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Alberto Fernández tiende puentes y busca mejorar la relación con el Papa

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Pese a que el Gobierno transita apenas las primeras semanas no parece osado decir que la relación que está empezando a construir Alberto Fernández con el Papa Francisco implica un giro de 180 grados respecto de su antecesor, Mauricio Macri. Pero también contrasta con el vínculo que tenía Cristina Kirchner. A partir de su evidente deseo de tener un óptimo lazo con el pontífice, que llegue incluso a la cooperación en lo que sea posible, edifica el puente personal -por ahora telefónico- con la ventaja de tener en cuenta cómo fue la relación con los dos gobiernos anteriores para no repetir lo que, en la visión del Papa, fueron equivocaciones, cuando no malas pasadas.

Veamos. En una sorprendente voltereta ante la elección papal del argentino -que los Kirchner consideraban el jefe espiritual de la oposición-, Cristina buscó un acercamiento. Bien asesorada, optó precisamente por un vínculo personal y descontracturado con el pontífice. Llegó a decirle en un primer encuentro que tenía “una idea equivocada” sobre él. Francisco, a su vez, buscó apuntalarla en los momentos más difíciles de su segundo mandato, lo que le acarreó severas críticas de quienes no simpatizaban con ella. Pero a los ojos de Francisco Cristina terminó haciendo una explotación política abusiva del vínculo, que lo perjudicó.

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Macri a través de su entonces canciller, Susana Malcorra, dijo que quería dejar atrás aquel modo de relacionamiento y optar por un vínculo “institucional” en vez de personal. Por eso, en lugar de ir a verlo a la residencia de Santa Marta como hacía Cristina, prefirió pedirle una visita oficial con todo el protocolo. En rigor, Francisco lo leyó como que el Gobierno lo quería bien lejos. Dicen que en aquella famosa visita de principios de marzo de 2016 –cuando pasó a la historia la foto con el gesto adusto del Papa junto a Macri- Francisco lo recibió con una frase sugestiva: “Bienvenido señor presidente de la República Argentina”.

Más aún: con el paso del tiempo El Vaticano consideró que algunos colaboradores de Macri –encabezados por su jefe de Gabinete, Marcos Peña- le estaban haciendo una campaña en contra. De hecho, el presidente fue notificado de ello, a tal punto que intentó infructuosamente un acercamiento de Peña con el pontífice, una oferta que fue considerada improcedente en las cercanías del Papa. A su vez, el macrismo decía que el Papa tenía muy poca empatía con el Gobierno en general y con Macri en particular. Muchos en el oficialismo atribuían esa escasa sintonía de Francisco a su supuesta condición de “peronista” y a que Macri había permitido el matrimonio igualitario en la Ciudad cuando era jefe de Gobierno y Bergoglio Arzobispo de Buenos Aires. 

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Consciente de todo ello, Alberto F. consideró que debía tejer un vínculo personal, pero sin sobreactuar. Además, ser muy claro en los mensajes porque en Roma se analizaron como muy contradictorias algunas actitudes de Macri. Por caso, que se declaraba contrario al aborto, pero -pese a su declamada prescindencia- hombres de su entorno fogoneaban la aprobación de su legalización. Cuenta, además, con un jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, cercano a la Iglesia. Y con otros dos colaboradores que conocen bien el ámbito eclesial: los secretarios de Culto y de Asuntos Estratégicos, Guillermo Oliveri y Gustavo Béliz.

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El vínculo Alberto F.-Francisco conlleva, por lo pronto, una feliz coincidencia para el presidente. Su ministro de Economía. Martín Guzmán fue en la Universidad de Columbia pupilo del premio Nobel de Economía Joseph Stigliz. Ambos se reunieron con el pontífice en mayo en la residencia de Santa Marta de la mano de la fundación pontificia Scholas Ocurrentes que lideran dos argentinos con el fin de aportar ideas para una formación económica en las universidades católicas de los cinco continentes “con rostro humano”.

Con todo, la cuestión más delicada es el aborto. Alberto F. comenzó su Gobierno reponiendo el protocolo sobre abortos no punibles, que provocó el primer roce con la Iglesia. Y ahora confirmó que enviará en el inicio del año del Congreso un proyecto para legalizar el aborto. “Tenemos que garantizarle a todos, todo: a la mujer que quiera abortar, que pueda hacerlo y a la mujer que quiera tenerlo, que pueda tenerlo. Todos saben que estoy decidido a que ese tema que trate y lo voy a impulsar”, dijo en el último día del 2019. Y agregó: “No podemos tratarlo con la lógica del Boca – River». 

A su lado agregan que -también marcando un contraste con Macri- su posición respecto del aborto es clara. Que cree que “hay un problema de salud pública que el Estado debe solucionar”. Y que así se lo dijo a la cúpula del Episcopado cuando la recibió hace diez días y a los evangélicos, el viernes pasado. Claro que la Iglesia y la mayoría de los cultos evangélicos le atribuyen a la legalización del aborto una gravedad no equiparable a una ley de divorcio, ni al matrimonio igualitario.

Habrá que ver llegado el momento como impacta esto en la relación. Pero Alberto F. quiere tenerlo al Papa cerca ante los grandes desafíos que afronta. Por lo pronto, su mensaje antigrieta –como quedó a la vista en la misa por la unidad que convocaron los obispos en Luján- sintoniza perfectamente con el sentir de la Iglesia y de Francisco.

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