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Por una cabeza. Por eso Independiente se llevó el Apertura 2002. Y esa cabeza fue la de Lucas Pusineri. Una cabeza que antes estaba cubierta por una frondosa cabellera color castaño y que ahora se pobló de canas que delatan el inexorable paso de tiempo. Una cabeza que estampó un 1-1 agónico e imborrable ante Boca. Un empate que le permitió al equipo conducido por Américo Gallego dar la vuelta olímpica una semana después, ante San Lorenzo (3-0). Pasaron más de 17 años. Una eternidad. Y esta noche, Pusineri deberá volver a usar la cabeza contra Boca. Esta vez desde otro lugar. Su rol es muy distinto: ya no viste pantalones cortos.

El gol de Pusi a Boca y la tapa de Olé.
El técnico deberá planificar una estrategia que le permita al Rojo conseguir un triunfo tan difícil que se augura tan difícil como necesario. Porque son cuatro los partidos que el equipo de Avellaneda lleva sin ganar por Superliga, con un empate y tres caídas consecutivas. El entrenador heredó una crisis. Y ahora tiene que hacerse cargo de gestionarla. “Intentaremos ser protagonistas”, avisó Pusineri, quien además dijo que desea que se deje de hablar de su histórico gol a Boca: “Quiero que los jugadores escriban una nueva historia”. El DT dispondría sólo dos cambios con respecto a los 11 que cayeron con River por 2-1: Silva y Braian Romero por Barboza y Blanco. Por una cabeza, Pusineri está donde está.

El técnico del Rojo recordó el momento histórico con Olé. (Foto: Germán García Adrasti)
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