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«Es posible reducir la semana laboral» | Entrevista…

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«Por principio general, prefiero el subsidio al individuo y no a la empresa, pero en esta crisis, el ingreso universal como única medida no soluciona la necesidad de preservar los puestos de trabajo mientras permanece restringida la oferta. Por eso, para sostener el vínculo laboral, los países apuntan a distintas formas de subsidio sobre el salario. También es necesaria una expansión del crédito para la producción», explica el economista argentino Daniel Kostzer, miembro de la unidad regional de análisis económico y social de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Asia-Pacífico. Kostzer fue representante argentino en el Banco Mundial y asesor económico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En diálogo con PáginaI12, reflexiona sobre las lecciones que puede dejar la pandemia. Dice, por ejemplo, que se comprobó que se puede bajar la semana laboral. También cuenta cómo es la situación sanitaria en Bangkok, Tailandia, en donde reside hace varios años, y analiza la reacción del gobierno argentino a los desafíos económicos nacionales.

– La OIT relevó en todo el mundo las medidas de los Estados para sostener los salarios. Pero también hay advertencias porque en muchos casos se apoya a empresas que tienen capacidad propia para capear el temporal. ¿Qué piensa de este debate?

– Por principio general, prefiero el subsidio al individuo y no a la empresa. Pero en este caso hay que preservar el vínculo laboral, porque se necesita tener a las empresas listas para salir a producir. Otro argumento de peso es que la antigüedad en el puesto laboral es un factor primordial en el aumento salarial. Si se rompe el vínculo, el trabajador pierde un activo importante. Por eso, el ingreso universal en este caso no sirve como medida única. En todo caso, puede haber un problema de ajuste en el instrumento, pero esto no implica para nada que el instrumento no sirva. Hay unos 40 países que están implementando este tipo de políticas de distinto modo. Hay algunos que subsidian directamente al salario, otros hacen postergaciones en los aportes, otros dan créditos. Pero todos apuntan a subsidiar una parte del salario o reembolsar a las empresas por los salarios pagados. En el caso argentino, el programa ATP se combinó con algo  acertado que es el crédito para pymes en función de la nómina salarial. Esta es la forma más fácil de dar crédito, porque si la empresa pagó salarios, quiere decir que tiene plata para devolver el crédito por ese monto. Es mucho mejor que analizar los balances, que sabemos que muchas veces no tienen relación con la realidad. A medida que se va reactivando la producción, va a ser más necesaria la expansión del crédito.

– ¿Cómo se viene desarrollando la cuarentena en Tailandia?

– En Tailandia la cuarentena fue bastante estricta. Cerraron oficinas, cines, restaurantes shoppings, casas de masaje, salones de belleza y otros comercios e incluso cerraron la isla de Phuket, que es un punto turístico muy importante. Los negocios abiertos no permitían el ingreso de gente al local. Estuvimos así desde el 15 de marzo hasta el 15 de mayo. A partir de ahí comenzaron a reabrir los lugares, aunque con medidas de seguridad, incluso pusieron divisores de acrílico transparentes en los restaurantes. Hay vuelos internos pero no internacionales. De todos modos, la gran mayoría de las fábricas de las afueras de las ciudades siguieron trabajando. En Tailandia, los muertos no han llegado a 60 por una serie de factores. Primero, el sistema de salud es muy desarrollado y hay una tradición en el uso del barbijo por un sentido de cuidado del otro. Otro factor importante es que los viejos por lo general están en el campo y la gente joven se va a trabajar a la ciudad. Con la pandemia, las ciudades se desconcentraron porque los trabajadores volvieron a las casas de sus familias en el campo. Otro elemento es que hubo un gran aprendizaje de la epidemia del SARS en 2003, que también fue rápida y masiva. Y hay confianza en los técnicos que conocen del tema, la gente no protesta, hay obediencia y un sentido budista de no provocar un mal en el otro. El caso extremo es Vietnam, donde no hubo un solo muerto por coronavirus.

– ¿En qué puede consistir esto que se llama la “nueva normalidad”?

– Es difícil saberlo porque ni siquiera estamos seguros de que no aparezcan nuevos picos de contagios. Pero un par de cosas creo que van a quedar más claras que antes. La primera es que el tema de la salud pública trasciende a las clases sociales: si bien no es lo mismo estar en cuarentena en un country o en la Villa 31, el virus ataca de manera indiscriminada. Y por más plata que tengas, una parte de tu salud depende de la salud pública. Otro aprendizaje radica en que se puede llevar a cabo una enorme cantidad de tareas sin que el trabajador esté ocho horas marcando tarjeta. El trabajo a distancia funciona en muchos casos y la reducción de la semana laboral es posible. También por el lado de la contaminación, esto dejó en evidencia que la intensidad del funcionamiento social tiene mucho impacto ambiental. Quedó claro que el trabajo genera riqueza y que las finanzas son volátiles. Es indispensable replantear la tasa de ganancia injustificada de los negocios financieros. Mientras el capital financiero tenga 15 puntos de ganancia y el capital productivo tenga de 3 a 5 será muy difícil producir. Siempre pongo el ejemplo del almacenero, que paga 20 mil pesos de alquiler en base a determinado valor del inmueble. Si el día de mañana ese inmueble se valorizó por la evolución de las finanzas y del real estate, ese almacenero va a tener que pagar más alquiler y va a caer su propia tasa de ganancia. Es preferible que el local pierda algo de su valor financiero y que no se perjudique a la producción. Algo de eso va a tener que pasar con los bienes de consumo masivo.

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