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Córdoba: la UCR fija internas para agosto ante la falta de consensos internos

Por Mabel Lema

En un escenario marcado por la fragmentación interna y las tensiones acumuladas, la Unión Cívica Radical (UCR) de Córdoba anunció este lunes la realización de elecciones internas para el próximo 3 de agosto, con el objetivo de definir sus candidaturas para las elecciones nacionales del 26 de octubre, en las que se renovarán nueve bancas en la Cámara de Diputados.

El anuncio fue formalizado por el presidente del partido a nivel provincial, Marcos Ferrer, quien admitió que la convocatoria responde a la imposibilidad de alcanzar consensos dentro del partido. “Pese a todos los esfuerzos que hicimos para encontrar consensos y arribar a un acuerdo, esto no fue posible”, expresó Ferrer en un comunicado.

No obstante, dejó abierta una ventana para eventuales entendimientos políticos: “No pierdo la esperanza de que con la fecha puesta se puedan abrir los canales de diálogo necesarios para arribar a un acuerdo”.

La definición del calendario interno no fue una decisión espontánea: llega después de semanas de disputas, presiones judiciales y una prolongada parálisis decisoria. La convocatoria fue resuelta por el Comité Provincia, que buscó salir de un prolongado atolladero político que amenaza con debilitar aún más al partido en el escenario nacional. La fecha elegida, el 3 de agosto, queda al filo del cronograma electoral, ya que solo cuatro días después, el 7 de agosto, vence el plazo legal para la presentación de frentes o alianzas ante la Justicia Electoral. Ahora será tarea de la Junta Electoral partidaria establecer el cronograma formal para la interna.

Un partido dividido: alianzas cruzadas y liderazgos en disputa

La crisis de conducción que atraviesa el radicalismo cordobés no es nueva, pero se agudiza en este año electoral. La fractura interna ya no es una disputa ideológica clásica entre “progresistas” y “conservadores”, sino una batalla estratégica por el rumbo político del partido: algunos sectores coquetean abiertamente con La Libertad Avanza, mientras otros intentan preservar una alianza desgastada con el PRO. Un tercer grupo, más pragmático, ha comenzado a tender puentes con el gobierno provincial de Martín Llaryora, a través de figuras como Orlando Arduh, actual secretario de Gobierno.

En este tablero incierto, emerge la figura de Rodrigo de Loredo, quien aspira a encabezar la lista de diputados nacionales. De Loredo evalúa dos posibles caminos: una eventual alianza con La Libertad Avanza, o la conformación de una suerte de “Juntos por el Cambio blue”, una coalición alternativa en caso de que la alianza oficial se disuelva. Lo respaldan figuras clave del radicalismo tradicional como Mario Negri, Javier Bee Sellares, Javier Fabre y Oscar Aguad, su suegro, en un armado que se autodenomina “Generación X”.

Este grupo ha dilatado definiciones, apostando a las negociaciones nacionales y a una eventual reconfiguración del mapa opositor que favorezca la estrategia de De Loredo.

En contraposición, el sector conocido como “Más Radicalismo”, liderado por Ramón Mestre, plantea una alternativa claramente opuesta. Rechazan tanto los vínculos con el oficialismo nacional como el acercamiento a Javier Milei. En esa línea, ya han presentado dos precandidaturas: la de Franco Jular, de Córdoba Abierta, y Martín Lucas, de Identidad  Radical. Se especula, sin embargo, con la intención de Mestre de encabezar la lista, lo que implicaría su regreso al primer plano político tras su derrota en las elecciones provinciales de 2019.

Panorama electoral y perspectivas

Apenas tres de las nueve bancas en juego pertenecen actualmente a la UCR, y los pronósticos no son optimistas: las chances de conservar ese número o incrementarlo son bajas, sobre todo considerando el método D’Hondt y la fragmentación del espacio opositor. La disputa interna no solo pone en riesgo la cohesión partidaria, sino también su competitividad electoral en un contexto donde las alianzas son cada vez más volátiles y las lealtades más débiles.

En resumen, el radicalismo cordobés enfrenta un dilema de fondo: reconstituirse como fuerza orgánica con liderazgo claro y propuesta coherente, o profundizar su dispersión y convertirse en un actor marginal en las próximas elecciones. Las internas de agosto serán, más que una simple elección de candidatos, una batalla por la identidad y el futuro del partido.

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