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La Justicia investiga los vínculos de Diego Lagomarsino con el espionaje

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A cinco años de la muerte de Alberto Nisman, la Justicia vuelve a poner el foco en la figura de Diego Lagomarsino, el técnico informático que trabajaba para el fiscal y que le entregó al fiscal el arma que lo mató. Con nueva evidencia, los investigadores ahora apuntan a las posibles vinculaciones de Lagomarsino con los servicios de inteligencia y el mundo del espionaje que tuvo un rol muy activo en los días previos y las horas posteriores a la muerte de Nisman, según quedó registrado en el expediente.

Las sospechas del juez Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano para vincular a Lagomarsino con la ex SIDE surgen de un peritaje que se realizó sobre más de 200 equipos electrónicos que fueron secuestrados durante la investigación. Allí hay teléfonos, computadoras, discos rígidos y tabletas entre otros equipos que se estudiaron. Varios de ellos pertenecían al técnico informático que trabajaba para Nisman, aunque también hay equipos de los ex custodios del fiscal, entre otros.

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El informe sobre el estudio de esos aparatos electrónicos tiene más de 2.000 páginas. De allí surge que en discos compactos que pertenecían a Lagomarsino los peritos que los analizaron encontraron información sobre «grabaciones telefónicas en causas penales, puntualmente en la causa de Ciro James por escuchas”, explicaron fuentes judiciales. ¿Por qué tenía esos datos el técnico informático en su computadora? La causa del espía Ciro James había complicado al ex presidente Mauricio Macri cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad. Lo vincularon a una red de supuesto espionaje ilegal. Fue procesado, pero luego lo sobreseyeron cuando asumió como presidente.

En otro disco figuraban dos informes que estaban relacionados con la denuncia que había hecho Nisman contra Cristina Kirchner por el pacto con Irán. Para los investigadores lo llamativo es que estos archivos fueron ejecutados por última vez el 11 y 12 de enero de 2015, es decir, entre dos y tres días antes de que la denuncia fuera presentada en la Justicia. 

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Lagomarsino, como técnico informático, tenía acceso a los dispositivos de Nisman. De hecho, la Justicia detectó que la computadora del fiscal tenía un acceso remoto desde donde accedía Lagomarsino. Se supone que para resolverle problemas técnicos. ¿O acaso también se quedaba con la información de esos dispositivos. Esa es la sospecha de la Justicia y por eso ordenaron un entrecruzamiento entre ambas máquinas.

Del teléfono del informático también surge que fue él quien inició el contacto con Nisman el sábado 17 de enero antes de que arrancará el diálogo en el que el fiscal le pide el arma. Esa información que está en la causa se corroboró del análisis del WhatsApp. Lagomarsino lo niega y dice que fue al revés: que Nisman lo contactó. Además, en el teléfono del técnico procesado como partícipe necesario de la muerte del fiscal aparecen fotografías obtenidas en la UFI AMIA con un pizarrón en el que se ven líneas investigativas del expediente. 

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Los entrecruzamientos de llamados telefónicos encargados por la Justicia hurgan en los nexos de Lagomarsino con los servicios de inteligencia. El viernes, Clarín reveló en exclusiva que el teléfono de un espía de la ex SIDE fue tomado por una antena de telefonía que queda a sólo una cuadra de la casa de Lagomarsino, en Martínez. Desde allí se comunicó 27 veces con altos funcionarios de Inteligencia. Y se desconectó minutos antes de que hallaran el cadáver del fiscal. Los llamados habían iniciado cuando el fiscal ya estaba muerto pero aún no habían hallado su cuerpo en el edificio Le Parc.

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Los vínculos de Lagomarsino y el espionaje sobrevuelan el caso. El ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria Marcelo Saín -hoy a cargo de la Seguridad en Santa Fe- declaró que cuando vio a Lagomarsino por televisión tras la muerte de Nisman, lo reconoció como a un espía que le habían presentado en en 2005 para darle información sobre narcotráfico.

Lagomarsino siempre negó esto, aunque llegó al entorno de Nisman al año siguiente -2006- de la mano de su amigo Carlos «Moro» Rodríguez, justamente un espía de la misma PSA que terminó desplazado de la fuerza por el propio Saín.

Los llamados y los servicios

El movimiento de las líneas telefónicas es otro factor de estudio. “Se logró verificar las diferencias en el volumen de comunicaciones entre el día 17 y el día 18 de enero de 2015, un porcentaje altísimo de ellas varias horas antes de que el personal policial encontrara en el baño de su departamento, el cuerpo sin vida del fiscal”, indicaron fuentes de la causa.

Este tramo de la investigación, busca esclarecer el rol de un grupo de personas y su posible vinculación “con lo sucedido”. Se detectaron “conversaciones tripartitas -es decir, tres interlocutores interviniendo en una misma conversación- o de una misma persona manteniendo comunicaciones al mismo tiempo con dos interlocutores distintos a través de dos abonados diferentes, la ubicación geográfica del usuario y movimientos o traslados”, se detalló en la instrucción.

La fiscalía analizó flotas radiales vinculados a la inteligencia nacional, y “relaciones con interlocutores captados por celdas ubicadas en inmediaciones del Complejo Le Parc». Así se logró identificar un importante número de abonados telefónicos correspondientes a «funcionarios o agentes de inteligencia, funcionarios del Estado Nacional, provincial y/o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ello ha permitido analizar los contactos comunicacionales registrados durante la época del hecho”, se detalló desde la causa.

El entrecruzamiento de 45.000 llamados, arrojó un “llamativo movimiento”, especialmente en el periodo 16 a 19 de enero de 2015. “Se trata de registros que no son habituales en los abonados investigados y se busca determinar por qué se produjeron esas comunicaciones”.

Para el juez Ercolini no hay dudas de que Lagomarsino fue parte del plan para matar a Nisman. Dedicó varios párrafos de la extensa resolución en la que lo procesó a repasar minuto a minuto cómo fue el movimiento en el departamento del ex fiscal el sábado 17 de enero, el último día que se lo vio con vida. Quien más ingresos tuvo fue el técnico informático, y la última vez que fue al departamento lo hizo con el arma Bersa.

El fiscal Eduardo Taiano ponderó como un vehículo facilitador la «relación de confianza» que tenía Lagomarsino con el entonces fiscal. Nisman confiaba en pocas personas; el técnico informático, según la fiscalía, era una de ellas. Esto le permitía -entre otras cosas- «concurrir asiduamente al complejo Le Parc y sortear cualquier tipo de control. Resultaba ser la persona indicada para ello», había planteado el fiscal Taiano.

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