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El laberinto opositor: sin jefe y con el dilema de cómo enfrentar a Alberto Fernández y CFK

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Jaime Durán Barba fue el miércoles a la tarde a hacer compras al supermercado Disco de Recoleta. Un admirador le sacó una foto mientras hacía la cola en la caja. Después se fue caminando a dar una clase y antes había estado en La Biela, su café porteño favorito, donde suele mantener encendidos debates con intelectuales de la talla de Juan José Sebreli. Cuentan quienes comparten su estadía con él en Buenos Aires que en la calle nadie le reprochó la provocativa frase que irritó a los principales actores de Juntos por el Cambio: “Cristina es la mujer más brillante de la historia argentina”.

En la coalición que hasta hace apenas cincuenta y tres días gobernaba la Argentina sus declaraciones desataron una tempestad. Los radicales, que nunca lo quisieron -como él tampoco los quiso a ellos-, lo tildaron de inútil. Fue la primera reacción. Después lo habrían pensado mejor. Jaime también vino a decir lo que ellos mismos creen: que Macri ya tuvo su oportunidad. Que hizo lo que pudo. Que ya fue. 


Jaime Duran Barba, en un supermercado, el miércoles.

La burbuja radical no se extiende a sectores puramente macristas. Los casi once millones de votos que Macri obtuvo en la contienda general de octubre suelen ser un dique de contención incluso para los que coquetean con buscar un nuevo referente. Miguel Ángel Pichetto, que esta semana volvió a ocupar un lugar protagónico en la mesa de conducción de Juntos por el Cambio, es uno de los principales defensores de Macri. Su mensaje para los radicales es: “A Mauricio lo conocen en todos los pueblos del país. ¿Quién puede prescindir de alguien así?”.

Los más cautos recitan en voz baja una reciente lección: Alberto Fernández no hubiera podido sin Cristina; nadie podría en la oposición sin Macri. “Los liderazgos no se inventan ni se bautizan. Me parece de una inconsistencia brutal estar discutiendo estas cosas”, sostiene Mario Negri. El diputado radical no se privó de cuestionar a Macri por la filtración de un video en Villa La Angostura, donde el ex mandatario pareció desentenderse de algunos errores de su gestión y dijo: «Siempre les decía a todos, cuidado que los mercados no te dan más plata y nos vamos a la mierda”

Pero Negri es de los radicales más cercanos y leales a Macri. Sus compañeros de bancada lo vieron salir en su defensa cuando Matías Kulfas lo comparó con Bart Simpson. “No está para chistes el ministro de Economía. Que no se haga el Moldavsky”, dijo Negri, y provocó risas. Menos simpático resultó con Durán Barba. En eso los radicales cierran filas, pese a sus diferencias.  

El ex presidente ha sido siempre condescendiente con su estratega electoral. Pero ahora podría ser distinto: quedó dolorido y enojado por las definiciones que dio en la entrevista que le hizo el periodista Diego Genoud para Letra P. Muchos dirigentes hablaron o intercambiaron mensajes con él en los últimos días. Incluso más de un radical buscó transmitirle consuelo. Macri define como un despropósito sus afirmaciones y lo acusa de confundir la centralidad de Cristina con una supuesta genialidad. 

Socios desde 2005, Macri y Jaime llevan un tiempo prolongado sin hablar. Tuvieron diferencias en la campaña a partir del cimbronazo que significó el amplio triunfo de Alberto Fernández en las primarias, pero no dejaron de trabajar juntos. “Lo noté muy mal a Mauricio, él lo bancó siempre y ahora que está en el llano siente que recibió una estocada”, cuenta uno de sus viejos colaboradores.


Elisa Carrió, enérgica durante la sesión en Diputados.

En la UCR y la Coalición Cívica crece la presión para que el ecuatoriano se aleje definitivamente del espacio. Difícil, por no decir imposible: Durán Barba ya trabaja para Horacio Rodríguez Larreta. El alcalde tiene sus propias aspiraciones para 2023, aunque rechaza pelear por el rol de líder de la oposición.

La jefatura del espacio anti-k es un trono vacío. Para muchos, el gran dilema: ¿cómo se puede enfrentar a un binomio como el de los Fernández sin un conductor claro? Hay un ala dura que pretende no dejarle pasar una a la nueva administración. Los radicales por momentos se sienten incómodos frente a ese grupo. “Corren todo el tiempo por derecha al Gobierno”, se molestan. Apuntan a dirigentes como Patricia Bullrich, Fernando Iglesias o Waldo Wolff. Tendrán que hacerse de paciencia: Bullrich, a instancias de Macri, será la próxima presidenta del PRO. Mañana se oficializará su lista, que será la única.

“Cambiemos no tiene jefe, tiene una mesa. Eso es malo y bueno a la vez”, reconocen en las tres patas de la coalición. Es, quizás, la  coincidencia primordial que tienen sobre cómo debe construirse la agrupación que intentará regresar al poder si a Alberto Fernández no le va bien. “Quiero ayudar a coordinar”, dejó trascender Macri. Êl solo se bajó del liderazgo. O entendió que era lo menos traumático para mantener la unidad.

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En la alianza su postura tranquilizó a algunos e inquietó a otros. A Alfredo Cornejo, el presidente radical, le tuvieron que pedir mesura. “Se quiere subir a un lugar que no le da”, lo cuestionan algunos de sus propios correligionarios. Uno hasta lo desafió a caminar el país. “¿A ver dónde lo conocen por afuera de Mendoza?”, preguntó. 

En medio de los tironeos internos, los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy), Rodolfo Suárez (Mendoza) y Gustavo Valdés (Corrientes), además de Rodríguez Larreta, buscan sacar provecho de su poder territorial. Todos, además, tienen ascendencia sobre los diputados y senadores nacionales. En la cumbre del martes que compartieron con los jefes de bloques y con Pichetto acordaron votar todos juntos en las sesiones clave. Lo lograron en el proyecto de deuda. Pero fracasaron con el de Consenso fiscal.

El próximo desafío grande es el pliego del juez federal Daniel Rafecas, a quien el Presidente quiere como procurador general. Se trata de un puesto decisivo. Ni más ni menos que el jefe de todos los fiscales. Muchos de ellos entienden en causas de corrupción que complican a ex y actuales funcionarios kirchneristas. En Cambiemos juran que votarán por unanimidad, a favor o en contra. Hoy son más los que se entusiasman con oponerse. La postura del bloque será trascendente: el kirchnerismo necesita los dos tercios de los votos para proclamar a Rafecas. Cambiemos cuenta con 24 de los 72 senadores de la Cámara.

La que no emitió opinión del tema fue Elisa Carrió. La diputada luce más que moderada en las últimas semanas. Está como buscando su lugar en el mundo cuando solo falta un mes para que renuncie a su banca. Lilita abrirá un estudio de abogados, pero no se apartará de Cambiemos. «Quiere ser la manager«, dice uno de sus principales asesores. 

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Los radicales la acusaron de mostrar las cartas en Twitter antes de las votaciones de los proyectos de deuda y de Consenso Fiscal. Sus discípulos la defendían en los pasillos del Parlamento: “Ella siempre marca el rumbo”. Carrió procura hacer un surco entre la UCR y los macristas más fanáticos. Disfruta cuando se diferencia de ambos sectores. Hasta destina alguna palabra de elogio hacia Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete. Aunque no lo conoce, Carrió hace extensivo el cariño que sentía por su abuelo, Antonio. Recuerda que era muy joven cuando lo vio por primera vez. “Vos sos primera A», le dijo Antonio. Dijo y la conquistó. 

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