en el enemigo público número uno. Al otro día, era el único tema en los medios paulistas y la prensa se agolpaba en la puerta de la segunda comisaría, adonde habían trasladado a Desábato. «Salí para hablar con los periodistas e imaginate las cosas que dije… que era una dictadura, que no se respetaban los Derechos Humanos, que me hacía acordar a las épocas más nefastas del proceso en Argentina», relata García, en las mismas horas del jueves (menos de 24 horas después) antes de que se desatara un nuevo frente…

García le respondió a los periodistas brasileños.

García le respondió a los periodistas brasileños.

BRA10 SAO PAULO (BRASIL)150405  El defensa argentino Leandro Desabato (c) del Quilmes, sale de las oficinas del Departamento de Policia Civil hoy, viernes 15 de abril, en Sao Paulo. Des bato estaba preso en Brasil desde la madrugada del jueves, al ser acusado de racismo luego de un enfrentamiento verbal con el delantero brasileño Grafite, del Sao Paulo, en un partido por la Copa Libertadores el pasado mi‚rcoles. Des bato fue liberado hoy tras pagar una fianza y ahora persigue una autorizaci¢n para volver a su pa¡s. EFECaetano Barreira

BRA10 SAO PAULO (BRASIL)150405 El defensa argentino Leandro Desabato (c) del Quilmes, sale de las oficinas del Departamento de Policia Civil hoy, viernes 15 de abril, en Sao Paulo. Des bato estaba preso en Brasil desde la madrugada del jueves, al ser acusado de racismo luego de un enfrentamiento verbal con el delantero brasileño Grafite, del Sao Paulo, en un partido por la Copa Libertadores el pasado mi‚rcoles. Des bato fue liberado hoy tras pagar una fianza y ahora persigue una autorizaci¢n para volver a su pa¡s. EFECaetano Barreira

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LA BRONCA CON RIVER

Los jugadores de Quilmes habían tomado la medida de esperar a Desábato y esperaban un gesto de sus colegas del Millonario, que debían ser rivales el domingo. Pero no pasó: Leonardo Astrada, DT de aquel equipo en el que se destacaban el Muñeco Gallardo, Mascherano​, Lucho González, entre otros, no quería saber nada con postergar el encuentro, ya que debían jugar durante la semana contra Nacional por la Libertadores. Y desde el Cervecero los acusaban de «ventajeros» y de falta de solidaridad.

El cruce entre Astrada y Arano.

El cruce entre Astrada y Arano.

La causa ya era un problema para las relaciones bilaterales. Maradona​, por supuesto, bancó a Desábato y a Quilmes: «Si en Brasil tienen problemas con el racismo, que los resuelvan afuera de la cancha». Del otro lado, Leao, el DT de San Pablo con larga historia contra equipos argentinos (entre otras cosas, por ligarse un piñazo en la cancha de Lanús), lo cruzó con mala leche: «Su cerebro no debe funcionar normalmente por todo lo que sabemos». Nicolás Leoz, pope de la Conmebol, aseguraba que el Chavo no iba a jugar más en la Copa, mientras Julio Grondona bancaba al del Cervecero: «No tiene que pedir disculpas porque no hizo nada«.

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Claro, en San Pablo la situación lentamente avanzaba. Desábato iba a ser trasladado al juzgado para firmar su liberación por una fianza de casi 4.000 dólares. «¿Sabés quién nos dio la plata? Un empresario brasileño que después cayó con el FIFA Gate, el capo del Traffic Group (organizadora de eventos deportivos», cuenta el vice cervecero. «Algunos corrieron hasta el auto del abogado para ir al juzgado pero los periodistas saltaban arriba y se colgaban para sacar fotos, se lo rompieron todo. Después, cuando llegamos nos atiende la secretaría del juez, que era negra y nos miraba como si fuéramos el Ku Klux Klan (organización racista de extrema derecha). Al final lo dejaron ir».

El Chavo volvió en la primera de las tres tandas en las que regresó la delegación de Quilmes, que se entrenó el sábado y el domingo cayó contra River 4-0, con doblete de Gallardo.

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LO DIJO O NO LO DIJO

“Unicamente le di una respuesta al señor Grafite. El había hecho una declaración antes del partido, que si marcaba un gol enviaría una banana a los defensores de Quilmes. Entonces yo le dije que era un cagón y que se metiera la banana en el culo”, se defendió Desábato ya en el país y al día de hoy, sus compañeros lo bancan. «Sé como es Desábato, nunca le habría dicho eso», le asegura el Chango Vivas, capitán de ese equipo, a Olé. Aunque nunca quedó claro si era culpable o no de lo que se lo acusó. «Me parece que el que en realidad lo puteó fue Arano», piensa Fabián López, vice tercero en aquel momento, aunque Julio García no está tan seguro: «Creo que sí se lo dijo, y algo de la banana».

Tampoco nunca quedó claro cómo el defensor pasó de tener un cruce con un delantero a ser el hombre más apuntado en Brasil. «Había un tema político. Parece que la línea venía de más arriba, de la gobernación. Que había que generar revuelo con el tema del racismo. Estaba el gobernador mirando el partido, vio que lo putearon y se armó», cuenta García. Las crónicas de ese mes hablaban de lo mismo, de que el Chavo fue el chivo expiatorio necesario para discutir un problema de fondo en la sociedad brasileña. Otros acusaban a Leao y hasta al comentarista de la TV de ese país, por sugerir que hubo insultos racistas en el cruce.

Al regresar, a Desábato -hoy entrenador de Estudiantes- lo esperaba su pareja, aún con los nervios de punta y una camiseta cargada de los insultos de las últimas 72 horas: la 9 de Grafite, que el Chavo había cambiado en el partido de ida.

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