Aún falta mucho tiempo para las próximas elecciones municipales, y sin embargo, ya estamos asistiendo a una suerte de carrera anticipada por el poder local. Algunos se anuncian como posibles candidatos, otros se dejan ver en actos, cenas o reuniones, y muchos más comienzan a tantear nombres y alianzas. Todo sugiere que la política ha entrado, una vez más, en modo campaña permanente, incluso cuando ni siquiera se puede analizar a ciencia cierta los avances de gestión.
En ese contexto, quienes hoy están al frente de los municipios ya se proyectan para una eventual reelección, aun cuando el impacto real de sus gobiernos es difícil de medir. Las transformaciones profundas requieren tiempo, pero también exigen narrativa clara, comunicación honesta y resultados visibles. La pregunta es inevitable: ¿cómo se puede pedir continuidad sin antes rendir cuentas?
A su vez, aparecen otros actores que ya ocuparon lugares de poder —algunos con gestiones opacas. brillantes o inconclusas— (que talvez no pudieron repetir candidaturas por una cuestión de organigrama) que ahora tejen redes políticas desde la sombra, muchas veces sin propuestas claras, sin ideas renovadas, sin un horizonte colectivo. Solo nombres. Solo estructuras. Solo memoria. Poco se dice sobre ideas de mejoras.
La escena se completa con quienes, desde el llano, comienzan a formar “grupos”, buscar sellos partidarios o sacarse la foto de rigor, sin que nadie sepa con certeza qué piensan, qué sueñan, qué problemas quieren resolver. Primero el nombre, después —con suerte— el contenido. Es un orden invertido. Es la política como espectáculo, no como compromiso.
En medio de ese ruido, el sábado pasado se llevó a cabo una reunión significativa en una confitería céntrica de Cosquín, donde dirigentes del departamento Punilla, provenientes de sectores peronistas, radicales y vecinalistas, coincidieron en el diagnóstico: el desencanto con las estructuras tradicionales partidarias ha alcanzado un punto de inflexión. Y por eso decidieron dar un paso distinto.
Allí se gestó “Punilla Crece”, un nuevo espacio político plural, participativo y transversal, donde conviven de igual a igual dirigentes con experiencia de gestión —el 90% con trayectoria como intendentes o funcionarios municipales— que buscan trabajar de forma conjunta en el desarrollo político, económico y cultural de la región.
El lanzamiento oficial será el próximo sábado 14 de junio en el Hotel Las Tres Pircas de Huerta Grande. Con esto, el mapa político departamental se reconfigura: junto a UPC, UCR y el Frente Cívico, emerge ahora Punilla Crece, con la clara intención de competir en las elecciones de 2027.
La gran incógnita es que, por ahora, el nuevo espacio no responde a ninguna estructura provincial. Esa independencia puede interpretarse como fortaleza o como desafío. Pero, sin dudas, introduce un elemento disruptivo que obligará a los demás actores a repensar sus estrategias.
La política real no se improvisa. Se construye con paciencia, coherencia y cercanía. Si no hay plataforma, si no hay visión de futuro, todo lo demás es ansiedad, oportunismo o ambición mal disimulada. Punilla ya está en movimiento. Ahora falta ver quién trae ideas, y quién solo busca un lugar.
Y no es un dato menor: Este departamento no es un territorio más. Con su peso electoral y territorial, siendo el tercer departamento más grande de la provincia, tiene una incidencia directa en la estrategia y en el resultado final de cualquier elección provincial.
Lo que suceda aquí no solo impactará en los municipios. Podría redefinir el mapa político cordobés de cara a 2027. Por eso, cada paso que se da en Punilla reverbera mucho más allá de sus límites geográficos. Y cada proyecto que nazca, debe estar a la altura de esa responsabilidad.