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La temporada de pesca de langostinos arrancó el pasado 18 de junio. Ya pasaron 15 días, pero de la flota de 100 buques factoría que hay en el país aptos para procesar y congelar estos crustáceos apenas uno salió de pesca, según fuentes empresarias.
El resto sigue amarrado debido a una discusión que las empresas mantienen con el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU, el que antes lideraba Omar «Caballo» Suárez) por los altos salarios del personal, que están atados a la producción en dólares.
Entre los empresarios alertan que el reloj corre: la temporada de pesca de langostinos se termina en octubre. Este viernes a las 14 hay programada una reunión técnica en el Ministerio de Trabajo para tratar de encontrar una solución.
Ambas partes, empresarios y gremio, vienen mostrando sus números. El sindicato, hasta ahora, se muestra inflexible en tocar su convenio.
Clarín intentó contactar al secretario general del SOMU, Raúl Durdos, y a su secretario de Pesca, Juan Navarro, pero hasta este jueves a la noche no atendieron las llamadas ni contestaron los Whatsapps.
Del lado patronal argumentan que el convenio fue firmado en el inicio de los 2000, cuando el langostino tenía un valor mucho más alto.
Pero según los empresarios «a lo largo de los años el negocio cambió, se transformó profundamente. Se pasó de un negocio basado en exportar poco volumen a un elevado precio, al actual, de mucho menor precio pero mayor cantidad».
Dan cifras. Entre 2004 y 2019 las exportaciones de langostino entero congelado a bordo «aumentaron de 24 mil a 107 mil toneladas». En cambio, el precio promedio de venta del langostino entero congelado a bordo cayó de 9.531 dólares la tonelada en 2006 a 4.755 dólares en la actualidad, es decir la mitad.
«El convenio colectivo de trabajo vigente fue diagramado en otra coyuntura con otro nivel de precios, con otro volumen de producción y mantenerlo en la situación actual hace insostenible la actividad«, sostienen en la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de Argentina (CAPECA), una de las que agrupa a la actividad.
Un empresario señala: «Como están las cosas, no conviene salir del puerto porque perdés plata. Si salís, perdés 1.200 dólares por cada tonelada pescada». Esa es la razón, según ese empresario, por la que solo uno de los 100 pesqueros salió hasta ahora.
Los salarios de los marineros del SOMU -se encargan en altamar de clasificar los langostinos según su tamaño y colocarlos congelados en cajas de 2 kilogramos, que es cómo luego llegan a la venta en las góndolas de los supermercados) están compuestos de un básico en pesos y el resto (el 85%) está dolarizado y atado a la producción.
El básico ronda los $ 20.000. Pero en cada «marea» -así se llama en la jerga cada salida de barco, que se extiende por unos 10 días- un marinero llega a llevarse $ unos 170.000 en total por la productividad. En 30 días, alrededor de $ 500.000. Eso sí: el trabajo es solo por cuatro meses, lo que dura la temporada de pesca.
El salario de referencia en dólares fue fijado por convenio en 2006, cuando el langostino valía el doble que ahora.
«El 46% de lo que factura el barco se lo llevan los marineros. Lo razonable sería el 30 y pico», dicen en una empresa.
Los barcos «tangoneros» no están operando.
El año pasado, Argentina exportó pescado por alrededor de 1.800 millones de dólares. Solo por langostinos fueron unos 1.050 millones.
El 95% de langostinos que se pescan con los buques factorías se exporta. Solo el 5% restante es para consumo interno.
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