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El corralito privado de la producción sojera | Medi…

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Tanto funcionarios del gabinete económico como representantes de las principales cámaras empresarias expresaban, este fin de semana, una similar «sensación de alivio» tras los anuncios que el gobierno formuló el jueves. No es que se considere que los graves problemas de la economía real y financiera se hayan resueltos (en ninguna de las dos veredas se piensa eso), pero la relación entre esa cúpula empresaria y las autoridades nacionales parece encaminada. Está claro que los empresarios, en particular del sector agroexportador, van por más: consideran «insuficientes» las medidas anunciadas. Y a su vez, el gobierno tiene expectativas con respecto a la reacción empresaria a las medidas que podrían estar muy alejadas a lo que, en la práctica podría suceder. Por ejemplo, con la rebaja de tres puntos en las retenciones a la soja sólo vigentes durante octubre, en el equipo económico se espera que una parte importante de las 16,5 millones de toneladas que quedaron «guardadas» se vuelque a la plaza para su exportación, como poroto o procesada (harina o aceite). Desde el sector privado estiman que el volumen de soja que se liberaría durante octubre no pasará de 1,7 millones de toneladas (prácticamente el 10% del total retenido). «Lo positivo es que se pusieron en discusión las políticas para el sector, lo negativo sería proyectar resultados que no se van a dar tan pronto ni una profundización y ampliación de las medidas», reflexionan desde las filas empresarias. 

Gente de campo

Mientras la dirigencia empresaria y las autoridades discuten sobre cómo fomentar la exportación, cómo zafar de la crisis de divisas del Banco Central o cómo garantizar los dólares para la importación de insumos industriales, en lo inmediato el sector clave para responder a algunas de estas necesidades es la producción agropecuaria, mal o mezquinamente representada por la Mesa de Enlace. Sin una representación genuina y atendiendo exclusivamente a su propia percepción, medianos y grandes productores han resuelto retener parte de la última cosecha de soja a la espera de una mejora en su retribución que, sospechan, debería suceder. «Si cobran un dólar neto de retenciones de 54 pesos y ven valores en el mercado financiero de 145 o 147, se dicen algo va a pasar para mejorar el valor que recibo, y guardan parte de la cosecha en el acopio o en silobolsas», reflexiona uno de los negociadores con trato diario con el sector.

La industria estima que hay 16,5 millones de toneladas de soja de la última cosecha (que fue de 49,5 millones) almacenadas a la espera de mejores precios, y otras 7,8 millones de toneladas entregadas a los agroexportadores «sin fijar precio», es decir con una venta comprometida pero no cerrada. En total, más de 24 millones de toneladas que, exportadas, supondrían un ingreso adicional de u$s 6800 a 7000 millones. 

Miguel Pesce, del Banco Central, piensa en esos dólares y se relame. Martín Guzman, ministro de Economía, confía en que con la oferta de bonos que ajustan por «dólar linked», los productores van a entregar su producción, cobrarán en pesos este mes con una tasa de retención más baja y comprarán los bonos que le asegure una retribución a valor dólar hasta el momento en que decida utilizarlo. Desde el sector privado, alguien le advirtió al ministro que «los productores no actúan así, no le van a tener a un bono la misma confianza que a su cosecha embolsada». La sugerencia privada es que no se generen expectativas exageradas. 

Tampoco van a vender los granos por «necesidad», porque no la tienen. La producción agropecuaria tuvo una excelente campaña, la mayoría de los sojeros se recapitalizó, cambió la 4 x 4, se reequipó y «hoy, para comprar una maquinaria agrícola, tenés que anotarte en lista de espera». Los granos retenidos son, en su visión, «sus ahorros mejor invertidos». 

Entre las medidas anunciadas el último jueves, la de más alto impacto microeconómico es la de las devoluciones o compensaciones de retenciones a pequeños y medianos productores. «Una medida de equidad social y territorial», destacan desde el propio gobierno. Son 42 mil productores que recibirán un ingreso extra por la mercadería entregada y que, quizás, incida para que entreguen parte de la producción que mantiene retenida. «No se trata de un sector marginal, ahí puede haber entre 3 y 5 millones de toneladas retenidas», señaló una fuente oficial confiando el cálculo que manejan.

La industria ociosa

Sería exagerado decir que la industria cerealera tiene la misma urgencia que el gobierno en que se vendan los granos retenidos por la producción. Pero es cierto que la industria aceitera y molinera trabaja al 50% de su capacidad, ingresan a planta la mitad de los camiones que suelen recibir a esta altura del año: 1500 diarios contra 3000 a 3200 que esperarían tener. Un aspecto que, sostienen, fue comprendido por el gobierno y a partir de lo cual se empezó a conversar desde un lenguaje común. Con resultado concreto: el reconocimiento de la necesidad de diferenciar las retenciones de la soja sobre las exportaciones del poroto y del producto elaborado. Cuando en enero las retenciones vuelvan a las tasas de septiembre, la diferenciación de tasas por valor agregado se mantendrá. 

A su vez, desde los sectores manufactureros comprenden que una crisis de divisas afectaría seriamente el abastecimiento de insumos importados, de los cuales dependen casi todos. El problema del gobierno también es el suyo. NO es poco haber llegado a ese nivel de comprensión.

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